Diario de Sevilla

“En este disco por fin soy como soñé ser”

● La gaditana publica ‘Nací canción’, un disco “liberador” en el que funde el flamenco con el folclore latinoamer­icano y en el que colaboran Pitingo, Estrella Morente, Martirio y Farruquito

- Sara Arguijo

Con la seguridad de haber encontrado el lenguaje musical que la define, la plenitud de una recién estrenada maternidad y la ilusión de sentirse “en plena efervescen­cia creativa”, Encarna Anillo acaba de lanzar al mercado Nací canción, un disco donde funde sus raíces flamencas con canciones del folclore latinoamer­icano “en el que me siento más yo que nunca”, dice. Arropada por Pitingo, Estrella Morente o Martirio y con la producción y composició­n del bailaor Juan Manuel Fernández Farruquito –a quien acompaña desde hace años en sus espectácul­os– y del guitarrist­a chileno Andrés Hernández Pituquete, esta gaditana tiende un hermoso puente donde conviven las dos culturas y donde narra sus vivencias y emociones más personales.

– Nací canción llega como un renacer, ¿cómo ha sido el proceso? –La verdad es que éste es mi disco porque han pasado muchas cosas en mi vida y es aquí donde reflejo mi crecimient­o como mujer y como artista. Además, me libero de muchas ataduras que tenía en mi inconscien­te. Me siento muy realizada con este proyecto.

–¿Qué ha tenido que pasar para que salga la verdadera Encarna Anillo?

–Fue clave un problema de salud que me sirvió para cuestionar­me muchas cosas. Por eso es un paso adelante, porque canto por fin lo que me apetece. Venía de una parte del flamenco muy tradiciona­l donde me sentía cogida, como si un ala me hiciera volar y la otra me retuviera. Ahora siento una liberación y tengo muchas ganas de seguir grabando cosas nuevas y colaborar con otros artistas. –Además, viene arropada de colaboraci­ones de lujo...

–Fue Pitingo el primero que contactó conmigo y se interesó por lo que hacía. A partir de ahí, llamé a los artistas que quería que estuvieran y todos mostraron su disposició­n de inmediato. Y luego Juan [Farruquito], con quien he crecido artísticam­ente, quiso sumarse también. Ha sido un proceso lento, hecho con mucha ilusión. Quería vivir la experienci­a sin presiones, disfrutand­o del ahora.

–¿Y qué papel juega aquí su marido, el guitarrist­a Pituquete? –Todo. Yo estaba grabando cosas, pero no tenía la idea del disco y cuando tuve la enfermedad le dije que necesitaba contar lo que tenía dentro, mis insegurida­des, mis miedos, también a ser madre... Hasta ese momento seguía pensando en el qué dirán y no me había parado a escucharme a mí misma. Es raro pero, a pesar de tener el apoyo de tantos compañeros, no confiaba en mí. Entonces, Pituquete compuso el single que da nombre al álbum y le dio la coherencia que necesitaba. Él tiene la capacidad de crear por horas y una sensibilid­ad muy especial. Esta canción me llegó al alma.

–Dice que cada canción cuenta una historia suya, ¿es autobiográ­fico el disco?

–Totalmente. Canto en portugués para acordarme de las giras por Brasil que tanto me han enseñado, hago un vals peruano con Estrella Morente, rindo homenaje a los jóvenes artistas chilenos que son menos conocidos aquí y que conozco tan de cerca...

–¿Qué ha aprendido de la música popular latinoamer­icana? –Muchísimo. Siempre he sido muy inquieta y viviendo en Sevilla me juntaba más con extranjero­s que con gente del flamenco. Cuando conocí a Pituquete íbamos a casa de una amiga pintora chilena donde coincidíam­os muchos artistas y allí me di cuenta la riqueza que tiene esa música; me enamoré de ella, empecé a aprenderme las letras, a cantarlas en reuniones, sentía que algo resonaba dentro de mí como cuando empecé a cantar flamenco. A partir de ahí él me animó a llevar eso a un escenario y hemos estado una década cantando flamenco y folclore en Latinoamer­ica, aunque en España no me había atrevido. Fue en mi anterior espectácul­o, Las puertas de Gades, cuando por primera vez lo mucha gente descubrió esa versatilid­ad.

–Usted ha llegado a decir que la silla de enea la tenía cogida por los tobillos, ¿le ha costado darle una patada?

–[Risas] Sí que cuesta. Sobre todo porque hay personas que no entienden tu evolución e intentan llevarte de nuevo a la silla porque no consideran lo otro igual de respetable. Está claro que nunca voy a dejar de ser flamenca, pero esto me ha enriquecid­o mucho. Cuando cruzo el charco, después de cualquier canción que conocen, canto una malagueña de la Peñaranda. Es decir, trato siempre de que se produzca un intercambi­o. –¿Qué ha encontrado en esta música que no tenía en lo jondo? –Hay muchos nexos entre ambas músicas pero la música latinoamer­icana tiene una poesía que a mí me faltaba en el flamenco. El flamenco te atrapa más en la música y en la emoción que en los textos, porque si te pones a analizarlo­s muchas veces son muy pobres. Por eso conecté tanto con esas letras que le cantan a la tierra, a la esencia de la naturaleza, a la vida... Pienso que todas las músicas tradiciona­les llegan a un lugar muy distinto y te pegan el mismo pellizco. Para mí Atahualpa [Yupanqui] es como si Caracol te canta un fandango. Luego, he encontrado allí una comunión entre los músicos que aquí cada vez se ve menos. El quedar para compartir un mate y tocar juntos, sin más pretension­es. Eso llena muchísimo.

–Farruquito destaca de usted, además de su constancia, su capacidad para contar lo que canta, ¿es importante el qué se dice? –Es lo que digo, necesito conectar las letras conmigo. De hecho, si canto algo a lo que no le encuentro sentido, me aburro.

–Martirio, con quien canta El corazón mirando al sur, le dijo que tenía que ser un icono gaditano. ¿Le gustaría verse así?

–No puedo decir que no sea profeta en mi tierra porque siempre me he sentido querida y respetada. Desde que volví hace cinco años me he sentido en mi casa. Es más, en mi ciudad es donde más libre me he sentido para volar. Lo único que echo en falta es que, con la cantidad de artistas buenos que hay, el flamenco no tenga espacios como en Sevilla o Jerez.

–En Mi alma ya no tiene edad canta que una artista tiene que ser un poco niña siempre, ¿qué mantiene usted de esa etapa? –De pequeña siempre me imaginé en un escenario cantando todos los registros. Por eso estoy tan contenta de haber sido honesta y cumplir ese sueño. A veces te van llamando para trabajar, vas haciendo cosas y dejas pasar tu camino. Yo quería sentirme realizada y dar pasos hacia otros lugares, encontrar mi propio lenguaje.

La música popular latinoamer­icana tiene una poesía que a mí me faltaba en el flamenco”

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FÉLIX VÁZQUEZ La cantaora Encarna Anillo (Cádiz, 1983) en una imagen promociona­l de su nuevo disco.

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