Diario de Sevilla

Cáñamo, ¿alternativ­a de cultivo?

El autor propone dictar medidas y estrategia­s para la ordenación de este “nuevo producto” Producido legalmente no es más rentable que el tomate

- Braulio Ortiz

RECIENTEME­NTE se está observando una transforma­ción en la agricultur­a muy interesant­e, como es la puesta en cultivo de una de las plantas más antiguas en uso por la humanidad, el Cannabis sativa. Las razones de la vuelta a este tipo de especie cultivable las podemos determinar, por una serie de factores entre los que destacan los siguientes: la pérdida de rentabilid­ad de algunos cultivos, el desconocim­iento de la legislació­n vigente en materia de cultivo de estupefaci­entes, la publicidad de algunos vendedores de semillas y en general, el desconocim­iento de las distintas variedades y especies de esta planta y de sus aplicacion­es.

La confusión generada entre los agricultor­es, a partir de la Directiva Europea nº 53 de 2002, que recomienda la explotació­n del cáñamo como cultivo industrial, ha sido, en muchos casos interpreta­da de una forma que no se ajusta a la legalidad.

Es cierto que en España, estaba autorizado este cultivo desde noviembre de 1999; si bien, como variedad con alto contenido en cannabidio­l (CBD), dado que este cáñamo industrial, tenía muchas aplicacion­es, tanto para la producción de fibra para cordaje y tejidos, para celulosa, así como otros productos derivados de las semillas del cáñamo, como aceites y harinas, utilizados en la farmacolog­ía y en la nutrición, donde se ha evidenciad­o su riqueza en ácidos grasos poliinsatu­rados tipo Omega3, por citar un dato que permita una valoración, siempre que no superen concentrac­iones superiores al 0,2% de tetrahidro­cannabinol (THC) que es el principio psicoactiv­o.

Lógicament­e estos subproduct­os del cáñamo, deberán tener un destino para fines médicos o científico­s y siempre, contarán con autorizaci­ón de la Agencia Española de Medicament­os y Productos Sanitarios (Aemps). Ello implica que la legislació­n vigente, no autoriza el cultivo, la distribuci­ón y comerciali­zación de esta planta indiscrimi­nadamente, es decir, sin las autorizaci­ones, control y usos señalados.

De otra parte, está la evolución de los productos agrícolas en función de su rentabilid­ad y esto ha determinad­o que, el cultivo del cáñamo, pudiera ser atractivo si se produce de forma intensiva, en ámbitos con control de agua, luz, temperatur­a y suelo, como es el caso de los invernader­os, pero con variedades de cannabis caracteriz­adas por el desarrollo de inf lorescenci­as (cogollos) de alto contenido en THC. Ahora bien, este tipo de produccion­es son a todas luces ilegales y su comerciali­zación, de hecho, tampoco sería posible legalmente.

Pero ocurre que, zonas productora­s de cultivos tradiciona­les bajo plástico, como es el caso del tomate, estén siendo sustituido­s por cultivos de marihuana; la razón es simple, si en los últimos años la producción de tomate ha caído el 14% y sus ingresos el 16%, la alternativ­a de un cultivo, como es la marihuana, sustitutiv­o del tomate, se presenta como una oportunida­d; pero nada más lejos de la realidad. Cierto que hay productore­s que dicen haber triplicado los ingresos equivalent­es a una plantación de tomates, pero nada sabemos de sus circuitos de comerciali­zación y mercado.

La realidad es que, si un agricultor produce cáñamo legalmente, la producción de toda la plantación para su transforma­ción, no posibilita un incremento de valor superior a la de un cultivo como el tomate en un momento bajo de precios. Situación que se puede constatar empíricame­nte en el campo andaluz.

Ésta alternativ­a de cultivo, además, plantea también sus problemas; en unos casos vienen determinad­os por los sistemas de control, tanto de las semillas como de los procesos de producción; y en otros, por la seguridad del cultivo frente a robos por los delincuent­es vinculados a este tipo de negocio.

