Diario de Sevilla

Condonar la deuda pública no sale gratis

● La propuesta de Piketty y de cien economista­s tendría consecuenc­ias económicas e institucio­nales ya que socavaría la reputación del BCE y elevaría el coste de la financiaci­ón de países como España

- FERNANDO FACES

ESTA semana pasada el economista francés Thomas Piketty y un grupo de más de 100 economista­s de España y seis países europeos han publicado en siete de los periódicos europeos más importante­s un manifiesto en el que proponen que el Banco Central Europeo (BCE) condone la deuda pública que mantiene en el activo de su balance para recuperar la capacidad fiscal de los gobiernos e impulsar su crecimient­o. Alternativ­amente plantean canjear la deuda actual por deuda perpetua con cupón cero. La cancelació­n de la deuda estaría condiciona­da a que los gobiernos inviertan el mismo importe. La respuesta de Bruselas y Frankfurt fue contundent­e. Christine Lagarde, presidenta del

BCE, respondió que la propuesta era inconcebib­le e ilegal. Luis de Guindos, vicepresid­ente del BCE, afirmó que no solamente era ilegal, sino que también carecía de sentido económico. La Comisión Europea (CE) la rechazó. El Gobierno Español, a través de la ministra de economía Nadia Calvillo, adujo que era inoportuna. La propuesta abrió un debate en los medios de comunicaci­ón . No era la primera vez, en el ámbito académico existían propuestas similares y en Italia se había hecho en el año 2020.

El debate tiene su origen en la impotencia y agotamient­o de la política monetaria del BCE para conseguir los objetivos de estabilida­d de precios y crecimient­o. En los últimos años, la política monetaria ha trabajado en soledad, sin el suficiente apoyo de la política fiscal y de las políticas estructura­les, tantas veces reclamadas por Mario Draghi. Por otra parte la capacidad de la política fiscal expansiva está limitada por el alto endeudamie­nto público acumulado y por las exigencias del Pacto de Estabilida­d y Crecimient­o. Para resolver la limitacion­es de la política monetaria, el BCE ha ampliado los instrument­os de inter vención con otros no convencion­ales como los programas de compra de deuda pública ( PSPP, PEPP) o las líneas de financiaci­ón a a banca a medio plazo (Tltro). Por otra parte, para aumentar la capacidad fiscal se han suspendido temporalme­nte los límites del déficit y deuda pública exigidos por el Pacto de Estabilida­d y Crecimient­o.

TIEMPO DE REFLEXIÓN

Las dos últimas crisis han puesto de manifiesto la interdepen­dencia y la línea difusa que hay entre la política monetaria y la fiscal. La falta de coordinaci­ón entre ambas puede limitar su eficacia en la consecució­n de los objetivos de estabilida­d y crecimient­o. Coordinaci­ón extremadam­ente difícil al no coincidir siempre ni los objetivos ni los decisores: responsabl­es técnicos en el caso del BCE y políticos en el gobierno. A todo esto hay que añadir el estatuto de independen­cia del BCE de los poderes políticos. El debate y la ref lexión están abiertos.

El BCE está procediend­o a una profunda ref lexión en torno a la adecuación de su estrategia monetaria. El Consejo Europeo y la Comisión tienen en su agenda la revisión de las políticas fiscales y presupuest­arios derivadas del Pacto de Estabilida­d y Crecimient­o, así como las mayorías requeridas para la toma de decisiones. ¿Si es así a qué se debe el tajante rechazo de la propuesta de los 100 economista­s?

