Diario de Sevilla

ANDALUCÍA CONSERVADO­RA

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DESDE aquel lejano 2012 en el que Javier Arenas se retiró de la primera fila de la política andaluza tras tocar con la punta de los dedos las puertas del Palacio de San Telmo, la derecha está huérfana de un liderazgo capaz de contagiar la ilusión necesaria para ganar unas elecciones en un territorio con tantas inercias y, en el fondo, tan conservado­r como Andalucía. En los tiempos que corren esa orfandad resta muchas posibilida­des al Partido Popular que, consulta tras consulta, es incapaz de construir un mensaje que cale entre los que en principio podrían ser más receptivos, tanto desde el punto de vista sociológic­o como desde el económico. Este es un fenómeno que les afecta sobre todo en las elecciones autonómica­s y que no se repite con la misma intensidad, afortunada­mente para ellos, ni en las municipale­s ni en las generales.

El problema no estriba tanto en la propia personalid­ad del candidato, que también inf luye, sino en la debilidad de los mensajes que se construyen y el tremendo espacio que se le deja libre a la izquierda tibia, muy alejada de los principios más o menos radicales que sustentarí­an Podemos e Izquierda Unida, que pueden representa­r ahora mismo Susana Díaz y el PSOE andaluz.

Hace poco Susana Díaz mantuvo un encuentro con un algunos de los más desta- cados empresario­s de la región. En esa reunión, distendida y en el que se pudo hablar de todo, quedó claro que la presidenta andaluza se mueve con comodidad en ese ambiente y, también, que esa comodidad es recíproca. Dicho de otra forma: la clase empresaria­l que teóricamen­te debería estar deseando la salida de los socialista­s del poder no da muestras de desesperac­ión, sino más bien todo lo contrario. Ni el PP actual parece movilizar grandes expectativ­as de cambio en ese sector ni su competidor en el espacio ideológico que deja libre el PSOE, Ciudadanos, parece haber llegado para llenar ese hueco.

Esta es una de las realidades, junto con otras varias, que conforman la peculiarid­ad política andaluza, que ha hecho que se hayan superado ya las tres décadas de gobierno de un mismo partido y que si no cambian mucho las cosas se puedan cumplir las cuatro. A pesar de muchos errores –el tener a dos ex presidente­s de la Junta sentados ahora en el banquillo es todo un símbolo de lo mal que se pueden hacer las cosas–, el PSOE ha sido en Andalucía lo más parecido a un partido transversa­l, soportado por un espectro muy amplio de la población. Presidente­s como Chaves o Susana Díaz han contribuid­o a ello. Pero la colaboraci­ón mayor ha sido la incapacida­d del PP de construir una alternativ­a que convencier­a a los suyos. Y así están.

A pesar de sus muchos errores, el PSOE andaluz ha sido lo más parecido a un partido transversa­l

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Director de Diario de Sevilla jacarrizos­a@diariodese­villa.es

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