El estrés por el encierro se cuela en las unidades pediátricas de oncología
El confinamiento para prevenir el Covid se ha instalado en las unidades pediátricas de oncología. Los hospitales han sellado salas comunes y aulas, y los niños ingresados con cáncer siguen su tratamiento encerrados en su cuarto, con un único acompañante y en riesgo de caer en estrés y ansiedad.
Es una situación dura que no gusta a los profesionales sanitarios pero obligada si se quiere mantener la protección de unos pacientes que son inmunodeprimidos y más vulnerables, relata a Efe la psicóloga Verónica Eslava, que trabaja en la Unidad Oncológica de Pediatría del Hospital La Paz.
Eslava, que es coordinadora del departamento de psicología de la Asociación Infantil Oncológica de Madrid (Asion), también echa en falta al voluntariado que, en tiempo prepandemia, acudía por las tardes a “trabajar” con los niños en manualidades, actividades de ocio e incluso teatro. A un día de la conmemoración del Día Internacional del Cáncer Infantil, esta psicooncóloga recuerda que antes de la pandemia los niños interactuaban en las salas comunes con otros en su misma situación y eso les ayudaba a enfrentar la enfermedad y normalizar el período de ingreso, que puede oscilar entre tres días y seis meses.
En estos momentos todo depende de los padres, que “ahora más que nunca” están partícipes para que el niño se estimule y lleve de la mejor manera posible la estancia en el hospital, porque el cáncer, dice, no es enfermedad de una persona, sino de toda la familia.
Para esta psicooncóloga la situación es casi más dura para los progenitores que ya no coinciden con otros padres en las salas comunes, “lo que evita tener contacto con tu grupo de iguales”.