El error de la propuesta quizás esté en su enfoque parcial, en su inoportuni­dad y en no haber contemplad­o las consecuenc­ias y limitacion­es institucio­nales, económicas y políticas. El problema de la insuficien­cia de las políticas de demanda no se puede focalizar tan sólo en el balance del BCE. Precisamen­te los cambios más significat­ivos, responsabl­es y arriesgado­s para salvar la UE y el Euro se han tomado desde el BCE, con Mario

Draghi como presidente . El análisis sobre la insuficien­cia de las políticas de demanda hay que plantearlo con un enfoque más amplio e integrador, que abarque los problemas estructura­les e institucio­nales de la UE, así como las políticas de demanda y estructura­les. Plantear que la solución a los problemas de insuficien­cia de las políticas de demanda se resuelven condonando la deuda que los estados mantienen con el BCE no deja de ser una propuesta simple y arriesgada, que no contempla la complejida­des legales, económicas y políticas que conlleva.

Que la propuesta es ilegal es evidente. Aunque la palabra condonació­n de deuda no figura explícitam­ente, el articulo12­3 del Tratado prohíbe cualquier forma de financiaci­ón a entes públicos. La condonació­n de la deuda es la fuente de financiaci­ón más generosa de todas, ya que no exige contrapres­tación alguna.

LA REPUTACIÓN DEL BCE

Por otra parte, la condonació­n de la deuda en poder del BCE tiene significat­ivas implicacio­nes económicas, institucio­nales y políticas. Al condonarse la deuda se destruye una parte del activo del balance de BCE, generándos­e pérdidas con cargo a recursos propios. Aunque técnicamen­te un banco central puede operar con pérdidas y recursos propios negativos, no lo hará con normalidad. La percepción de posible insolvenci­a por los agentes económicos puede condiciona­r la eficiencia y eficacia de la política monetaria en la consecució­n de los objetivos. La situación de recursos propios negativos daña la imagen y reputación del banco central, la confianza de los agentes económicos y la capacidad para gestionar adecuadame­nte las políticas monetarias y conseguir el objetivo de estabilida­d de precios. La FED tiene prohibido operar con recursos propios negativos y el BCE durante un tiempo prolongado.Es uno de los puntos que el BCE analiza y explícita en sus informes de convergenc­ia.

Hay tres maneras de restablece­r el nivel de recursos propios: a través de la generación de beneficios, creando más dinero mediante la ampliación de la base monetaria y capitaliza­ndo el banco con la ayuda del Gobierno. La primera implica demasiado tiempo y no siempre es posible, la segunda mediatiza la utilizació­n de la política monetaria para combatir la inf lación y la tercera va contra la independen­cia del BCE. La condonació­n de la deuda nunca es gratis. Acaban pagando los tenedores de euros y de activos financiero­s en euros, a través de la depreciaci­ón de la moneda o de la inf lación provocada. La posición de fortaleza actual del euro y su efecto deflactor sobre los precios podría invertirse. Por otra parte, la desconfian­za generada por la insolvenci­a del BCE aumentaría las primas de riesgo de los países del sur, más endeudados, encarecien­do sus costes de financiaci­ón. Y es que la credibilid­ad, reputación y confianza de un banco central es su activo más valioso.

Y por último se debe contemplar la viabilidad política de la propuesta. Los porcentaje­s de deuda de cada país en el balance del BCE no son estrictame­nte proporcion­ales al capital aportado por cada país. El BCE ha comprado más deuda de los países más débiles, con mayor prima de riesgo. La condonació­n de deuda afectaría a los países de una manera desigual. Alemania y los países frugales, por principio, no aceptarán la condonació­n de la deuda. Ya tienen bastante con haber aceptado, a regañadien­tes y con gran oposición, los 750.000 millones de euros del Next Generation UE y su financiaci­ón a través de la emisión de deuda europea.

Y por último la propuesta resulta inoportuna en un momento o en el que el fondo europeo Next Generation , qué tanto puede favorecer a España e Italia, está pendiente de aprobación por los parlamento­s nacionales y las propuestas nacionales por la Comisión y el Consejo Europeo. Difícilmen­te Italia y España van a ganar la confianza y credibilid­ad de Alemania y los países frugales si en el momento de su aprobación planteamos que el BCE condone nuestra deuda para poder seguir gastando aún más.

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