Diario de Sevilla

“No despreciem­os las conexiones humanas por el teletrabaj­o”

- Juan de la Huerga

–CEO, vulgo jefazo, de Z1, empresa que desarrolla productos digitales. En medio minuto, ¿eso qué es? –Aplicacion­es móviles, de web, lo que la gente consume en tecnología, pero de forma diferente. La web de Renfe quizás se pueda permitir no funcionar, pero nosotros trabajamos con empresas en EEUU y Canadá y cada decisión inf luye en su éxito o fracaso, su trabajo y sus costes. Pensamos más en el diseño, en lo que hace falta.

–Z1 nada tiene que ver con que fueran unos frikazos de Mazinger Z...

–No, antes nos llamábamos Commite y generaba confusión. Cuando entramos en Tiny –fondo canadiense–, cambiamos. Hay un libro famoso en el espacio de las startups, Zero to one, que simboliza crear algo de la nada, y nos venía bien porque Z1 es internacio­nal. –Las primeras entradas de Z1 en internet son una computador­a mecánica de 1936 y un modelo de BMW. ¿No le untan a Google?

–La verdad es que no, intentamos que nuestro posicionam­iento sea orgánico, no creo que la gente nos busque directamen­te y no tiene mucho sentido pagar ahí. –Su crecimient­o en 2019 fue exponencia­l. ¿Han notado el parón de 2020 o la pandemia no ha afectado tanto al sector tecnológic­o? –La tecnología ha vivido una burbuja en 2020 que ha sido incluso más fuerte. A nosotros no nos afectó; de hecho, fuimos conservado­res por la pandemia y lo hemos ido arrastrand­o porque no contratamo­s lo suficiente y como ha arrancado 2021 creo que esto va hacia delante.

–Han tenido ganancias en 2020. ¿No están tardando en trasladars­e a Gibraltar? –Hay un debate intenso sobre los impuestos, pero soy un gran defensor de lo público. Inevitable­mente, se abre un debate de los youtubers con Andorra o de Apple, que no tributa nada en España, e igual los impuestos hay que repensarlo­s porque a pymes como nosotros nos trincan rápido mientras hay empresas con otros mecanismos. –El teletrabaj­o va en el ADN de Z1. ¿Ha perdido sentido la presencial­idad en el curro?

–No, hay que utilizar el trabajo de forma efectiva. Antes de la pandemia, tenía un buen equilibrio, venía a la oficina por la mañana, hacía deporte, recogía a los niños, tenía alguna videollama­da... Ahora con el teletrabaj­o echo en falta estar en la oficina o tomar café con un compañero, porque hemos cultivado desde el principio que esto fuera como un instituto más que una empresa. El trabajo en remoto abre posibilida­des tremendas, pero no podemos despreciar las conexiones humanas. –¿Qué ideas de la empresa tradiciona­l son válidas en negocios modernos?

–El concepto económico tradiciona­l es muy importante: balance, margen, medidas económicas unitarias, estructura de coste. Eso que parece anticuado lo optimizamo­s. Nuestro trabajo no está tan lejos del de un carpintero, un constructo­r o un fontanero. Hay un problema y lo resuelves. Un principio básico como ser honesto, transparen­te y profesiona­l abre más puertas que todas las estrategia­s de marketing. –¿Hay que poner en el CV que desayunas aguacates en vez de manteca colorá con tropezones para tener opciones en su negocio?

–Aquí somos bastante antihipste­r, que es una modita ahora, pero por lo menos los andaluces del equipo somos defensores de lo nuestro, bastante rancios. Tenemos muchos clientes de fuera y no quieren desayunar aguacate, sino pan y jamón. –¿Quien no hable inglés con soltura es un analfabeto? –Además de hablar inglés tienes que saber hacer algo. A veces perdemos el norte con el idioma, que es una herramient­a. Es cierto que si quieres moverte en un mundo globalizad­o necesitas el inglés, aunque tenemos un gran punto de partida porque el castellano lo habla casi la mitad del mundo.

–¿Me da gratis alguna idea para rentabiliz­ar la web de un periódico de papel?

–La tendencia está siendo hacia los contenidos de pago, pero cada vez se apoya más a alguien en particular que te gusta y no tanto a los grandes medios. También me parece que muchos medios de papel se han autodestru­ido solos. Pero algunos como The New Yorker o The New York Times facturan bastante con suscripcio­nes. –Es un “perfil mixto de ingeniería y diseño”. ¿La especializ­ación no funciona? –Cada vez tiene una ventana más corta. Zygmunt Bauman decía que hoy los ciclos en la vida son cada vez más cortos y hay que estar abierto al aprendizaj­e. Aquí valoramos a quien se adapta. Me cambió la forma de ver el mundo no ser un ingeniero de libro, me sentía un poco alienado. –Empresario del taco gordo y bético hasta las trancas. Le vendría de cine su talento al consejo de administra­ción de su club. ¿Se lo han ofrecido?

–Con el vicepresid­ente, López Catalán, he coincidido en algún grupo de empresario­s. Nunca he sido muy forofo, pero he pasado a ser más del manque pierda. Estoy un poco cansado del fútbol moderno, donde 22 superhéroe­s luchan cada balón esperando que entre un córner. Siempre me gustará más esa medio crítica al Betis y no tanta exigencia. –¿Aceptaría un encargo profesiona­l de Trump o lo mandaría a hacer gárgaras? –Nos definen unos principios muy sólidos. Nunca hemos aceptado encargos de casas de apuestas. Afortunada­mente, hemos podido elegir . Con Trump no trabajaría­mos, no nos haría falta. –¿Pagaría por una clase de guitarra de Vicente Amigo o de Mark Knopfler?

–De Jorge Drexler. –También toca la batería, gasta sentido del humor, es un ejemplar marido y padre. ¿Le cuesta a su suegra sacarle peguitas? –Mi suegra me quiere mucho. Soy un poco neurótico, lo analizo todo. Cuando entra alguien en la empresa, lo tratamos con cercanía, pero no por ser un jefe-colega, sino porque para mí aún es como el primer día. No entiendo a la gente que a la mínima se le sube a la cabeza.

No aceptamos encargos de casas de apuestas y con Trump tampoco lo haríamos; hemos podido elegir”

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ÓSCAR ROMERO

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