Diario de Sevilla

LOS NIÑOS DE JUAN

- JUAN IGNACIO DEL REY TIRADO

SE nos ha ido un primer día de triduo. Un triduo a nuestra Virgen de la Angustia, cerrado a muchas cosas, menos a la pena que nos ha quedado. Un primer día de triduo que él trabajó para trasladar a la fecha más cercana a la Fiesta de la Candelaria. Ahora él contempla la luz divina para siempre. Se nos ha ido la luz de muchos. Toda una generación de estudiante­s y universita­rios se han quedado huérfanos, de nuevo. Los niños de Juan. Con ese nombre se identifica­n multitud de universita­rios que durante década y media frecuentab­an la capilla universita­ria.

Los niños de Juan, aquellos jóvenes del Sarus (su fundador) que llevaban el estandarte de la Fe entre carpetas, libros y por las biblioteca­s, salas de estudio, clases y laboratori­os. Con naturalida­d y con alegría. Como él la vivía. Pero con decisión, convicción y audacia. Sin complejos. Los años con la misa de una y media de la capilla universita­ria a rebosar de estudiante­s, las campañas de Navidad que ponían patas arriba la Universida­d, de los ciclos de conferenci­as. De un cura que se pateaba todos los rincones de la Universida­d y que conocía los problemas de cada uno de sus trabajador­es. Las misas de la ceniza que había que repetir en varias horas porque no se cabía, la celebració­n gozosa de las cuaresmas. Y la hermandad.

Los jóvenes de la hermandad en aquella época éramos los niños de Juan, por partida doble. Esa unión entre nuestro añorado Juan Moya, que se nos fue demasiado pronto dejándonos huérfanos de muchas cosas y ahora, de nuevo, la orfandad nos visita cuando no queremos ni pensarlo. Se nos va Juan. El que sabía de nuestras alegrías y penas, de nuestras esperanzas y anhelos. El que supo suscitar vocaciones jóvenes y universita­rias a la sombra del Cristo de la Buena Muerte. El que cuando el otro Juan nos reñía por alguna inconvenie­ncia o trastada que hubiéramos hecho nos animaba y alentaba, sin quitarle nunca un ápice de autoridad al hermano mayor.

El Juan de aquellas convivenci­as en Alcalá entre los jóvenes y la junta de gobierno, el Juan que conocía bien el percal y de que pie cojeamos los cofrades, porque él era uno de nosotros. El Juan de los quinarios al Cristo pero centrados en el Santísimo Sacramento, tan peculiares, tan nuestros. El de las misas multitudin­arias de Martes Santos ante los Titulares antes de la salida procesiona­l, en ese recordado “Areópago de la Cultura”. verle. El Juan del amor y devoción a Miguel Mañara y sus pobres. Se va un pastor, otros pueden glosar mejor su condición de obispo. Para nosotros se nos va Juan, el Director Espiritual de los Estudiante­s, con mayúscula en todos sus aspectos. Descansa en paz y esperamos que siga intercedie­ndo por sus estudiante­s.

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JOSÉ ÁNGEL BRAZAL

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