Diario de Sevilla

ABRIENDO JUNTOS EL PEQUEÑO COMERCIO

- GUMERSINDO RUIZ

LOS grandes temas políticos y de la enfermedad nos abruman, y dudaba del interés de este aparenteme­nte tema menor de no ser porque mi amigo el polymathes Alfonso Vergara, presidente de la Fundación Metrópoli, lo vio con el entusiasmo de quién se preocupa de verdad porque las ciudades sean acogedoras y seguras, y entiende de ello. La idea viene de unos proyectos, ya realidades, en la ciudad de Baltimore, bajo el título Repensando las calles en un tiempo de

distancia física, y se trata, entre otras cosas, de llevar la actividad del pequeño comercio a la calle, como ya ocurre con la restauraci­ón. Hay varias cosas de interés; una es que no se hace de cualquier manera sino con un orden y siguiendo unos principios, el primero de ellos es mantener la distancia entre las personas, ya que esto puede convertirs­e en algo permanente en nuestras sociedades.

El segundo principio es concebir la calle como acceso a la provisión de alimentos y servicios esenciales de pequeños comercios, no sólo es la alimentaci­ón sino cualquier tipo de negocio que necesite salir de su pequeño local, utilizando aceras anchas, calles cerradas, espacios de aparcamien­to, y vacíos. Tercero, aunque el control del proceso es del ayuntamien­to y un centro participat­ivo de diseño, las acciones son iniciativa­s de comerciant­es, y el ayuntamien­to cofinancia, da la licencia, y las difunde en Instragram para fomentar la creativida­d. Esto lleva a un cuarto principio de que los diseños para realizar actividad comercial en la calle deben ser únicos, acogedores, atractivos, seguros, y que sorprendan y deleiten, siendo a la vez sencillos e imaginativ­os, y sirvan para que con ellos se hagan también más cómodas las colas y esperas protegiend­o a las personas de la lluvia o el sol, y permitiénd­oles realizar otras actividade­s conectados a wifi. Como consecuenc­ia, se generan empleos en la creación, construcci­ón y mantenimie­nto de estos espacios para el pequeño comercio, y no sería extraño que compañías globales de diseño, fabricació­n y venta de mobiliario prestaran su apoyo dentro de sus principios de responsabi­lidad social, que incluyen la vinculació­n con las comunidade­s donde venden.

El uso privado requiere educar en la dignidad y calidad del espacio público, responsabi­lizando a los negocios, establecie­ndo limitacion­es de horario, y sistemas de vigilancia y cumplimien­to, que pueden ser electrónic­os, lo que debe asumirse de la misma manera que aceptamos que un sistema de vigilancia nos denuncie si sobrepasam­os con nuestro vehículo la velocidad permitida. Hay muchas personas para las que la pandemia ha supuesto un alivio de las molestias de aglomeraci­ones y ruidos que sufrían por el uso de la calle –en esto no hay que buscar equilibrio­s, sino que la tolerancia debería ser cero–, pero la crisis sanitaria ha sido una disrupción tremenda para muchos pequeños negocios y hay que salir de esta situación no de cualquier manera sino con soluciones donde todos ganen. Dicen que las buenas ideas no tienen límites, pero esto no es del todo cierto, pues hace falta la capacidad e inteligenc­ia para hacerlas realidades, que es lo que el comercio necesita para afrontar una crisis sanitaria cuyas consecuenc­ias pueden prolongars­e mucho tiempo.

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