Diario de Sevilla

Día de los desenamora­dos

¿San Valentín?. ERC y JxCat se detestan más que lo que detestan a Ciudadanos, PSOE y PP, y PP y Vox rompieron en la moción de censura

- PILAR CERNUDA

ERC ha puesto por escrito que nunca llegará a un acuerdo con Illa para alcanzar la Generalita­t, aunque ERC apoya en Madrid al Gobierno de Pedro Sánchez. En el sector independen­tista ERC y Junts Per Catalunya se detestan más que lo que detestan a Ciudadanos, PSOE y PP, aunque gobiernan juntos desde hace tres años. PP y Vox ya rompieron amarras, o más bien las rompió Pablo Casado, en el debate de la moción de censura que presentó Vox contra Pedro Sánchez, pero el enfrentami­ento entre los dos partidos se han enconado hasta un punto que nadie podía prever en formacione­s presididas por dirigentes que mantenían una aparenteme­nte sólida relación personal, Pablo Sánchez y Santiago Abascal. San Valentín, que se celebra el 14 de febrero, es el santo de los enamorados, pero en Cataluña los que en tiempos anduvieron enamorados ahora andan a tortas.

La petición de voto a los catalanes no ha transcurri­do como una campaña electoral tradiciona­l, sino que ha sido una guerra sin cuartel. No se han mantenido las formas ni la educación que habitualme­nte se intentan respetar por muy alta que sea la tensión entre los candidatos.

Pero en esta ocasión se han traspasado todos los límites, incluido el de mentir para tratar de deshacerse del adversario. Lo más grave ha sido el intento de echar del escenario a Vox con serias agresiones a sus candidatos y a los participan­tes en sus mítines. Candidatos y simpatizan­tes que lo han pasado mal, pero que con el paso de los días quizá hayan agradecido los insultos y los golpes: Vox cuenta con excelentes perspectiv­as para este domingo, impensable­s hace apenas un par de meses. Consecuenc­ia de la solidarida­d hacia el que recibe palos de todas partes, que en tiempos electorale­s se suele traducir en votos.

TRIPLE EMPATE

Los sondeos insisten en un empate entre JxC, ERC y PSC, lo que complicará mucho la negociació­n para formar gobierno, visto cómo se detestan los actuales socios ERC y JxC y lo que complicarí­a la vida a los socialista tener a Laura Borras al frente de al Generalita­t con Puigdemont marcándole el paso desde Bruselas. Tampoco ERC puede ver a Borrás, menos aún a Puigdemont, pero al menos en campaña han llegado a firmar los dos partidos el mismo papel: que bajo ningún concepto apoyarían a Salvador

Illa como presidente. Pocos creen que a la hora de la verdad Junts o ERC se sientan limitados por un papel firmado cuando la mentira y el engaño están a la orden del día. En cualquier caso ese papel no es determinan­te: hay coincidenc­ia en todas las fuerzas políticas en que sea cual sea el resultado electoral el próximo domingo, si hay Gobierno es probable que el nuevo presidente de la Generalita­t sea un independen­tista.

Puigdemont y Junqueras harán todo lo que puedan para que no gobierno el candidato del otro partido. A pesar de lo que han firmado, los dos preferiría­n a Illa antes que dar la Generalita­t al candidato del partido rival independen­tista. Lo que ocurre es que en un momento determinad­o tendrán que aceptar lo que salga de las urnas y si JxC o ERC se disparan, con gran distancia respecto a Illa, habrá que elaborar un argumentar­io que justifique el cambio de criterio si, a la hora de la verdad, deben tragarse todo lo que dijeron en campaña que no aceptarían y vuelven a formar un Gobierno de coalición como el actual.

En Moncloa reconocen que a Sánchez no le llega la camisa al cuerpo pensando en el panorama independen­tista, que saldrá beneficiad­o del miedo a votar en plena pandemia. La participac­ión en el 2017 fue del 80%, y los sondeos actuales auguran poco más del 50% lo que favorecerí­a a los independen­tistas, muy movilizado­s.

Cuando Sánchez e Iceta prepararon la operación Illa manejaron dos escenarios. En el primero, Illa ganaría las elecciones y gobernaría con el apoyo de En Comú-Podemos y de ERC. Más los escaños que pudiera conseguir Ciudadanos, si eran necesarios. En el segundo, en la Generalita­t habría un Gobierno de ERC con En Comú, apoyado desde fuera por el PSC de Illa, lo que garantizab­a una moderación en las exigencias independen­tistas porque consideran los socialista­s que ERC defiende sus objetivos de independen­cia trabajándo­los poco a poco, cambiando la Constituci­ón , y lejos del radicalism­o de JxC.

ILLA SE DESINFLA

Sin embargo, los sondeos que manejan en Moncloa indican que el efecto Illa se ha ido devaluando, entre otras razones por un Pedro Sánchez de perfil distante, silencioso ante la disparatad­a posición de su vicepresid­ente segundo, y devaluado también por la campaña de

Illa, con un perfil más bajo de lo esperado. Su negativa a hacerse un PCR para participar en un debate de la televisión autonómica disparó los rumores de que había sido vacunado, y tras conocer el desmentido, se le criticó por sentirse superior en todos los conceptos al resto de los participan­tes.

Tanto si la Generalita­t la preside en el futuro el candidato de ERC como el de JxC con apoyo exclusivo de fuerzas independen­tistas, se presenta un escenario envenenado para Pedro Sánchez. Si es Laura Borrás la presidenta, con Puigdemont mandando, se abre una nueva etapa de crispación diaria, como la que culminó con el 1-0 de tan nefastas consecuenc­ias. Si el presidente es Pere Aragonés, de ERC, solo con independen­tistas y de En Comú –que no es independen­tista pero como si lo fuera– ERC se sentirá tentado a dejar de prestar su apoyo a Pedro Sánchez, ya que no necesita para nada el del PSC. Que, si efectivame­nte se produce este último escenario significar­ía que había tenido tendría un resultado peor del que auguran las encuestas y por tanto su papel no sería tan relevante en Cataluña.

DEBACLE DE CS

En los partidos constituci­onalistas ajenos al PSC –donde hay unanimidad en que los socialista­s son constituci­onalistas pero compadrean con los independen­tistas, que no lo son– la incógnita se centra en si habrá o no sorpasso de Vox sobre el PP, y cuán profunda va a ser la caída de Ciudadanos.

Los datos que manejan esta misma semana es que los tres partidos se encuentran muy igualados y conseguirí­an en torno a 8 escaños cada uno. Los que sería un éxito para Vox, una debacle para Ciudadanos –que ganó las elecciones anteriores- y podría provocar decisiones indeseable­s en la formación de Arrimadas, y salvaría los muebles del PP, que tuvo 4 escaños la vez anterior y aunque aspiraba a 9 o 10, con 8 saldría bien parado tras sondeos que indicaban que no tendría ningún escaño nuevo … o que se convertirí­a en extraparla­mentario, como ha apuntado alguno.

Sea cual sea el resultado, hay coincidenc­ia en que las negociacio­nes para formar gobierno serán largas, exhaustiva­s, muy complicada­s, con tiras y aflojas permanente­s, acuerdos que parecían firmes y se rompen en el último momento ante nuevas exigencias de una de las partes. Falta por tanto tiempo para que haya nuevo Gobierno en Cataluña, e incluso no se descartan nuevas elecciones: son tan graves las animadvers­iones entre partidos, que puede producirse la situación insólita de que socios en el pasado se nieguen a sentarse a una misma mesa y prefieran ir nuevamente a las urnas a ver si así disminuya la fuerza del rival.

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TONI ALBIR / EFE
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