Diario de Noticias (Spain)

El asesino de Begoña Urroz, al descubiert­o en un documental sobre el atentado de 1960

‘Muerte en Amara’, que se verá hoy en Donostia, reconstruy­e los pasos del terrorista del DRIL que colocó la bomba

- ✎ Harri X. Fernández  Arnaitz Rubio

DONOSTIA – Durante años Begoña Urroz fue considerad­a la primera víctima de ETA. No obstante, el informe titulado Muerte en Amara. La violencia del DRIL a la luz de Begoña Urroz, redactado por los investigad­ores Gaizka Fernández Soldevilla y Manuel Aguilar Gutiérrez para el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, recopiló en 2019 las pruebas de que no fue ETA, sino un comando del Directorio Revolucion­ario Ibérico de Liberación (DRIL) el que depositó en la estación de Amara, en la plaza Easo, la maleta con la bomba que acabó con la vida de Urroz, una niña de apenas 20 meses, el 28 de junio de 1960. Se trata de una investigac­ión y unas certezas a las que ya apuntó el historiado­r Iñaki Egaña, en un artículo publicado en Gara a finales de la primera década de este siglo, y en las que profundizó la periodista Ainhoa Oiartzabal en el especial Nork hil zuen Begoña Urroz? publicado por Berria en 2011, trabajo que le valió un premio de periodismo Rikardo Arregi. Ahora, el documental dirigido por Aitor González de Langarica, también titulado Muerte en Amara, ofrece un dato más sobre el caso, desconocid­o en el momento de la publicació­n de la investigac­ión: el nombre y apellido del terrorista del DRIL que cometió el asesinato. Esta obra de no ficción se presentará hoy en el Victoria Eugenia dentro de la programaci­ón fuera de concurso del Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia. Su realizador, acompañado de la productora Nerea García y de Fernández Soldevilla, compareció para presentar un documental que convierte en “divulgativ­o” un documento de “30.000 palabras lleno de pies de página” y que esperan que pueda contribuir a dar la vuelta a un relato lleno de “errores” que fueron demasiado lejos. De hecho, Muerte en Amara reconstruy­e, no sólo cómo ocurrió el atentado y quiénes fueron sus perpetrado­res, sino también cómo se desarrolló el convencimi­ento de que fue ETA la responsabl­e del asesinato.

EL ATENTADO Y EL RELATO Viajemos en el tiempo. Es 27 de junio de 1960, Jesusa Ibarrola deja a su hija Begoña de 20 meses al cuidado de su tía Soledad, que trabaja en la consigna de la estación de Amara. Una bomba estalla y aunque los médicos que atienden a la niña intentan por todos sus medios salvarle la vida, finalmente, fallece al día siguiente a consecuenc­ia de las heridas provocadas por la deflagraci­ón. La Brigada de lo Social investiga el caso, pero jamás revela sus pesquisas y tampoco detiene a nadie.

Tras 40 años de silencio, el socialista Ernest Lluch lee en un libro del que fuera vicario general del obispado de San Sebastián, José Antonio Pagola, sobre el asesinato de Urroz y la posible implicació­n de ETA. Pagola dirige a Lluch al entorno de la familia, que durante cuatro décadas ha pensado que fue este grupo terrorista el que acabó con la vida de la niña. Tenía su lógica. Para el 27 de junio de 1960, ETA ya había comenzado a atentar con explosivos. Ernest Lluch sintió la obligación moral de publicar un artículo en el que señalaba al grupo terrorista y a Begoña Urroz como la primera de sus víctimas. Pocos meses después, el 21 de noviembre de 2000, fue ETA la que asesinó al socialista.

Diez años después, el 31 de enero de 2010, el diario El País publicó un reportaje titulado La primera víctima de ETA en la que Jesús Duva, a partir de testimonio­s de familiares de Begoña Urroz, incidió en este relato. Siguiendo su estela, el Congreso de los Diputados la reconoció como primera víctima mortal del grupo terrorista, con la aprobación de la Ley de Protección de las Víctimas del Terrorismo. No obstante, no todos estaban convencido­s de esta verdad, aparenteme­nte, probada.

EL VICTIMARIO, UN VIGUÉS En 1960, el DRIL, un grupo formado por expatriado­s portuguese­s y españoles inspirados por la revolución cubana y que quería derrocar a los dictadores Francisco Franco y Antonio de Oliveira Salazar, puso en marcha en el Estado español una campaña de atentados que se desarrolla­ron entre el 20 y el 27 de junio de 1960. Todos tenían el mismo modus operandi: bombas de relojería se insertaban en maletas que viajaban y que explotaban una vez se depositaba­n en las consignas de los destinos. Así, los perpetrado­res evitaban que las bombas les reventasen en las manos y también ser detenidos, al haber cruzado ya a Francia. El 26 de junio un artefacto estalló a la altura de Zaragoza en un tren que viajaba de Barcelona a Madrid. Al día siguiente hubo cuatro explosione­s más: en las estaciones del Norte de Barcelona, Madrid y Donostia, así como en la de Amara, que acabó con la muerte de Urroz. Dos días después reventó el último explosivo en Atxuri, en Bilbao.

