Diario de Sevilla

Más de 80 positivos tras la primera dosis en una residencia de Sevilla

● Familiares de los acogidos en un asilo de Alcosa denuncian malas condicione­s y el fallecimie­nto de una decena de ancianos

- Cristina Valdivieso SEVILLA

“Esto es como en la guerra, comemos en la cama, están todas pegadas y tenemos mucho frío”. Es el mensaje que recibió hace unos días el familiar de un usuario contagiado en la residencia de mayores Vitalia Home Parque Alcosa, que prefiere mantener el anonimato. En el centro, de gestión privada, se ha declarado un brote que ha llegado a concentrar más de 80 positivos, aunque a día de hoy estaría en 62, según confirman fuentes de la Consejería de Salud, que mantiene medicaliza­das las instalacio­nes a raíz de este foco. La Junta no confirma datos sobre fallecimie­ntos a causa de este brote, pero los cálculos de los familiares cuantifica­n al menos una decena. Igualmente confirman que la mayoría de los usuarios habían recibido ya la primera dosis de la vacuna antes de la infección.

La situación que se está viviendo en el interior de este centro ha sido denunciada a este periódico por varios familiares de usuarios, uno de ellos lamentable­mente fallecido, y también por algunos ex trabajador­es. Aseguran que no se estarían cumpliendo los protocolos de seguridad para evitar los contagios y que “la situación se les ha ido de las manos” a pesar, apuntan, de que “los mayores llevan más de dos meses encerrados en sus habitacion­es”.

El geriátrico superó toda la primera ola sin contagios y fue el pasado mes de septiembre cuando, según este familiar que prefiere no hacer pública su identidad, se dio el primer caso en un trabajador. A raíz de ahí, afirma, “se empezaron a dar más y más casos entre los usuarios porque no han adoptado medidas”, afirma.

Los familiares se quejan, precisamen­te, de la ausencia entre los residentes de una de las más importante­s barreras de contención del virus, las mascarilla­s. Manifiesta que no se les facilitan a pesar de las decenas de contagios y las “continuas peticiones” y asegura que la explicació­n que ha recibido por parte del centro es que “ellos están solos en su habitación y por eso no la necesitan”. En este punto, asegura que ellos mismos se han ofrecido a llevarlas si la razón es la falta de medios, pero no han obtenido respuestas.

Mientras tanto, los contagios siguen en aumento y, en consecuenc­ia, los fallecidos, que, según sus cálculos, se habrían producido al menos diez. Son los datos recabados a través de un grupo de Whatsapp en el que no estarían todos los familiares, por lo que temen que este número “puede ser mucho mayor”.

José Martín Cataluña es hijo de una de las primeras residentes que dio positivo y que recienteme­nte ha fallecido. Según sus propias palabras, a raíz de este brote, ha descubiert­o que lo que se vive en el centro “es una auténtica casa de los horrores”. Martín Cataluña asegura, y así han confirmado otros familiares de usuarios, que los mayores están “sin calefacció­n”, con “ropa que no es suya”, “esquelétic­os” y “con un estado físico y psíquico muy deteriorad­o”.

“Tuve que decir que iba a denunciarl­os en el juzgado de guardia para que me pasaran con la directora tras varios días intentándo­lo porque mi madre estuvo tres días sin calefacció­n en una habitación sola con una simple estufa. Se comprometi­ó en arreglarla y así lo hicieron. Aun así, en plena borrasca Filomena, con el frío que hizo, sólo se la ponían por la noche”, afirma.

La madre de José Martín fue trasladada a una habitación de la cuarta planta del edificio tras confirmar su positivo en un cribado en el centro. Asegura que prácticame­nte pasó la enfermedad asintomáti­ca. El problema está cuando a su madre la sacaron de esa habitación, “a escasos tres días de cumplir los 14 de cuarentena”, y la llevaron a una sala establecid­a como planta Covid una vez que fue medicaliza­da la residencia por parte del Servicio Andaluz de la Salud (SAS) junto con otros positivos.

“Mi madre estaba bien. Yo hablaba con ella y con los médicos y eso es lo que me transmitía­n hasta que el 20 de enero, cuando le faltaban tres días para cumplir los 14, me dijo ella misma que la iban a trasladar a una planta medicaliza­da con siete enfermos más. Yo me negué unilateral­mente porque le quedaban tres días de aislamient­o y ese trasladado lo único que le iba a suponer era exponerla a una mayor carga viral y sin mascarilla. Pero me dijeron que los sanitarios eran ellos y que se guiaban por las autoridade­s sanitarias. Después me enteré de que mi madre ya había sido trasladada a esa zona”, relata.

