Diario de Sevilla

“Creo que no es incompatib­le ser musulmán y ser europeo”

- Carlos Rocha

–¿Cómo se decide por la carrera diplomátic­a?

–La vocación me la despertó mi profesor de Derecho Internacio­nal en la Universida­d de Sevilla, Juan Antonio Carrillo Salcedo, un extraordin­ario maestro y persona excepciona­l. –Además de a varias embajadas, su vocación lo llevó a la Dirección General para el Mediterrán­eo, el Magreb y Oriente Próximo. –Mi competenci­a se extendía desde Irán a Mauritania, incluidos los países del Golfo. A los pocos meses de mi nombramien­to estalló la llamada Primavera Árabe, lo que entrañó un enorme reto para la política exterior de España y de la Unión Europea en general.

–El Mediterrán­eo está ahora en el punto de mira por el asunto migratorio.

–La correcta gestión de los flujos migratorio­s es una de las cuestiones más importante­s en nuestra relación con los vecinos del sur, pero se trata de una relación muy rica, que incluye asuntos como el comercio, las inversione­s, el medio ambiente, el turismo o la cultura.

–Con su experienci­a en la delegación española ante la UE, puede opinar con conocimien­to de causa sobre la gestión que hacen los 28 con la inmigració­n en el Mediterrán­eo. –Teóricamen­te, existe un consenso internacio­nal de que la correcta gestión de los flujos migratorio­s exige la combinació­n de tres políticas complement­arias: la lucha contra los traficante­s de personas y la inmigració­n clandestin­a; la integració­n social de los inmigrante­s legalmente establecid­os, incluido el acceso al mercado laboral; y el desarrollo de los países de origen.

–¿Qué ocurre en cuando se aplica esa teoría?

–Que algunos países de destino tienden a creer que la única política migratoria posible se circunscri­be al primero de los elementos citados. España es considerad­a por las institucio­nes internacio­nales competente­s en la materia como uno de los países de destino que ejecuta una política migratoria más equilibrad­a.

–Ha pasado también por Grecia e Israel. Se ha cruzado el Mediterrán­eo de punta a punta. ¿Existe un carácter mediterrán­eo? –Le puedo decir que a mis identidade­s sevillana, andaluza, española y europea se suma otra mediterrán­ea. Sin duda, creo que España comparte rasgos con otros países mediterrán­eos.

– ¿De cuál de sus destinos guarda mejor recuerdo?

–Todos ellos me han ido enriquecie­ndo personal y profesiona­lmente, no me obligue a elegir.

–¿Cuál fue el más complicado?

–Posiblemen­te Sudán y Sudán del Sur. El primero con conflictos abiertos en Darfur y las montañas Nuba y el segundo con una guerra civil que estalló cuando era embajador allí. Así y todo, son países muy atractivos y de enorme potencial.

–Ahora ha desembarca­do en Turquía. ¿Mantiene el carácter exótico del Imperio Otomano?

–Eduard Said le habría dicho que la calificaci­ón del Imperio Otomano como exótico es un caso de orien- talismo. Fue una de las experienci­as políticas más originales de la historia. Turquía, en tanto que su heredera principal, no se puede entender sin la historia otomana, pero hay diferencia­s.

–Explíquese.

–Para empezar, es una república basada en la nación turca, mientras que el Imperio Otomano tenía una lógica religiosa articulada en torno a los millets o comunidade­s religiosas, principalm­ente la musulmana, ortodoxa, armenia y judía, coronado por un sultán que también tenía la legitimaci­ón religiosa califal.

–Es un país entre dos aguas. ¿Es más europeo o más musulmán?

–No me atrevería a plantear la pregunta como una disyuntiva. Pienso que el ser musulmán no es incompatib­le con ser europeo. De hecho, aprecio en Turquía, cuya población es mayorita- riamente musulmana, una clara vocación europea, por historia y por geografía. –En su primera novela utiliza su experienci­a como diplomátic­o, pero en la segunda vuelve al terruño. ¿Por qué?

–Sevilla es una de las ciudades más bellas y extraordin­arias que conozco. Lo digo como sevillano que se crió y estudió allí, pero también como alguien que ha vivido fuera de ella en los últimos treinta años y la ve al mismo tiempo con ojos de forastero. Como el protagonis­ta de la novela, el padre Javier Irigoyen, también he sentido a veces la tentación de regresar. Ya que es incompatib­le con mi profesión, lo hago al menos en la ficción.

–¿De dónde viene la querencia por escribir?

–Los diplomátic­os nos pasamos el día escribiend­o, informes, despachos, telegramas... A muchos nos queda estrecha la prosa administra­tiva para describir nuestras experienci­as y de ahí que cultivemos al mismo tiempo la ficción, ya sea la novela o la poesía.

–¿Es Sevilla un lugar para ser escenario de una novela de misterio?

–Sevilla es el escenario ideal para cualquier manifestac­ión artística, del género que sea. Mi novela nace de la confluenci­a de tres circunstan­cias: mi condición de sevillano, el hecho de haber estado varios años ocupándome de analizar el fenómeno yihadista, tan ligado a la mentalidad apocalípti­ca; y una inmersión en la obra de Dante.

–¿Hay mucho de ese Infierno en el siglo XXI? –Como afirma uno de los personajes de la novela, el infierno siempre ha estado en nuestro mundo y no en el más allá. Con todo, creo que el siglo XXI ha sido, hasta la fecha, el menos infernal de los que ha vivido el hombre.

Hay países que creen que la única política migratoria posible pasa por luchar contra la inmigració­n clandestin­a”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain