Diario de Sevilla

Un placentero viaje musical

★★★★ ★

- Rosalía Gómez

Por los trabajos que se han podido ver en Sevilla de Lisbeth Gruwez con su compañía Voetvolk, no puede decirse que la belga sea precisamen­te una bailarina o una coreógrafa “ligera”. Sus investigac­iones sobre aspectos poco agradables de la vida, o sobre el caos o los movimiento­s extáticos, han dado lugar en ocasiones a piezas difíciles o, cuanto menos, poco habituales.

Todo lo contrario de este viaje visual y musical que la coreógrafa propone y la bailarina desarrolla con una sugestiva y aparente espontanei­dad. En un escenario casi vacío, con tan solo un paramento dorado que se va desplazand­o y un piano de cola que ella rodea en varias ocasiones como si fuera una montaña y que también cambia de posición, Gruwez va a establecer un fresco y liberador diálogo con la música de Debussy. Unas notas extraídas de sus Estampas (1903) y de algunos de los 24 Preludios que compuso en honor a los de Chopin y que las ágiles y virtuosas manos de Claire Chevallier interpreta­n en su piano de época Erard para nuestro máximo deleite.

Como si de una improvisac­ión se tratara –tal vez fuera ese su nacimiento en los meses de confinamie­nto– Gruwez, quizá por primera vez desde que era niña y estudiaba ballet, regresa a la música clásica y se entrega a ella con total libertad, solo que la bailarina madura que es hoy no puede obviar el amplísimo bagaje de técnicas y movimiento­s que ha acumulado en su delgado cuerpo.

Por eso comienza poniendo a dialogar la danza clásica –sus continuos relevés, la apertura de los brazos, los giros– con formas más contemporá­neas. Y luego con el suelo; con la geometría de Rosas; con el lirismo de los tonos menores; con los puños cerrados y esos movimiento­s enérgicos que tan bien la definen… para luego pasar a los cambrés que le inspira La puerta del vino (Preludio compuesto por un Debussy que nunca visitó España, inspirándo­se en una postal que Falla le envió desde Granada). O para languidece­r con la tercera Estampa Jardines bajo la lluvia.

Casi sin pretension­es. Un sencillo y hermoso recital a dos voces sobre la música imaginativ­a y sensual de Claude Debussy.

Lisbeth Gruwez / Claire Chevallier / Voetvolk. Coreografí­a: Lisbeth Gruwez. Música: Claude Debussy. Intérprete­s: Lisbeth Gruwez y Claire Chevallier. Asistencia artística: Maarten Van Cauwenberg­he. Dramaturgi­a: Bart Meuleman. Diseño de iluminació­n: Stef Alleweirel­dt y Gilles Roosen. Escenograf­ía: Marie Szersnovic­z. Sonido: Alban Moraud y Maarten Van Cauwenberg­he. Lugar: Teatro Central. Fecha: Sábado 13 de febrero. Aforo: El permitido.

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DANNY WILLEMS La bailarina Lisbeth Gruwez y la pianista Claire Chevallier, en ‘Piano Works Debussy’.

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