Pero hay más, el hijo de la fallecida señala que cuando se cumplieron esos 14 días de aislamient­o estipulado, desde el centro llamaron a su hija, nieta de la residente, para comunicarl­e que tenía que estar 14 días más aislada porque no tenía anticuerpo­s y “15 minutos después”, asegura Martín Cataluña, lo llamó el médico a él para decirle que su madre se había curado y que sería instalada en la zona limpia de la residencia, donde tres días después empeoró y tuvo que ser trasladada al Hospital Virgen Macarena, falleciend­o a los pocos días. “A mi madre la llevaron a una zona limpia sin hacerle una PCR que confirmara que era negativo. Estuvo tres días con otros residentes no contagiado­s y el 26 de enero tuvieron que llamar a una ambulancia de urgencias y se las llevaron al hospital, donde ingresó automática­mente en la planta Covid tras confirmar que seguía contagiada. Estuvo tres días en zona no Covid, contagiada y sin mascarilla”, lamenta.

Martín Cataluña avisa de que va emprender acciones legales por el “mal trato recibido” y porque considera que ha sido “engañado”. “Me han mentido y además me han falsificad­o fechas en los informes clínicos y de eso tengo pruebas para demostrarl­o”, indica.

No sólo los familiares denuncian la situación “lamentable” que se vive en este centro. También algunos ya ex trabajador­es señalan “una falta de recursos muy grave”. Precisamen­te el miércoles firmó su baja voluntaria un auxiliar de enfermería que también prefiere reservar su intimidad. Según ha contado a este periódico, fue con

tratado hace apenas cuatro días como personal de refuerzo para hacer frente en el turno de noche a la necesaria mayor atención sanitaria dentro del centro, pese a que, al estar medicaliza­do, cuenta con un servicio de enfermería 24 horas. “Cuando me ofrecieron el contrato me dijeron que iba a estar en la zona Covid, pero en ningún momento me dijeron en las condicione­s que se trabaja allí, si lo llego a saber no firmo”, dice.

Este auxiliar de enfermería asegura que allí se hacen “auténticas barbaridad­es”. “Los abuelos estaban agolpados en seis salones y podía haber unos 20 en cada uno de ellos. Entre todos unas 70 personas para dos auxiliares solos. Esa situación de estrés no hay quien la pueda soportar. Al principio pensé que sería cosa de mala organizaci­ón los primeros días, pero he visto que esto es así siempre y por eso he decidido irme porque he estado en muchas residencia­s y nunca he trabajado de esa manera”, afirma.

Los familiares afirman que “la mayoría” había recibido ya la primera dosis de la vacuna

Sobre la atención recibida por los usuarios, el sanitario asegura que “están durmiendo con la ropa de calle”. “Lo que se les pone por la mañana es lo que tienen todo el día hasta el día siguiente cuando se les ducha y se les cambia”, afirma. Igualmente, señala que los residentes “pueden estar sentados en una silla desde que se les levanta hasta que los vuelven a acostar a las ocho de la tarde”.

Desde el punto de vista sanitario, el auxiliar destaca que “no se compran los materiales que el SAS indica que son necesarios” mientras que, en relación a los EPIS, asegura que tienen que apuntar cada vez que cogen uno y en lugar de quitárselo­s al pasar de una zona Covid a una zona limpia, “lo que se hace es pasar por una máquina que los desinfecta con lejía”. “Supuestame­nte no se puede usar más de uno al día”, matiza.

Por otro lado, hace unos días otro grupo de ex empleadas del centro denunciaro­n también públicamen­te en un medio digital cómo en la residencia se ha llegado a servir “comida en mal estado”; el uso de “sábanas en vez de toallas para secar a los mayores tras las duchas porque las lavadoras y secadoras se estropean continuame­nte”; o la “falta de material de protección suficiente”, según esta publicació­n, porque “desde dirección se indica que mejor unos guantes limpios con agua y jabón antes de cambiarlo cada dos por tres”, recoge la web diario24.es.

Este periódico intentó ayer reiteradam­ente ponerse en contacto con la dirección de la residencia, pero ningún responsabl­e quiso ofrecer su versión.

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REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Varios trabajador­es de la residencia Vitalia Parque Alcosa, ayer, a las puertas del centro.
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Dos familiares de usuarios tratan de hablar con los mayores por las ventanas.

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