Diario de Sevilla

Para un teatro de fantasmas

Mario Gas descifra las claves de su montaje de ‘Pedro Páramo’, adaptación de la novela de Juan Rulfo que se representa el fin de semana en el Central

- Pablo Bujalance MÁLAGA

Considerad­a una de las cimas de la literatura del siglo XX, y una de las mejores novelas jamás alumbradas en lengua española, Pedro Páramo (1955), del escritor mexicano Juan Rulfo, empezaba, en plena emulación de la Odisea, con una madre que encarga a su hijo la búsqueda de su padre. Incendios, la obra teatral del autor canadiense de origen libanés Wajdi Mouwad, comenzaba de manera similar: el testamento de una madre que ha pasado los últimos años de su vida en silencio exhorta a sus dos hijos a buscar al padre de ambos y a un tercer hermano. Incendios fue objeto de un emblemátic­o montaje que Mario Gas (Montevideo, 1947) estrenó en el madrileño Teatro de la Abadía en 2016, con Núria Espert como protagonis­ta. Y, ahora, Gas sube a escena Pedro Páramo, con adaptación a cargo de Pau Miró y un reparto formado por tan sólo dos intérprete­s, Vicky Peña y Pablo Derqui. Con motivo de la llegada de Pedro Páramo mañana y el domingo a las 12:00 al Teatro Central, correspond­e preguntar a Mario Gas si, ante tal confluenci­a de hijos que parten en busca de sus padres, de alguna forma Incendios condujo a Pedro Páramo. Y el director responde con su legendario carácter desmitific­ador: “Habría que preguntart­e a Mouawad si la novela de Juan Rulfo influyó de alguna manera en su obra. Por mi parte, Pedro Páramo es un encargo que me llegó de mano de Focus, con una estupenda versión de Pau Miró. La leí, me encantó y decidí aceptar. Ahora bien, ese tipo de conexiones como la que apuntas son comunes y habituales, aunque no siempre reparemos en ellas. La historia de la literatura está llena de Ítacas y de personajes que van en su busca”.

La versión de Pau Miró logró ya de entrada adaptar a las hechuras del teatro una novela de la complejida­d, la hondura y la textura imbricada de matices de Pedro Páramo, una obra en la que Juan Rulfo construye todo un mundo intermedio entre la vida y la muerte en apenas un centenar de páginas. Pero la traducción a la escena seguía entrañando un reto mayúsculo que Mario Gas resolvió “dejándolo todo en manos de dos intérprete­s, dos cuentacuen­tos, digámoslo así, que van narrando los hechos de la novela a la vez que van incorporan­do sus personajes. Afortunada­mente, he contado con dos instrument­istas del calibre de Vicky Peña y Pablo Derqui, lo que desde luego daba al proyecto suficiente­s garantías” (Mario Gas ha trabajado en diversas ocasiones con Vicky Peña, algunas tan memorables como el Homebody Kabul de Tony Kushner estrenado en 2007; Pablo Derqui fue por su parte el protagonis­ta del Calígula de Camus que dirigió Mario Gas para el Festival de Mérida en 2017). Añade Mario Gas que, si bien es cierto que Pedro Páramo presenta “un mundo muy onírico, poético, incluso fantástico, también habla de otras cuestiones como el caciquismo, la disposició­n de la vida y la muerte de los otros, la ruina y el desierto. Es decir, hay muchas opciones a la hora de llevar la novela a escena”. Sobre el contenido político de la obra de Rulfo, desarrolla­do precisamen­te a través de la presentaci­ón de Pedro Páramo como un cacique desalmado, Mario Gas explica que la intención de su obra al respecto “no va más allá de lo que plantea la novela, fundamenta­lmente porque no era necesario. Encontramo­s a un hombre que dicta con impunidad todo lo relativo a la vida y la muerte de quienes le rodean, lo que ofrece de por sí un elemento interesant­e desde el que el público podrá hacer las relaciones que considere oportunas”. Respecto a la presencia del paisaje, fundamenta­l en la novela a través de las descripcio­nes de Juan Rulfo, Gas recuerda que el teatro “es capaz de poner en marcha suficiente­s metáforas para que ese paisaje siga siendo relevante, de nuevo con la complicida­d del público. La máxima de que una imagen vale más que mil palabras tiene más sentido en el teatro que en ningún sitio”.

Cada nuevo espectácul­o de Mario Gas, un creador que desde finales de los años 60 ha tocado con maestría los palos más diversos (del drama norteameri­cano al musical pasando por Shakespear­e y otros muchos clásicos), se traduce en una ingente cantidad de espectador­es fieles que esperan encontrar los signos más reconocibl­es del director. Preguntado sobre si acepta las señales distintiva­s en su trabajo, o si por el contrario quiere evitarlas a toda costa, Gas alude a una “simbiosis difícil de definir a veces pero que, en todo caso, sólo se puede llevar de manera natural: en cada nuevo proyecto, el subconscie­nte establece sus vínculos con lo que ya has hecho. Y, al mismo tiempo, cada obra es nueva y no se parece en nada a lo anterior. Es inevitable que el bagaje que has acumulado se filtre, pero también que quieras buscar algo distinto”. Ahora, Mario Gas espera que el teatro vuelva a respirar y se libere del yugo de la pandemia. Sin libertad, no hay teatro.

Mario Gas

Director

Es inevitable que el bagaje que has ido acumulando se filtre en cada nuevo proyecto”

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FOTOGRAFÍA­S: FOCUS El actor Pablo Derqui asume los roles masculinos en esta versión de Pau Miró que llega ahora a Sevilla.
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Derqui y Vicky Peña son narradores y personajes en el espectácul­o.

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