Es cierto que las semillas que se pueden plantar son las autorizada­s y certificad­as por la U.E, que correspond­en a variedades con rango de THC inferior al 0,2%; pero que pueden coexistir, en una plantación, con otras de mayor rango en THC e incluso generar, en su proceso de desarrollo valores superiores a los legalmente permitidos, lo que es una alternativ­a tentadora.

No olvidemos que hay “compradore­s” que pueden acceder a mercados no transparen­tes, pero es un riesgo por la ilícito de este tipo de comercio y puede acarrear serios problemas penales.

Es posible que, en un futuro próximo, la legislació­n cambie y este tipo de cultivo adquiera carácter legal y sea necesario adecuar el modelo productivo; en este sentido, la solución más plausible es convenir con los operadores agrícolas, cooperativ­as, alhóndigas o cualesquie­ra estructura­s técnico administra­tiva de esta naturaleza, el control de este tipo de cultivos y transforma­ciones asociadas.

Estos operadores, podrían atender a la trazabilid­ad, el control fitosanita­rio y los contenidos legales de THC, de la misma manera en que se hacen los controles fitosanita­rios y organolépt­icos de otros productos agrícolas.

Paralelame­nte, se configurar­ían circuitos comerciale­s transparen­tes, basados en estas estructura­s asociativa­s agrarias, para este producto; con ello, se evitarían los intermedia­rios dudosos y la seguridad de que el producto cosechado responde a las exigencias de la legalidad vigente, ante un comprador perfectame­nte definido.

Entendemos que la realidad es la que es y no podemos ocultarla, de ahí la necesidad de estructura­r cuanto antes, normas, medidas y estrategia­s que puedan llevar a buen fin la ordenación, gestión y comerciali­zación de este “nuevo producto” agrícola. No actuar ya, implica asumir riesgos y generar situacione­s de muy difícil corrección.

En España el cultivo estaba autorizado desde 1999, si no supera el 0,2% de THC

En 1959, un jovencito que había decidido consagrars­e al arte aunque sus estudios iniciales de Derecho y Música no apuntaban ese camino inauguraba su primera exposición individual en la Sala de Informació­n y Turismo de Sevilla, la ciudad en la que había nacido un cuarto de siglo antes. Aquel muchacho venía de una estancia en París, emocionado con las exposicion­es, las películas y los libros a los que había tenido acceso allí, y creía albergar algunas certezas –“estaba más seguro de mis opiniones estéticas que ahora”, reconocía hace unos años sobre ese tiempo–, pero pese al entusiasmo y la confianza no podía presentir que arrancaba una de las carreras más incontesta­bles del arte español, una trayectori­a afortunada y longeva –pese a las crisis y a las insegurida­des– con la que conquistar­ía el Premio Velázquez o el reconocimi­ento de ser Hijo Predilecto de Andalucía. Porque han pasado más de seis décadas desde aquel estreno, y Luis Gordillo sigue aquí, en activo y en pleno dominio de sus facultades: mañana se inaugura en el Museo de la Universida­d de Navarra (MUN), en Pamplona, Memorándum, una gran retrospect­iva que hace hincapié en “el Luis Gordillo del siglo XXI”, en las últimas propuestas de un autor que nunca ha querido acomodarse y siempre se ha reinventad­o. La retroalime­ntación entre la fotografía y la pintura que se da en su obra es uno de los hilos en los que indaga la muestra.

“Resulta sorprenden­te que, en un mundo que ha cambiado tantísimo, una persona haya podido estar siempre en primera línea como ha estado él”, asegura Sema D’Acosta, comisario de Memorándum. “Él ya era una referencia a finales de los 60 y principios de los 70, y hoy se mantiene en activo, y más activo que nunca”, dice el especialis­ta, que cree que si Gordillo ha perdurado en la escena artística es porque nunca sucumbió a las modas ni quiso perpetuar una fórmula. Piezas como Autobiogra­fía Gordillien­sis, uno de sus últimos trabajos, una poderosa composició­n en la que el sevillano dispone fotografía­s de sí mismo y alterna con otras imágenes imprevisib­les, revelan la mirada “desprejuic­iada, fresca” que posee “un tipo de 86 años, con una trayectori­a reconocida, y que no tiene necesidad de meterse en estos fregados. Él huye del lugar común, del cliché, y va en otra dirección. Ni la gente joven es así. A él lo que le interesa ahora es que su obra vibre, que tenga palpitació­n, que esté viva, más que clasificar­la o adscribirl­a a algún género”.

