Adiós, Fun Club
El mítico local de conciertos de la Alameda de Hércules ultima su traspaso
El Fun Club, decano de los locales rockeros de Sevilla y una de las salas de conciertos más veteranas del país, emblema y durante décadas referencia inexcusable para los amantes de la música en directo de esta ciudad, está a un paso de cerrar sus puertas definitivamente. Pepe Benavides, propietario y uno de los cinco fundadores del local en el año 1987, confirmó ayer a Diario de Sevilla que la negociación con otro empresario interesado en hacerse con el bajo del número 86 de la Alameda de Hércules existe y lleva en marcha “desde hace medio año”. Sólo algunas tiranteces en algunos detalles de la misma han impedido el cierre definitivo del acuerdo.
Según otra fuente, cercana y conocedora de la negociación, no está en absoluto descartado que allí siga habiendo conciertos. Pero, eso sí, ya no bajo el distintivo “Fun Club”, pues una de las condiciones expresas formuladas por Benavides ha sido la garantía por parte de la nueva propiedad de que no seguirá usando dicho nombre, que es mucho más, para la memoria sentimental colectiva del rock de esta ciudad, que una mera marca comercial.
Si la operación cuaja finalmente una vez despejadas algunas incógnitas financieras, desaparecerá así un símbolo, otro más, de la vieja Alameda de Hércules. De la honda huella que el Fun Club ha i mprimido para siempre en la educación sentimental de los amantes del rock (principalmente), de otras músicas (también) y de la más vibrante noche sevillana dan fe, por ejemplo, dos canciones tan dispares y de estéticas tan distintas como Radio Fun Club, el extraordinario y sentido homenaje a la sala de Chencho Fernández, y Volver, el tema (no menos emotivo) compuesto por SFDK con motivo del 30 aniversario del local, en 2017.
En su inconfundible escenario, arropado tradicionalmente (antes de su último lavado de cara) por las características imágenes de artistas que actuaron en la sala o bien ejercieron de figuras tutelares, fue ocurriendo, sobre la marcha, gran parte de la escena musical de esta ciudad, antes de la explosión, hoy en horas bajas, de salas de conciertos en el extrarradio. Leyendas como Silvio (Fernández
Melgarejo, cuál si no), clásicos como Raimundo Amador, revulsivos en la Sevilla noventera como El Colectivo Karma, el emergente rap hispalense de esos mismos años representado por SFDK o La Mala Rodríguez, que encontraron cobijo en el Fun para sus primeras actuaciones, superestrellas de repente adeptas al underground y los conciertos secretos como Manu Chao, entre otro muchos –la lista sería muy larga– forman parte del inagotable legado de la sala.
La sala sorteó en el pasado graves dificultades –como los seis meses de cierre tras una denuncia vecinal por exceso de ruido, que obligó al local a acometer una remodelación casi total– pero tantos meses de cierre obligado por la pandemia han hecho demasiada mella. Benavides reconoce que “la situación es crítica” y añade que éste es el único motivo por el que comprendió el pasado verano que, pese a las reticencias de allegados y familiares, la mejor salida era negociar el traspaso.
Una condición del dueño es que el nuevo negocio no siga usando el nombre ‘histórico’