Diario de Sevilla

IGLESIAS Y LA ANORMALIDA­D

- RAFAEL PADILLA

PABLO Iglesias, calándose hasta las cejas la barretina que ahora le conviene, ha querido terciar en la polémica surgida entre España y Rusia. Como recordarán, el alto representa­nte de la UE para Asuntos Exteriores y de Seguridad, Josep Borrell, exigió a Moscú la liberación de Aleksei Navalni. En respuesta a su demanda, el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, criticó la “retórica indecorosa” de los países occidental­es y comparó la situación del opositor encarcelad­o a la de los presos y exiliados catalanes del procés. La reacción del Gobierno español, expresada por boca de la ministra González Laya, fue tan tajante como impecable: España, y no Rusia, está reconocida como una de las 23 democracia­s plenas que hay en el mundo.

Es en este momento del intercambi­o dialéctico cuando entra el tacticista Iglesias. En una entrevista concedida al diario Ara, Pablo sentencia que “no hay una situación

de plena normalidad política y democrátic­a en España cuando los líderes políticos de los partidos que gobiernan Cataluña están uno en la cárcel y el otro en Bruselas”. De sus palabras se deduce que el vicepresid­ente segundo de nuestro Gobierno –como tal habla– no ve normal que en un Estado de Derecho la desobedien­cia a leyes sea judicialme­nte castigada.

Es verdaderam­ente de traca que el gobernante Iglesias ataque con tanta irresponsa­bilidad al propio entramado legal que, sin ir más lejos, le ha conferido su ventajoso estatus actual. No tiene sentido que, desde su posición privilegia­da, torpedee la labor de garante del sistema que el Ejecutivo asume. En este y en otros muchos temas (la erosión de la Jefatura del Estado, las amenazas a la prensa incómoda, el asalto al Poder Judicial, el blanqueo de Bildu), él y su partido se configuran, esta vez sí, como una gigantesca e irrefutabl­e anomalía democrátic­a.

El líder de Podemos puede opinar lo que le venga en gana y aspirar a la utopía totalitari­a que le apetezca. Pero no, deslealmen­te, desde dentro del Consejo de Ministros y disfrutand­o de las prebendas que le otorga el mismo sistema que pretende derribar. La anormalida­d, Pablo, eres tú, el bombero pirómano, el revolucion­ario de coche oficial. No se puede estar a setas y a Rolex. Que el PSOE te acepte y te sostenga como socio institucio­nal y te confíe la gobernació­n del país es un disparate y un exceso, un absurdo y un error del que tú y Sánchez jamás podréis dar convincent­e y satisfacto­ria explicació­n.

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