CABRERA, UNA CHINITA EN EL ZAPATO DE ESPADAS
Mlmolini@diariodesevilla.es ÁS allá de las amarguras de la pandemia, esta semana ha sido dulce para el alcalde Juan Espadas, quien ha visto aprobados sus presupuestos locales de 2021 gracias al apoyo de Ciudadanos, partido que nació como alternativa al bipartidismo pero que ha terminado siendo la muleta de éste allí donde le dejan. Espadas, uno de los posibles candidatos por el PSOE a la Junta, se retrata como lo que es: un político moderado y posibilista dentro de la mejor tradición de su partido, desde Indalecio Prieto y Besteiro hasta Felipe González. Sin embargo, no deja de ser curioso que el alcalde de Sevilla sea uno de los cartuchos que guarda Pedro Sánchez para abatir a esa perdiz díscola y corredora que es Susana Díaz, pues la idea que tiene Espadas de la política y la gestión pública está en las antípodas del giro radical y efectista que el actual presidente del Gobierno le ha dado al Partido Socialista.
Una semana dulce para Espadas, decíamos, que sin embargo no ha podido ser perfecta debido a la china en el zapato que significa un caso Cabrera que ha dado suculentas novedades en los últimos días. Por lo pronto se ha sabido que los policías locales que estuvieron inspeccionando durante horas el restaurante El Principico tras la ya famosa pelea entre el delegado de Gobernación y el propietario (más tropas auxiliares de uno y otro bando) llegaron a poner hasta seis sanciones por infracciones administrativas a dicho negocio. Cierto es que fueron leves y no se puso ninguna multa –pese al celo que mostraron los agentes–, lo que demuestra que el negocio inspeccionado cumplía satisfactoriamente con la ley. La cuestión no es ésa, como ya hemos dicho en otra ocasión, sino quién y por qué ordenó a la Policía Local –no muy diligente en su lucha contra los excesos de los bares– que acudiese rauda y veloz a meter la lupa en El Principico. Ésta es la incógnita que debe despejar la Justicia y que puede llegar a generar más de un quebradero de cabeza en la cúpula muncipal sevillana. La pregunta la hizo muy clara el PP: “¿Llamó el delegado al jefe de la Policía Local?”. Olvidemos las declaraciones de ofensores y defensores, que pueden responder a estrategias personales o políticas que poco tengan que ver con la verdad. No debe ser muy difícil reconstruir la cadena de llamadas y órdenes que provocó la exhaustiva inspección policial. Quizás todo se desencadenó, como dicen algunos cercanos a Cabrera, tras una llamada al 112 de uno de los acompañantes del delegado, indignado porque no le habían dado la hoja de reclamaciones. Quién sabe. Será la Justicia quien tenga que aclararlo. Para eso la tenemos.
La Justicia sólo tiene que despejar una incógnita: ¿ordenó Cabrera la inspección del restaurante El Principico?