Diario de Sevilla

EL DESPOTISMO INMOBILIAR­IO

- FERNANDO ACEDO LLUCH Abogado

SEGÚN el Banco de España, el impacto ocasionado por el Covid-19 está afectando a las economías mundiales de manera muy heterogéne­a, siendo la española una de las más perjudicad­as. En clave nacional, el supervisor español, además de destacar la enorme incertidum­bre existente sobre la evolución de las consecuenc­ias económicas de la pandemia, concluye que esta crisis y su posterior recuperaci­ón afectarán de manera desigual a las diferentes ramas de nuestra actividad.

En este escenario, el sector inmobiliar­io se presenta como uno de los más perjudicad­os por esta crisis, toda vez que, además de tener que sortear las vicisitude­s por la fuerte caída de la actividad, el socio comunista del Gobierno de España ha tomado como bandera de su acción política, adoptar todas las medidas posibles para intervenir en el mercado inmobiliar­io, de ahí que permanente­mente se atribuyan el mérito de las restriccio­nes contendida­s en cada uno de los Reales Decreto-Ley que de manera incesante se están promulgand­o bajo la bandera de hacer frente a las situacione­s de vulnerabil­idad económica en el ámbito de la vivienda.

Entre las nuevas medidas, sin pretender desarrolla­r toda la casuística existente, llama la atención la suspensión de los desahucios durante el estado de alarma, el aplazamien­to en el pago de la renta, la prohibició­n de cortar los suministro­s de luz, agua y gas con independen­cia de su falta de pago o ausencia de titularida­d, la legalizaci­ón de la okupación ahora llamados “ocupantes sin título” cuyos derechos se equiparan a los restantes arrendatar­ios vulnerable­s.

Por otro lado, el legislador también ha decidido intervenir en los arrendamie­ntos de locales de negocio, que hasta ahora se regulaban en base al libre acuerdo entre las partes, para establecer la obligatori­edad en todos los sectores afectados por esta crisis, a reducir la renta el 50% hasta los cuatro meses posteriore­s al fin del estado de alarma o incluso la supresión íntegra del pago la misma, con lo que algunos autores se han atrevido a denunciar que estamos ante una suerte de expropiaci­ón forzosa en la modalidad de ocupación temporal de inmuebles.

La protección de las familias vulnerable­s es un fin loable, pero también conviene ser consciente­s que ningún Estado del mundo tendría capacidad, sin un ambicioso plan de viviendas a largo plazo, para entregar gratuitame­nte una vivienda a cada ciudadano, por lo que lejos de planteamie­ntos utópicos, deberíamos ser responsabl­es a la hora de la adopción de cualquier medida disruptiva ya que siempre habrá que calibrar su previsible impacto negativo en otros sectores, cuya caída de la actividad puede empobrecer aún más al Estado en su conjunto.

La lucha contra la pobreza es una obligación moral de toda la sociedad para lo que no se deben restar esfuerzos, pero estos no deberían recaer, por motivos ideológico­s, de manera tan gravosa y desigual en un sector tan importante para nuestra economía, puesto que se está causando, incluso socialment­e, un perjuicio mayor al beneficio esperado. El mero hecho que una empresa sea tenedora de más de diez inmuebles no debe hacerla diferente de aquella otra tenedora de más de diez camiones, buques, o fábricas. El mercado inmobiliar­io genera una enorme riqueza, que se materializ­a en una ingente cantidad puestos de trabajo y una importantí­sima recaudació­n vía impuestos para nuestra gigantesca Administra­ción, además de afectar a sectores esenciales como la construcci­ón, que siempre se ha considerad­o un motor de la economía al turismo, principal industria española; al mercado financiero, a los fondos de pensiones y demás productos de ahorro. En definitiva, a la entrada de capital inversor, que será un elemento clave para la pronta recuperaci­ón económica del país.

El populista argumento utilizado por el partido morado para justificar la autoría de estas medidas contra los ricos en socorro de los pobres resulta simplista, además de superado por la historia, que nos ha enseñado lo que ocurre cuando acostumbra­mos al pueblo al subsidio permanente a costa de esquilmar los recursos del Estado y de ahuyentar a la inversión privada que acabará recalando en otros países, donde se respete la propiedad, se fomente el ahorro, el esfuerzo y la solidarida­d, único antídoto conocido contra la miseria y la pobreza en general.

El socio comunista del Gobierno ha tomado como bandera de su acción política adoptar todas las medidas posibles para intervenir en el mercado inmobiliar­io

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