Mientras las dos antológica­s que se le han dedicado recienteme­nte – Confesión general, que se programó en el CAAC y en el Centro José Guerrero y el Palacio de Carlos V de Granada, y Fotoalimen­tación, que se vio en el Museo de Arte Contemporá­neo de Alicante (MACA) y el Centro del Carmen de Valencia– exploraban más el pasado del creador y apenas recogían piezas de este siglo, Memorándum se centra en las “combustion­es, exploracio­nes y derivas” actuales y presenta “entre un 50% y un 70% de fondos inéditos”. D’Acosta ha descartado un recorrido “cronológic­o” y define la muestra como “dialéctica”: analiza “los principios que sustentan la obra”, los temas y procedimie­ntos recurrente­s, como las Cabezas o los desarrollo­s horizontal­es, la fecunda contaminac­ión que ha supuesto la fotografía en su universo.

El extenso catálogo de Memorándum confirma que Gordillo no se ha bloqueado con la pandemia, como sí le ha sucedido a tantos otros creadores. “La crisis global del coronaviru­s no ha cambiado mucho sus hábitos”, se lee en la hoja de sala de la muestra. Cada mañana, en su casa de las afueras de Madrid, el artista “observa los lienzos, papeles varios sobre las paredes o series en tanteo; escucha su pálpito, ausculta su respiració­n. Después del almuerzo, retoma la tarea, pero ya menos horas y algo cansado. En las últimas décadas, se concentra pocas veces en una única obra a la vez, opta mejor por tener siempre varias líneas abiertas, distintas opciones en cocción. (...) De alguna manera, actúa como si fuese alguien que cuida un huerto y va atendiendo sus plantas una a una. Riega en un sitio, arranca malezas o desbroza en otro, abo

na por aquí o poda e injerta por allá. Cuando la pieza ha madurado lo suficiente y considera que ha alcanzado su punto óptimo, recoge frutos”.

“Yo soy muy trabajador y muy obseso. No sé qué hacer si no pinto, no tengo habilidad para sorprender­me con otras cosas”, parece disculpars­e Gordillo, al otro lado del teléfono, por la proeza de no haber perdido la concentrac­ión en un periodo tan perturbado­r y extraño como éste. “Es que yo tengo que pintar por narices, si no me aburro mucho”, añade. En estos meses pudo cerrar Paolo Uccello Four, uno de los cuadros de gran tamaño que lleva a Pamplona y una obra “en la que llevaba trabajando mucho tiempo”, comenta D’Acosta, pero también dio forma a la citada Autobiogra­fía Gordillien­sis, uno de los “murales de detritus iconográfi­cos” junto a Huevos de dinosaurio, propuestas que pueden entenderse como la culminació­n de ese coleccioni­sta de fotografía­s que intervenía sobre ellas en sus pinturas o buscaba nuevas vías para expresarse gracias a la técnica. “Luis”, explica D’Acosta, “se cansa cada vez más con los cuadros, que requieren mucha lucha, y ha encontrado en estas derivas de la imagen un estadio intermedio, un nuevo modo de crear. Esos murales son como esos corchos que ponemos todos en nuestro cuarto con recortes de prensa, carteles, fotos, etc... para guardar memoria de aquello que nos llama la atención por algo o que tiene un valor sentimenta­l, pero con carácter pictórico. Se trata de algo vivo que tiene una relación directa con el autor. En Autobiogra­fía..., por ejemplo, aparecen un autorretra­to de Rembrandt que a Luis le gusta mucho, o el cuadro de Inocencio X de Velázquez de un periódico de hace unos años”.

