JOSÉ MOYA EN EL RECUERDO
LA grandeza de una sociedad está estrechamente vinculada a la generosidad de sus individuos. Su vitalidad está marcada por la acción de aquellos que, de forma altruista, lo han dado todo por los demás, hasta el extremo de poner su vida, sus propiedades o sus conocimientos al servicio de una causa común. Gracias a su contribución eficaz y desinteresada somos conscientes de que en las sociedades egoístas siempre ganan los individuos egoístas, pero en las sociedades generosas ganamos todos.
Es la gran lección que nos dejó José Moya Sanabria, fallecido días atrás. Hombre de ideas claras que exponía con la suavidad de quien fue educado en el diálogo y la cercanía, él combinó, junto a su mujer, Concha Yoldi, el rigor profesional, el éxito empresarial y la dedicación social. Además, fomentó la innovación y el emprendimiento y trabajó para multiplicar el prestigio de los empresarios, convencido de que era clave para el bienestar futuro de Andalucía.
Pepe estaba convencido, además, de que vivía en una tierra cargada de hondas tradiciones que, más que una rémora, son un estímulo para atraer y generar talento. Y, en particular, de Sevilla, su ciudad natal, capaz de lanzar a profesionales referentes en sectores altamente competitivos y cautivar a empresarios de fuera que querían progresar con nosotros. Su paisaje, su clima, su cultura y su patrimonio histórico son, además de un gozo para los sentidos, un importante factor de desarrollo.
A lo largo de los últimos días se ha glosado ampliamente su trayectoria y todas las semblanzas coinciden en la pasión que puso en cada una de las aventuras que emprendió. Doy fe de ello. De honda vocación familiar, paso a paso, con humildad, se convirtió en un referente para la economía, la innovación, la cultura y el patrimonio de nuestra tierra. Su trabajo alcanzó algunas de sus aficiones, como la ganadería brava de El Parralejo o el equipo de fútbol de sus amores, el Real Betis. Queda su legado como una promesa de bienestar cifrada en la pujanza de la compañía Persán, líder indiscutible en el sector de los detergentes con una facturación de 347 millones de euros y más de 1.350 trabajadores, la mitad de ellos en Sevilla, y en las iniciativas de la Fundación Persán, volcada en la promoción de la inserción laboral entre personas en precaria situación social, las iniciativas empresariales de los jóvenes y el espíritu investigador entre los estudiantes.
Quisiera concluir dando un abrazo sincero a su familia, y especialmente a su esposa, Concha Yoldi. El nombre de José Moya Sanabria quedará grabado en la historia reciente de Andalucía como una de las figuras más relevantes del panorama económico y empresarial y su ejemplo será motivo de inspiración para todos los que lo tratamos y conocimos. Muchos aprendimos de él cómo la generosidad puede cambiar el mundo. Al menos, nuestro mundo más cercano.