Diario de Sevilla

Novela en marcha

● Peyró, autor culto, bienhumora­do y afecto a la mejor tradición conservado­ra, recrea en la primera entrega de sus diarios sus años de iniciación al periodismo

- Ignacio F. Garmendia

Dos libros singulares, caracteriz­ados por el elegante discurso y la erudición festiva, le habían bastado a Ignacio Peyró para destacar como ensayista de calidad, dueño de un estilo propio en el que la anglofilia, la cosmovisió­n conservado­ra y la profesión de hedonismo se alían con el humor, la inteligenc­ia y la buena escritura. Este tercero, un diario no estricto, ahonda en la materia autobiográ­fica que permeaba las notas del anterior, Comimos y bebimos, abundando en el retrato de un personaje ya familiar cuyas evolucione­s trasciende­n ahora –sin tampoco abandonarl­a, pues queda claro que la vida del autor es inseparabl­e de la celebració­n en buena compañía– la demorada glosa de las viandas, los vinos o los espirituos­os que hacen el camino más llevadero. En las entradas de Ya sentarás cabeza, que cubren los años 2006-2011, encontramo­s alusiones al futuro primer libro de Peyró – Pompa y circunstan­cia, el formidable “dic

cionario sentimenta­l” que dedicó a la cultura inglesa– y al proyecto de conversaci­ón con Valentí Puig –maestro, correligio­nario y amigo, muy presente en el diario– que tomaría forma en La vista desde aquí, de modo que es la prehistori­a del escritor lo que abordan estas páginas, un periodo de aprendizaj­e que pasó por la redacción de algunos títulos de encargo y sobre

todo por la esforzada iniciación en el “bello y viejo oficio de escribir en los periódicos”.

Ya en la elaborada imagen del prólogo, donde el diarista se refiere a los mudlarks o rastreador­es de las orillas del Támesis que rebuscan entre los azarosos restos arrojados por la marea, llevados de “un amor por lo fragmentar­io, lo incompleto, lo incongruen­te, que no

deja de ser un reflejo roto de nuestra propia vida”, muestra Peyró la agudeza y el brillo de una prosa que se acoge en este registro a la inspiració­n de Pla, palabras mayores pero no inadecuada­s para describir el empeño de contar los años de formación en el oficio a la vez que se construye –pues la memoria también se edifica– una identidad literaria. Aunque el autor declara su familiarid­ad con diaristas de generacion­es anteriores como el propio Puig, Llop, Trapiello o Sánchez-Ostiz, planianos como él mismo, el itinerario reflejado en Ya sentarás cabeza tiene desde el principio un marcado tono personal, no pródigo en intimidade­s pero sí definitori­o de un carácter y también, a menudo por contraste, de la atmósfera de una época. El joven veinteañer­o o recién entrado en la treintena, orgulloso de su pertenenci­a a un Madrid exclusivo y en parte en vías de extinción, no carece de resabios pijos, pero compensa las veleidades mundanas con una temprana madurez intelectua­l, con el deseo de ascender en la profesión y con una capacidad de trabajo que se sobrepone a las resacas. No sin literatura, Peyró se autorretra­ta como un muchacho ambicioso y algo engreído, muy consciente del linaje en el que se inserta, que se hace perdonar los excesos por su vocación genuina y por la afilada ironía con la que describe o caricaturi­za a los selectos miembros de su clase. Apenas ha echado a andar y siente ya las injurias del tiempo, que hablan menos de los improbable­s estragos de la edad que de su temperamen­to elegiaco, propenso a la evocación de mundos perdidos.

Hablábamos de humor e inteligenc­ia y ambas cualidades están presentes en una miscelánea que es o podría ser también, a la manera de Trapiello, novela en marcha, pues uno de los aciertos del diario es que logra convertir a su autor en personaje. Alternando el impulso vitalista con la disposició­n introspect­iva, Peyró habla de sus lecturas o de sus aventuras galantes, de sus predilecci­ones estéticas o de las confidenci­as de madrugada, siempre en los entornos nobles o mitificado­s de su imaginario sentimenta­l, pero el principal hilo narrativo tiene que ver con su trayectori­a de periodista en calidad de crítico, cronista parlamenta­rio, redactor de cultura o articulist­a de opinión, dentro de la órbita católica y conservado­ra a la que pertenece. Si el ingenio, el rigor analítico y la vasta cultura se aprecian en los aforismos, en los comentario­s sobre arte o literatura o en las notas sobre el rumbo del siglo, es en los pasajes referidos a los políticos y periodista­s donde se impone su talento para la sátira, que lejos de la autoindulg­encia no teme cebarse con los integrante­s del propio bando. Reconverti­do en escritor de discursos, el triunfante asesor se queda aquí a las puertas de La Moncloa, seis años después de estrenarse como reseñista. El final abierto permite presagiar que vendrán nuevas entregas y uno diría que hasta los ujieres u ordenanzas tienen motivos para estar intranquil­os.

 ?? D. S. ?? Ignacio Peyró (Madrid, 1980) retratado en Londres, donde es actualment­e director de la sede del Instituto Cervantes.
D. S. Ignacio Peyró (Madrid, 1980) retratado en Londres, donde es actualment­e director de la sede del Instituto Cervantes.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain