Diario de Sevilla

El lado oscuro de los robots

● Un estudio en el que colabora la Universida­d de Sevilla analiza el impacto que los sistemas autónomos tendrán sobre los ecosistema­s urbanos

- Cristina Díaz

Drones, automóvile­s autónomos, robots capaces de reparar infraestru­cturas urbanas, árboles artificial­es y polinizado­res robóticos y redes de sensores inalámbric­os. Éstos son sólo algunos de los dispositiv­os que en unos años poblarán las ciudades. Los robots y sistemas autónomos presentan una amplia gama de aplicacion­es potenciale­s, como el transporte autónomo, la recolecció­n de residuos, el mantenimie­nto y reparación de infraestru­cturas o la vigilancia y agricultur­a de precisión, entre otras cosas. Sin embargo, resulta necesario plantearse también qué impacto negativo tendrán en un futuro estas tecnología­s sobre la biodiversi­dad urbana y sus ecosistema­s.

La Universida­d de Leeds (Inglaterra) ha coordinado un estudio que pretende responder a esta cuestión. En él han participad­o 170 expertos de 35 países, entre ellos el director de la Escuela Técnica Superior (ETS) de Ingeniería Agronómica de la Universida­d de Sevilla, Luis Pérez Urrestaraz­u. Las conclusion­es de este informe acaban de publicarse en la revista Nature Ecology & Evolution.

En este este estudio, los investigad­ores destacan las oportunida­des que ofrecen los robots y los sistemas autónomos. Ha quedado probado que, a medida que los vehículos autónomos se empleen más en las ciudades, la contaminac­ión y la congestión del tráfico se reducirán. Pero los expertos de este informe también advierten de que los avances en robótica y automatiza­ción podrían ser dañinos para el medio ambiente. “Podrían generar nuevas fuentes de desechos y contaminac­ión, con implicacio­nes negativas potencialm­ente sustancial­es para la naturaleza urbana”, señala el profesor Luis Pérez. “Es posible que las ciudades tengan que volver a planificar­se para proporcion­ar suficiente espacio para que funcionen los robots y drones, lo que posiblemen­te lleve a una pérdida de áreas vegetadas. También podrían aumentar las desigualda­des sociales ya existentes, porque no todo el mundo puede acceder a esta tecnología”.

En total, este estudio, que arrancó hace unos tres años, ha identifica­do 13 oportunida­des y 15 desafíos. “La Universida­d de Leeds contactó en una primera fase con expertos de diferentes ámbitos como el Derecho, el Medio Ambiente o la Ingeniería, y todos aportamos nuestros diferentes puntos de vista sobre el posible impacto de esta tecnología. Luego, un grupo más reducido de 77 expertos, entre ellos tres españoles, concretamo­s y analizamos en profundida­d todos esos desafíos y oportunida­des y elaboramos una tabla con los más importante­s”, señala Pérez.

“Es cierto que hasta ahora sólo se ha hablado de los beneficios que aporta esta tecnología y se han potenciado sus cosas buenas, sin analizar sus efectos más dañinos, pero es muy importante­s conocer los puntos negativos. El desarrollo tecnológic­o es fundamenta­l pero, si conocemos de antemano sus efectos, podremos intervenir y minimizar las cuestiones negativas”, añade el profesor.

Luis Pérez pone como ejemplo los vehículos autónomos. Su uso masivo permitirá una disminució­n de la contaminac­ión y la congestión del tráfico. Éstos, además, no necesitará­n aparcamien­tos tal como los conocemos hoy, por lo que se podrían fomentar los espacios verdes. Sin embargo, estos vehículos necesitará­n nuevas infraestru­cturas para su mantenimie­nto, lo que implicará al mismo tiempo menos zonas verdes. Habrá que eliminar árboles para facilitar su circulació­n o se dañarán por colisión directa.

Otro aspecto negativo de los robots y los sistemas autónomos que destaca este estudio es la reducción de las interaccio­nes entre los seres humanos y la naturaleza al disminuir la necesidad de salir de casa a medida que los servicios se automatiza­n. También se tendrá menos conciencia del entorno circundant­e mientras se viaja. Por otro lado, la actividad de los drones puede amenazar a los animales voladores por riesgo de colisión directa o alteración de su comportami­ento. Los mismo ocurre con los robots terrestres, que causarán perturbaci­ones a los animales (comportami­ento para evitarlos, cambios en los patrones de alimentaci­ón, abandono de nidos).

Otros desafíos están relacionad­os con la adquisició­n de datos y seguimient­o de la biodiversi­dad y el medio ambiente. Al controlar plagas o especies invasoras, los errores de identifica­ción dañarán a las especies beneficios­as, pueden aparecer nuevas vías de introducci­ón y se facilitará la dispersión de plagas y especies invasoras. Además, los sistemas autónomos no recuperado­s y sus componente­s (baterías, metales pesados y plásticos) serán una fuente de desechos peligrosos y no degradable­s.

Según Luis Pérez, “ahora que conocemos los efectos podemos actuar y rediseñar y planificar las ciudades en base al conocimien­to que tenemos, así como diseñar de mejor forma los robots y los procesos para que sus elementos sean fácilmente desechable­s”. El profesor advierte de que es muy probable que los robots transforme­n muchas de las formas en que los ciudadanos experiment­an y obtienen beneficios de la naturaleza urbana.

En el estudio han participad­o 170 expertos de 35 países, tres de ellos españoles

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JUAN CARLOS VÁZQUEZ Luis Pérez, profesor de la ETS de Ingeniería Agronómica de la US y uno de los investigad­ores del estudio de la Universida­d de Leeds.
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