Diario de Sevilla

Un pintor de barrio reconocido en el mundo

● Manuel Salinas eligió la abstracció­n y la vanguardia, pero también fue un hombre de tradicione­s que vivía y tenía estudio en el corazón de San Lorenzo

- Francisco Correal SEVILLA

Un pintor de barrio reconocido en el mundo entero. Un día le dije que era el Salinger de la pintura. Le pedí un currículum para escribir un perfil suyo en Diario 16 y en un sobre me mandó un sobrio catálogo donde ponía: Manuel Salinas. Sevilla, 1940. Su padre era un sevillano de familia de abolengo que se enamoró de María Asunción Milá, una catalana de Esplugas de Llobregat, ascendient­e de periodista­s (tía carnal de Mercedes y Lorenzo Milá), a la que conoció en una visita de esta catalana a Sevilla en 1938, en plena guerra civil.

María Asunción Milá celebró sus cien años en Esplugas, rodeada de sus hijos, nietos y bisnietos. Presidió la Asociación contra la Pena de Muerte y con la de su primogénit­o, el pintor Manuel Salinas, el mayor de sus doce hijos varones, es la segunda muerte de su prole que tiene que lamentar. Casi nadie sabía que ese señor que tomaba una cerveza en el bar Las Columnas o en el que está en la antigua academia de Realito, tenía obra expuesta en Nueva York, Tokyo, Nueva Delhi, México o Budapest. Fascinado por la Sevilla amurallada, nunca pintó la Giralda, su señora totémica entre los símbolos. Eligió la abstracció­n por pensar que el arte realista o figurativo es una brillante manifestac­ión de copistería.

Un artista muy de vanguardia, pero celoso de las tradicione­s. Valgan tres ejemplos: cuando la hermandad del Valle le encargó que pintara el paño de la Verónica, se hizo hermano de esa corporació­n con sede en la iglesia de la Anunciació­n; en un paseo por la ciudad, al contemplar las Setas de Jürgen Mayer decía que esa construcci­ón estaba muy bien para una gasolinera de Las Vegas, pero no entre la Campana y San Pedro; era feligrés del Gran Poder, Señor de Sevilla, de misa vespertina, y de la calle donde vivía y tenía su estudio.

Su primera exposición la realizó en 1962, durante el ser vicio militar. El pintor abstracto del barrio de san Lorenzo acababa de pintar la fachada de su casa y habilitar como nuevo espacio Casa Joaquín, el bar que acogió la tertulia Cuadernos de Roldán y donde Salinas tenía uno de sus grandes admiradore­s, el tabernero y poeta gallego Joaquín Castro, fallecido hace un par de años, y después a su hijo Javier. Salinas era una institució­n caminante entre Santa Ana y el Duque. Se cortaba el pelo en Melado, tocayo y coetáneo, también de 1940. Llevaban años de cordial y respetuoso silencio.

Salinas salió de j oven en la Quinta Angustia y era hermano de la Caridad; con el legado de Mañara lloró con la discreción de los buenos amigos la muerte de su amigo del alma el fotógrafo Atín Aya, que con el pintor y con Diego Carrasco, su huésped y compañero, formaban una de las cofradías civiles más fértiles y guasonas de la ciudad.

Era devoto de la Semana Santa, testigo en primera fila de la famosa Madrugá del año 2000, y agnóstico de la Feria. Alguna vez lo vimos dar esos trazos rotundos de sangre, amapola y petróleo mientras escuchaba en un casette chistes de la Esmeralda. Era políticame­nte incorrecto, uno de los seres más libres que uno podía imaginar. Padre de dos hijas, Inés y Myriam. Forma parte de la galería de artistas a quienes la Maestranza encargó el cartel, una iniciativa de su amigo el pintor y maestrante Juan Maestre. Un toro de Salinas que nunca fue devuelto a los corrales.

En años de degradació­n de la Alameda, Salinas fue de los que lideró la defensa vecinal contra la impunidad con que contaban los traficante­s de drogas que tenían solivianta­dos a los residentes. Un tipo generoso, muy respetado por sus colegas, criado en una casa-palacio, pero feliz de confundirs­e con el común y pasar desapercib­ido con su caña de cerveza en Las Columnas. ¿Quién dijo Sheraton?

Formó con Atín Aya y Diego Carrasco una de las cofradías civiles más fértiles de la ciudad

 ?? JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? Manuel Salinas. uno de los seres más libres que uno pudiera imaginar, se crió en una casa-palacio y residía en la calle Jesús del Gran Poder.
JUAN CARLOS VÁZQUEZ Manuel Salinas. uno de los seres más libres que uno pudiera imaginar, se crió en una casa-palacio y residía en la calle Jesús del Gran Poder.

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