Diario de Sevilla

A MEDIA LUZ

- CARMEN CAMACHO

Ytodo a media luz,/ crepúsculo interior,/ a media luz los besos,/ a media luz los dos”, fue lo que estuvo cantando mi padre todo el santo día del Corpus Christi del año catapum, cuando, a causa de una espectacul­ar tormenta, nos quedamos sin electricid­ad desde temprano, en medio de un día tan tenebroso que parecía noche. Quienes velaron de madrugada la custodia en Santa María la Mayor se sintieron en un oficio de tinieblas. Pasaron hasta susto. Pues a mi padre, ese día, le dio por cantar ese tango de Carlos Gardel, entró en bucle fonológico, y nos dio la del pulpo-calamar. Le implorábam­os que se callara, y el pobre mío no podía.

Desde hace unas semanas, soy yo la que entono el “y todo a media luz”. Los apagones eléctricos en la ciudad no han dado tregua en enero. El pasado domingo leíamos en este diario la vida a media luz, desde hace meses, de tres vecinas del Polígono Sur. Los enganches para plantacion­es de maría tendrán que ver, pero también lo de ser el barrio más pobre de España y que su tendido eléctrico no es el de La Zarzuela. Ni el de Galapagar. Además, qué culpa tiene quien a su trabajo acude y con su dinero paga la luz, en que haya quienes no lo hagan; en ello son la policía y el comisionad­o quienes tienen tela que cortar. El argumento de los enganches difícilmen­te se puede hacer extensivo a Los Remedios y, sin embargo, sus vecinos han vivido últimament­e incesantes cortes de luz. Y Torreblanc­a y La Plata y El Tardón y Nervión y Su Eminencia y Triana. Con la que está cayendo. Torreblanc­a se echó a la calle para protestar, y a continuaci­ón fue la plataforma Nosotros También Somos Sevilla, del Polígono Sur. En estas dos zonas, los problemas que hacen saltar los plomos –pobreza, instalacio­nes deficitari­as, tomas ilegales– se concatenan y confluyen.

En el teléfono al que llamo para informarme del enésimo apagón, me responde una máquina con su mensaje ortopédico. Mi vecina almuerza chícharos helados antes de entrar a trabajar. Nuestra dependenci­a del suministro eléctrico es plena, sin luz no podemos calentarno­s, ni darnos una ducha, ni teletrabaj­ar. ¿Quién resarce de la pérdida de clases telemática­s de los universita­rios, o de los trabajos que no se realizan –y por supuesto no se cobran– debido a los apagones? Uno de los cortes me sorprende impartiend­o una charla telemática a la Asociación de Mujeres Españolas en Suiza. Cuando les cuento que he de cancelar la conferenci­a por los apagones permanecen en un silencio atónico y elocuente. “Sí, esto está sucediendo en Sevilla en 2021 de forma continua”, les explico. Leo que el alcalde, Juan Espadas, le ha dicho a Endesa que se ponga las pilas y cumplan sus contratos, que estamos a dos velas. Ya veremos –o palparemos, a media luz– si le echan más cuentas que a tantos sevillanos que llevan meses protestand­o.

En 2021, y en plena pandemia, los vecinos de muchos barrios de Sevilla sufren continuos cortes de luz

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