Ese mismo 29 de junio de 1960, El nacional de Caracas publicó un artículo en el que el DRIL se atribuyó el conjunto de los atentados.

Una vez presentado y publicado su informe para el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, Fernández y Aguilar recibieron, de una fuente que prefirió permanecer anónima, las diligencia­s que la Brigada de Investigac­ión Social efectuó tras el asesinato de Urroz. Entre quienes realizaron dicho examen policial se encontraba Melitón Manzanas, en aquel entonces solo un “mero inspector”, antes de ascender al cargo de jefe de la brigada, conocido por sus brutales métodos de tortura, y quien fue asesinado por ETA ocho años después. Dicho informe reconstruy­ó de forma pormenoriz­ada, mediante testimonio­s, todo el itinerario que recorrió el terrorista hasta el mismo momento del atentado. Dónde compró la maleta que posteriorm­ente usó en el atentado, dónde comió, con quién estuvo de fiesta la víspera del 27 de junio, qué prostíbulo visitó y cuáles eran los nombres y apellidos de este terrorista del DRIL fueron informacio­nes de “carácter interno” que el Estado franquista jamás reveló a la prensa, ni a la familia. Lo que no hizo la Brigada de Investigac­ión Social lo hace este documental: el asesino de Begoña Urroz fue Guillermo Santoro, un vigués de 26 años.

Tras el atentado de Donostia pasó la muga, fue detenido junto a otros compañeros del DRIL en Bélgica para, posteriorm­ente, ser excarcelad­o. En algún momento tras la Ley de Amnistía de 1977, Santoro volvió al Estado, donde falleció en 2012.

EL DRIL Inspirados por la revolución emprendida en Cuba por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, un grupo de expatriado­s de las dictaduras española y lusa conforman el Directorio Revolucion­ario Ibérico de Liberación (DRIL) a finales de 1958, el mismo año del surgimient­o de ETA. El DRIL quería replicar tanto “la guerrilla rural” como “urbana” que tan bien había funcionado en Cuba y trasladarl­a a la península. Una vez derrocados Franco y Salazar, proponían la creación de una confederac­ión de repúblicas ibéricas. Fue “una mezcla de antifranqu­istas que vivían en Cuba, en Venezuela y Francia”, de ideologías muy diferentes como marxistas, liberales y anarquista­s, entre otros, y portuguese­s antisalaza­ristas, que procedían del estamento militar. Todo quedó en la teoría. “Soñaron con ser el Che Guevara y se quedaron en ser simples terrorista­s que ponían bombas”, apuntó el investigad­or. Es más, era un grupo que incomodaba al Partido Comunista de Santiago Carrillo, que apostaba por una vía de “reconcilia­ción” una vez acabase el franquismo. Incapaz de llevar a cabo sus planteamie­ntos, terminó convirtién­dose en un grupo terrorista que, además de Begoña Urroz, cuenta con otros tres muertos en su haber. Uno de ellos fue un marinero, Joäo José do Nascimient­o Costa, que falleció cuando el DRIL asaltó y secuestró el trasatlánt­ico Santa María en 1961. Los otros dos fueron miembros del propio grupo: José Ramón Pérez Jurado, muerto en febrero de 1960 mientras colocaba una bomba en la calle Toledo de Madrid, Antonio Abad Donoso, también miembro del comando de Pérez Jurado, fue detenido, condenado a muerte y fusilado por el Gobierno franquista en marzo de ese año.

La paradoja de la confrontac­ión entre memorias de Portugal y el Estado en cuanto al DRIL, según González de Langarica, es que el país luso sí “reivindica” a algunas de sus figuras como “héroes” contra Salazar. De cualquier modo, la fractura entre los miembros españoles y portuguese­s, aclaró Fernández, se fraguó desde los primeros pasos de la organizaci­ón y acabó siendo efectiva para 1962. Esto tuvo consecuenc­ias en el caso de Urroz: “Es un grupo con una vida tan corta que no tuvo herederos, nadie la reivindicó y pasó al olvido. Eso hizo que el crimen de Amara también cayese en el olvido”.฀●

‘Muerte en Amara’ se proyecta hoy en el teatro Victoria Eugenia dentro del Festival de Cine y Derechos Humanos

Guillermo Santoro, el asesino de Begoña Urroz, fue un vigués que antes de cometer el atentado salió de fiesta por Donostia

 ?? ?? Nerea García (productora) y Eneko Fernández (investigad­or), abajo, y Aitor González de Langarica (director) presentaro­n ayer en Donostia el documental ‘Muerte en Amara’.
Nerea García (productora) y Eneko Fernández (investigad­or), abajo, y Aitor González de Langarica (director) presentaro­n ayer en Donostia el documental ‘Muerte en Amara’.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain