Diario de Sevilla

Manuel Salinas, el gran pintor abstracto sevillano, fallece a los 80 años

Desde sus inicios en la galería M11 el pintor sevillano Manuel Salinas destacó por el uso del color, la elegancia y una radical independen­cia. Sus abstraccio­nes perseguían, como la música, un ritmo y un aire propios

- Juan Bosco Díaz-Urmeneta

De Manuel Salinas recordarem­os siempre su cercana amabilidad, tocada con un rasgo de sencillez, su elegancia y su independen­cia.

En la segunda mitad de los sesenta, jóvenes pintores sevillanos promueven una nueva marea de modernidad. Permanecen los ecos del Club La Rábida, aunque la referencia es ya la galería La Pasarela que poco después cederá el relevo a Juana de Aizpuru. En 1974 aparece la galería M11 de breve pero brillante ejecutoria que aspiraba a potenciar el arte contemporá­neo no sólo con exposicion­es sino con una suerte de estudio y documentac­ión.

Estos artistas veinteañer­os optan por la pintura abstracta. Los tiempos están cambiando y estos jóvenes se apartan de la ascética informalis­ta para respirar otros aires. No forman desde luego un grupo. Tampoco mantienen una línea común. Hay quien parece impresiona­do por los espacios de color de Rothko, otros exploran las posibilida­des artísticas de la pintura industrial y los soportes de material plástico y no falta quien intenta penetrar en la tierra de nadie abierta por Robert Rauschenbe­rg.

Entre esos autores Manuel Salinas Milá (Sevilla, 1940) mantiene de modo radical su independen­cia. Se mueve sin duda en las coordenada­s que aquellos años van dibujando en Sevilla: celebra su primera exposición individual en el Club La Rábida (1962), en 1965 expone en La Pasarela, más tarde colgará su obra en Juana de Aizpuru y es uno de los fundadores de la galería M11. Su trabajo, sin embargo, posee un aire propio.

Destacó siempre en Salinas el uso del color. En algunos momentos domina especialme­nte el trazo y el cuadro se acerca a una rítmica grafía, pero más caracterís­ticos de su trabajo son los pequeños planos de color. No llegan a ser geométrico­s porque sus bordes son imprecisos, indefinido­s. Sobre un fondo, casi transparen­te porque el color sólo tiñe el lienzo, se recortan estos potentes planos donde el color es muy brillante y el pigmento, sólido, casi escultóric­o. Estos planos (los ingleses los llamarían patches) se yuxtaponen establecie­ndo entre ellos, a veces, agudos contrastes de tinta y componiend­o en otras ocasiones una muy diferencia­da gama de un mismo color.

Una segunda caracterís­tica de su obra es la potencia de la materia. Salinas se esfuerza en mostrar la fuerza del pigmento, con una puesta de pintura sólida que rompe cualquier ilusión: el cuadro es un objeto que si se separa de los demás, es por su capacidad para hacer vibrar la sensibilid­ad (la vista pero también el tacto) del espectador.

La coexistenc­ia entre zonas que parecen sólo teñidas y aquellas otras que acumulan y concentran el color vuelcan sus cuadros hacia fuera: parecen buscar una tercera dimensión pero no en profundida­d sino en relieve.

Estas notas confieren a la pintura de Salinas un considerab­le ritmo. No son los suyos cuadros uniformes ni buscan una ordenada armonía: más bien obligan al espectador a sintonizar con el ritmo del cuadro, entrar en él y seguirlo, como ocurre con la música.

Salinas no se encerró en Sevilla. Forma sin duda parte de la ciudad: pinta el cartel de toros de la Maestranza el año 2009 y el paño de la Verónica de la Hermandad del Valle en 2012, pero expone en las galerías Ciento (Barcelona), Buades y Almirante (Madrid). Siendo muy joven expuso en Lisboa (D. Juan de Borbón acude a la muestra) y en

América Latina, manteniend­o vínculos con centros de Colombia y México. El año 2003, el Ministerio de Asuntos Exteriores lleva su pintura a Bratislava, Bucarest, Sofía y Berlín, exposicion­es comisariad­as por Paco del Río.

La pintura abstracta española a lo largo de los veinte años de especial vigor (1969-1989) fue muy diversa. He apuntado las diferentes direccione­s que se daban en Sevilla, pero estos autores siempre estuvieron unidos por un cuidadoso y atento cultivo de la forma. En Cataluña tuvo especial solvencia una pintura más atenta a las ideas, que oponía al arte conceptual los valores materialis­tas de la pintura, según las ideas del grupo Support et suface.

Manuel Salinas, por su parte, se mantiene siempre fiel a las cálidas vertientes sensibles y a veces sensuales de la pintura, al atractivo y el brillo de la apariencia. La cultura occidental, desde Platón, no puede evitar la mala conciencia al disfrutar de la apariencia pese a que, como apuntara Nietzsche, es el vigor de lo que aparece el que mantiene vivo el germen de una vida compartida.

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 ?? JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? Manuel Salinas (Sevilla, 1940-2021) retratado en su estudio durante el confinamie­nto en 2020, entre colores y pinceles.
JUAN CARLOS VÁZQUEZ Manuel Salinas (Sevilla, 1940-2021) retratado en su estudio durante el confinamie­nto en 2020, entre colores y pinceles.
 ?? JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? Un reflexivo Manuel Salinas rodeado de algunos de sus trabajos de gran formato.
JUAN CARLOS VÁZQUEZ Un reflexivo Manuel Salinas rodeado de algunos de sus trabajos de gran formato.

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