BONO, DE CUESTIONADO A CAMINO DE LEGENDARIO

El portero marroquí se erigió en sostén de un Sevilla que salió con bien por un gol de Munir

DESGAÑITÁNDOSE en demanda del tañido final, el Sevilla dio un paso más para que no haya dudas sobre su vivaqueo en los áticos de la tabla. Un testarazo de Munir a la hora de juego iba a ser suficiente para un nuevo pleno casero, pero el partido estuvo en tenguerengue durante el segundo tiempo y si no se esfumó fue por la milagrosa actuación de Bono, un portero que estuvo muy cuestionado y que ahora está haciendo historia.

Desde la pizarra de Julen Lopetegui se desprende que esta cita con el colista tiene consideración de respiro en el vértigo de este calendario tan nutrido. De esa forma se ve por fuera aunque por dentro el técnico se haya cansado de alertar sobre los peligros de la suficiencia. Pero con esos cambios en la alineación, con la ausencia de varios pesos pesados y la plácida tarde primaveral aquello discurre sin incidencias en las áreas y con sólo olor a gol en un mal despeje de Pulido.

En el Sevilla, la sección de diseños, que corre, principalmente, a cargo de Rakitic, Óliver y Papu, apenas crea algo y únicamente las escaramuzas de Munir, que estuvo a punto de hacer un gol estratosférico, apuran al ordenado entramado defensivo oscense. Pero ese centro de campo echa en falta los kilómetros de Jordán y ese soberbio contrafuerte que atiende por Fernando. Y, claro, de esa manera puede verse que el bloque adolece de la falta de su habitual sincronización.

Pero antes de llegar a la hora, se abre la lata mediante testarazo de Munir y nada indica que el triunfo vaya a frustrarse. Queda mucho, Bono salva los muebles repetidamente y Julen apela a su guardia de corps para evitar riesgos. El Huesca no parece el colista, pues ha metido al Sevilla bajo el regazo de un Bono que roza lo milagroso mediante tres intervenciones increíbles. Pero lo cierto es que el Sevilla liga su noveno triunfo consecutivo y que a ver quién lo echa de donde está.