“Es un privilegio ser el primero en grabar inéditos de Boccherini”
● El flautista sevillano Rafael Ruibérriz de Torres registra para el sello Brilliant, junto al Cuarteto de cuerda Francisco de Goya, la integral de quintetos con flauta de Luigi Boccherini
Rafael Ruibérriz (Sevilla, 1983) ha registrado, junto al Cuarteto Francisco de Goya, tres colecciones de quintetos de Boccherini que sorprendentemente nadie había grabado antes en su integridad. “Para mí fue asombroso darme cuenta de que ninguno de los grandes de las flautas históricas, ni Hazelzet ni Kuijken ni Beznosiuk ni Preston ni Hantaï se hubieran fijado en esta música. Detrás de Haydn y de Mozart, ¿quién es el más grande compositor del Clasicismo si no Boccherini?”
–Pero ¿no había nada?
–Sí, un f lautista italiano grabó una de las colecciones y luego había algún quinteto suelto. Con instrumentos modernos también había salido alguna colección. Pero ninguno de los grandes de los instrumentos históricos se acercó a esta música. Yo tenía que hacerlo sí o sí. Para mí es un auténtico privilegio ser el primero en grabar inéditos de alguien como Boccherini.
–La elección del cuarteto no fue difícil.
–No. Conté con Alejandro Marías y su grupo. Es el único cuarteto con instrumentos originales que intenta moverse con regularidad en España.
–Es música escrita en Madrid, ¿para algún flautista en concreto?
–Podemos hacer algunas conjeturas. Las dos primeras colecciones nacen en el palacio de Boadilla del Monte. El infante Don Luis se iba a los Reales Sitios a las Academias de La Real Cámara y se llevaba a los Font, que eran una saga de instrumentistas de cuerda, y a Boccherini. Y el primer flautista que, siendo música de la Real Capilla, empezó a participar con La Real Cámara fue Manuel Cavazza. Era un extraordinario virtuoso. Cavazza es pues el principal candidato. Aunque en La Real Cámara participaron también otros dos f lautistas de la Real Capilla, entre ellos un andaluz, que procedía de la catedral de Sevilla, Manuel Espinosa. La tercera colección, la Op.55, es muy posterior, y ahí estaba ya Gaspar Barli, oboísta-f lautista absolutamente reconocido, al que se le consideraba casi un “semidiós”, según cuenta un corresponsal del Allgemeine Musikalische Zeitung que pasó por Madrid.
–¿Hay diferencias de estilos entre las dos primeras colecciones y la tercera?
–Pues curiosamente, y pese a la genialidad reconocida de Barli, en la última tanda no hay tantos pasajes concertantes para la flauta, que son más típicos de las dos primeras. Además es curioso que sólo en la segunda colección encontramos algún número con pasajes solistas para violonchelo, tan habituales en la música de cámara de Boccherini, y que seguramente tocaría él mismo.
–Pese al estilo de divertimento, ¿se aprecia, al menos en las obras en menor, ese toque tan boccheriniano de la melancolía?
–Sin duda. En cada colección hay una obra en menor y son piezas que, dentro por supuesto del carácter de divertimento, son puramente dramáticas. Resultan sorprendentes y gusta mucho tocarlos porque crean un contraste muy interesante.
–¿Cuáles fueron las principales dificultades desde el punto de vista interpretativo?
–En principio, encontrar la música. De la Op.17 existe una edición crítica. De la Op.55 también hay una edición que puede usarse. Más problemas hubo con la Op.19, de la que aún no existe edición. Por suerte, el musicólogo Marco Mangani, Presidente del Centro de Estudios Musicales Luigi Boccherini de Lucca, nos cedió el borrador de la edición que están preparando. Pero estaba en crudo, y tuvimos que hacer un trabajo importante hasta llegar a interpretar las obras. En cuanto a problemas interpretativos, en realidad no muchos. Salvo los pasajes concertantes, la flauta tiene un tratamiento muy orquestal. Allí donde corresponde he ornamentado, pero lo justo. No he querido planteármelo como una forma de exhibir virtuosismo y de hecho en la edición final del sonido buscamos que la flauta no destacara especialmente, porque está muy integrada en el grupo.
–¿Es este de finales del XVIII su repertorio preferido?
–Me interesaba mucho Boccherini. Y esto era algo que había que hacer. Por suerte, nadie se me adelantó en los dos años que trabajamos en el proyecto. En general me interesa todo el repertorio a partir del Barroco. Ahora bien, con lo que más a gusto me siento es con la música del XIX.
–Los grandes maestros románticos apenas escribieron para la flauta.
–No hay nada. Mucha música de salón. Y es una pena. Se sabe que desde principios del siglo XIX la f lauta era un instrumento muy doméstico. Además es la época en la que empiezan los conservatorios. Se nota que había un auge de la f lauta, y no entiendo por qué ni Mendelssohn ni Schumann ni nadie de los grandes le prestó atención. Sí, están las Variaciones de Schubert, pero eso es algo anecdótico, a pesar de una introducción impresionante. De Weber tenemos un trío, pero Weber no está entre los primeros de los primeros, está entre los últimos de los primeros. Hay que esperar a los años 1870, una vez que la f lauta entra en el Conservatorio de París, para que podamos hallar ya un gran repertorio, que también me interesa mucho. De hecho, hice un recital con Cristina Lucio Villegas en la Maestranza de Caballería con obras de concurso dedicadas a Taffarel, y es impresionante. El repertorio que resulta ya idóneo para la f lauta moderna es extraordinario, y me interesa también muchísimo, siempre que no sea demasiado experimental ni vanguardista, que ya me interesa menos.
–¿Por qué Brilliant para la presentación de este primer álbum?
–Siempre le he tenido mucho cariño al sello. Yo estudié en Holanda, y Holanda estaba plagada de discos de Brilliant. Tienen cosas buenísimas, integrales maravillosas, con intérpretes increíbles y baratitos. Te los encontrabas allá donde fueras, en las tiendas, los supermercados... Para mí es entrañable. Además le estoy muy agradecido al sello, que ha cogido el proyecto como algo propio.
–Hábleme de la portada, en la que sale su perra...
–La tenía ya en mente. Mi perra, Telma. Y a su lado quería una silla que fuera emblemática, una silla del palacio de Boadilla del Monte, donde se compusieron las dos primeras tandas de quintetos. A través de amigos llegué hasta el actual Conde de Chinchón, heredero directo del propio infante Luis. Esa silla de la portada es diseño de Ventura Rodríguez, que fue el arquitecto del palacio del infante en Boadilla del Monte o de la fuente Cibeles, por ejemplo... Me costó mucho, pero lo conseguí. Me parece muy sugerente. En el cuadro de Goya de Carlos III cazador, aparece un perro tumbado al lado del rey, y si no es un weimaraner como Telma es primo hermano. Quién sabe si el infante pudo llegar a sentarse en esa misma silla con su perra a los pies escuchando esta música, por supuesto con Boccherini en el violonchelo junto a los Font y Cavazza o quien fuera como f lautista...
Salvo algunos pasajes concertantes, la flauta tiene un tratamiento muy orquestal”
Me interesa todo el repertorio a partir del Barroco, pero con lo que más a gusto me siento es con la música del XIX”