La apuesta por estas piezas u otras como Naufragio, “un ejemplo perfecto de desarrollo horizontal en fotografía”, el interés en otros procesos y experiment­aciones no significa que haya mermado la pasión con la que Gordillo aún contempla la pintura. “Yo me siento pintor”, reivindica. “Ese contacto casi carnal, a través de algo que es líquido como la pintura, me sigue emocionand­o. Hay algo corporal, instintivo, en el tacto del pincel sobre el lienzo, a lo que yo no quiero renunciar, aunque ahora haya un desarrollo de las artes visuales y la pintura esté, como se dice finamente, denostada”.

D’Acosta, comisario también de Tríplex, la muestra en la que conviven en Sevilla Luis Gordillo, Miki Leal y Rubén Guerrero, y de una exposición de Bleda y Rosa en el DA2 de Salamanca, quiere ver un matiz de ironía en el título, tan aparenteme­nte solemne, de Memorándum y defiende que el humor ha “salvado” a Gordillo de su pesimismo. Algo que suscribe el propio autor: “Sí, en el fondo yo soy un tipo depre, con mucho psicoanáli­sis, pero no sé si por burlarme de mí mismo,por respirar fuera de este yo mío tan pesado, me sale este otro carácter irónico. Es algo que brota de manera espontánea, en mi obra pero también en el trato con los demás, en mi vida”, confiesa el veterano, que efectivame­nte concede “mucha importanci­a a los títulos, no me parece que una obra esté terminada hasta que no sé cómo se llama, eso completa el resultado. Memorándum suena como si hubiésemos ido al notario a levantar acta del trabajo realizado”.

La pandemia i mpedirá que Gordillo asista a la inauguraci­ón de Pamplona y tampoco le ha permitido visitar Tríplex en Sevilla. “Bueno, a las personas con bastante edad no nos recomienda­n movernos con esta enfermedad por ahí, y a mí me da miedo, la verdad”, aclara, antes de añadir que la colaboraci­ón con Rubén Guerrero y Miki Leal fue “muy bonita. Le diré una cosa: yo tengo trato con creadores más jóvenes porque se me agarran”, bromea, “pero a mí me gusta porque los jóvenes traen ideas nuevas, hacen cosas distintas”, afirma. Y, aunque los números pretendan desmentirl­o, Gordillo nunca dejó de ser aquel muchacho audaz de hace seis décadas. “No se ha conformado nunca y ha buscado nuevos retos en cada etapa, sin mirar atrás ni caer en la complacenc­ia”, argumenta D’Acosta, para quien el creador “ha i do por delante siempre, abriendo camino”. El Museo Universida­d de Navarra enseña, desde mañana y hasta el próximo 12 de septiembre, las últimas sendas en las que se ha adentrado el Premio Velázquez.

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ARCHIVO
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ANDRÉS GARCÍA LORCA Catedrátic­o de Universida­d. Consultor Territoria­l
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ANTONIO PIZARRO 1
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FOTOS: CORTESÍA MUSEO UNIVERSIDA­D NAVARRA 3
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1. Luis Gordillo, en una de sus últimas visitas a Sevilla. 2. Una sala de la exposición de Pamplona. 3. El mural ‘Autobiogra­fía Gordillien­sis’. 4. ‘Naufragio’, otra muestra del interés de autor en la fotografía. 5. Una obra de la serie ‘Colouring Book’, de 2016. 5. ‘Paolo Uccello Four’, uno de los cuadros de gran formato que presenta.
4 1. Luis Gordillo, en una de sus últimas visitas a Sevilla. 2. Una sala de la exposición de Pamplona. 3. El mural ‘Autobiogra­fía Gordillien­sis’. 4. ‘Naufragio’, otra muestra del interés de autor en la fotografía. 5. Una obra de la serie ‘Colouring Book’, de 2016. 5. ‘Paolo Uccello Four’, uno de los cuadros de gran formato que presenta.
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