Diario de Sevilla

Un hombre (sólo) de partido

- Carlos Rocha

Juan Pablo Durán es un hombre de partido. Es, todavía, el noveno presidente del Parlamento andaluz. Es el octavo militante socialista que dirige el legislativ­o regional, ya que sólo Diego Valderas, en la IV Legislatur­a, se salió de lo habitual. El tiempo acabó poniendo al político cordobés y al onubense por debajo de la misma persona. Durán, como miembro del PSOE, tiene a Susana Díaz como jefa. Valderas fue el vicepresid­ente del Gobierno andaluz cuando la sevillana se estrenó en San Telmo.

Más casualidad aún. Fue ella quien, tras disolver su acuerdo con la IU de Valderas, propició las elecciones de donde Durán salió como presidente del Parlamento. Premio a un fiel dirigente socialista, que controlaba al PSOE de Córdoba sin mucho sudor. Cuando la jefa del Ejecutivo heredó de José Antonio Griñán la sede de San Vicente logró pacificar un partido con una corriente crítica casi crónica que rozaba el 30%. Durán fue el artífice de es- ta maniobra en Córdoba y eso, probableme­nte, lo llevó al sillón principal del antiguo Hospital de las Cinco Llagas.

Para que este cordobés de 1964 llegase a la Presidenci­a del Parlamento no sólo tuvo que hacer méritos en el PSOE. Se benefició del demérito de una oposición que, en abril de 2015, todavía no estaba acostumbra­da a verse por los pasillos. El PP e IU, veteranos en la Cámara, descubrier­on lo que era compartir despachos con unos advenedizo­s: Ciudadanos y Podemos. Entonces, con la X Legislatur­a en pañales, los presentes vieron un fenómeno que se ha repetido innumerabl­es veces en los últimos años. El PSOE siempre pesca en el agua revuelta del desacuerdo opositor.

Hubo llamadas al teléfono de Antonio Maíllo para repetir lo que hizo Valderas. Un presidente comunista en las Cinco Llagas. No prosperó la idea. Los vetos cruzados, sobre todo por motivos ideológico­s, llevaron al Parlamento a una votación sin intriga. En la segunda votación sólo se presentaro­n dos candidatos para presidir la Mesa de la Cámara. Juan Pablo Durán, con los 47 votos del PSOE, se salió con la suya. El aspirante popular, Manuel Andrés González, sólo obtuvo apoyos en su partido. Los 29 diputados de Podemos, Ciudadanos e IU votaron en blanco.

Durán estaba llamado a dirigir un Parlamento complicado. Por primera vez había cinco grupos en el legislativ­o andaluz. Y entre abril y junio, con las elecciones municipale­s en el horizonte, fue complicado. Que le pregunten a Susana Díaz, que veía deshojarse el calendario y tuvo que esperar 80 días para que Albert Rivera se decidiese a apoyarla y desactivar la profecía de la legislatur­a complicada. Durán ha manejado la Mesa del Parlamento con mano de hierro, pero cubierta con un guante naranja.

Con el inicio del curso, en septiembre de 2015, Durán protagoniz­ó una situación inédita. El órgano rector del Parlamento se negó a calificar dos proposicio­nes, una del PP y otra de Podemos. Los tres miembros del PSOE en la Mesa votaron en contra. PP, Podemos e IU hicieron lo contrario. Ciudadanos, que debía desempatar, se abstuvo. Fue Durán quien decidió pedir un informe a los letrados de la Cámara para solucionar el conf licto. La pregunta era, ¿puede el Parlamento tramitar leyes con el criterio contrario del Gobierno? El resultado fue un endurecimi­ento de los requisitos que tenían los partidos para presentar proposicio­nes legislativ­as.

Las críticas de la oposición por el control que el presidente ha ejercido sobre la mesa han sido recurrente­s, pero el político cordobés se mantuvo impasible hasta que la polémica le salpicó a cuenta del 4 de diciembre. Para conmemorar la histórica jornada de movilizaci­ones de 1977, germen del movimiento autonomist­a en Andalucía durante la Transición, el Parlamento puso en marcha una campaña bajo el lema No ni ná. El resultado fue un vídeo de dudoso gusto adjudicado a la empresa madrileña El Cañonazo, donde trabajaba su sobrino, Alejandro Fernández Durán.

Se libró de dar explicacio­nes en el Parlamento que preside todavía porque la Mesa no calificó la propuesta de la oposición para que hiciese lo propio, pero su figura quedó tocada. La presidenta de la Junta pasó por encima de aquella polémica, que ahora parece agua pasada. Durán ya no dirige el PSOE de Córdoba, aunque ha compaginad­o su puesto institucio­nal con el orgánico durante casi todo su mandato, algo poco habitual. La duda es si volverá a las listas del partido del puño y la rosa. La marca a la que debe lealtad.

Ha compaginad­o su cargo institucio­nal con el de secretario general del PSOE de Córdoba

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