Teodoro Leo, el guardia civil que detuvo a Henri Parot, cuenta su experiencia en un libro
● El agente residente en Ubrique narra en un libro los cuatro días que pasó con el jefe del comando itinerante de ETA tras su detención en Sevilla, cuando conducía un coche cargado de amonal
El capitán de la Guardia Civil retirado Teodoro Leo Menor, residente en Ubrique, fue testigo de la detención en Sevilla y posterior declaración policial de uno de los terroristas más sanguinarios de la historia de ETA, el francés Henri Parot, el que fuera jefe del llamado comando itinerante o comando Argala, que sembró el terror durante 12 años en España cometiendo 39 asesinatos, múltiples delitos y más de 200 frustrados y al que condenaron a 4.000 años de prisión. Tres decenios después de que el etarra, en la actualidad en prisión, fuese interceptado en un control de tráfico el 2 de abril de 1990, en Santiponce, a bordo de un Renault 14 cargado con más de 310 kilos de amonal para volar la Jefatura Superior de la Policía de Sevilla, este agente de la Benemérita con una amplia trayectoria profesional en Cádiz, Sevilla y Madrid, ha escrito el libro Cuatro días con un terrorista. Ahí relata esas jornadas, en las que estuvo a medio metro del terrorista, las actividades y las consecuencias de la caída de este comando, la acción policial y judicial y, sobre todo, quiere rendir un homenaje a los ocho guardias civiles (a dos de ellos los intentó asesinar Parot con una pistola) que estaban aquel día en el control y que, con su actuación, evitaron una de las mayores masacres con cochebomba que la organización criminal tenía pensado perpetrar en el corazón de Sevilla. El libro es, también, un reconocimiento a las víctimas y al Servicio de Información de la Guardia Civil en la lucha contra ETA. –¿Qué hacía el 2 de abril de 1990, por más señas Lunes Santo, cuando se detuvo a Henri Parot, autor de masacres como la del cuartel de Zaragoza, donde murieron 11 personas?
–Era el sargento jefe del equipo de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de Sevilla y estaba de servicio. Me dijeron que se había producido un tiroteo en ese control y se había detenido a una persona, que había que hacerse cargo de él y hacer la inspección ocular. Cuando llegamos no sabíamos que aquel era Henri Parot. El comando itinerante al que él pertenecía había permanecido en la más absoluta de las clandestinidades desde que, en 1978, lo creara, entre otros, Domingo Iturbe Abasolo, alias Txomin. Hasta ese momento nadie conocía nada de las andanzas de este comando. Abrimos el capó del coche, un Renault 14, y estaba lleno de bolsas, detonadores, de todo tipo de artilugios relacionados con los explosivos. Me hice cargo del detenido y lo trasladamos a la Comandancia. –Y de allí lo trasladaron a Madrid. Viajaron en un helicóptero hasta la Dirección General de la Guardia Civil. Parot iba esposado a su muñeca durante el trayecto.
–Sí, lo llevamos a Madrid para su declaración. Fueron cuatro días en los que estuve junto a él durante el interrogatorio, dando fe como testigo. Estábamos en una pequeña habitación y allí fue relatando, de pie y con una memoria espeluznante, uno por uno, todos los atentados que cometieron, la captación del comando, quiénes fueron sus formadores. Lo primero que hizo fue contar que se movía en el sur de Francia, en Biarritz, en Bayona... Y entonces entendimos que aquello era un salto cualitativo de ETA, que había un comando itinerante, la joya de la corona, con un modus operandi tan sencillo, formado por ciudadanos franceses con vidas normales, padres de familia, con sus trabajos, que entraban y salían de nuestro país como agentes de comercio o viajantes, que les hizo pasar desapercibido en España durante 12 años de terror. Fueron entrenados para matar en los bosques franceses sin levantar sospechas. –La historia sería horrorosa si ese control que, en un principio, iba para otra ubicación no se hubiera planteado en Santiponce. Habría estallado el coche bomba en el centro de Sevilla.
El coche estaba lleno de explosivos y detonadores para realizar una masacre en el corazón de Sevilla”
–Habría cambiado totalmente porque la Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona probablemente no se habrían celebrado. Lo de Sevilla fue un control rutinario de tráfico, lo que pasa es que el sargento jefe del mismo se dio cuenta del nerviosismo que tenía este etarra, que entonces no sabíamos quién era y le hizo parar. Si no se hubiera detenido a Parot ese día, estaríamos ante algo catastrófico en vidas humanas, con la perpetración de un delito masa con coche-bomba. La imagen de España hubiera caído en picado. Los ocho guardias civiles del control fueron unos héroes, que expusieron sus vidas . –Y tenían la intención, en paralelo, de atentar con otro coche en Construcciones Aeronáuticas, también en la capital andaluza.
–El guarda de las instalaciones tuvo una vista increíble al sospechar sobre aquellos individuos que tenían un coche en esa zona, que se descubrió que llevaba explosivos y armas. Llamó a la Policía Nacional, que nos entregó ese arsenal. –Por su cabeza le pasaría de todo los días que estuvo con Parot escuchando su declaración.
–Fue una sensación tremenda para mí. Estaba acostumbrado a la lucha contra la delincuencia. No había intervenido nunca en temas de terrorismo, con la excepción de mi participación, con 20 y 21 años, cuando se desarticuló un comando del FRAP, en los 70, en Cádiz. Pero esos cuatro días de la declaración de Pa
rot me han i mpactado para siempre. Me dejaron tocado emocionalmente porque no podía pensar que una persona con aquella tranquilidad y aquella memoria tan impresionante detallara cada asesinato con una frialdad horrorosa. De hecho, una noche tuvimos que interrumpir el interrogatorio porque a la abogada de oficio se le saltaron las lágrimas de las barbaridades que este terrorista estaba contando. Querían herir el corazón de Sevilla. Por eso digo en mi libro que la ciudad le estará siempre agradecida a la Guardia Civil porque la salvó de una tragedia grandísima. –La caída de la cúpula del comando itinerante en Andalucía fue crucial contra ETA.
–Es que a partir de ahí los jueces
y fiscales de la Audiencia Nacional, amenazados por ETA, supieron mover la sensibilidad de la judicatura francesa, diciéndoles que este problema no era exclusivo de España, que era también de Francia porque estos detenidos eran unos asesinos. Las consecuencias de esa detención y la de sus otros dos compañeros, que estaban en Sevilla con el otro coche bomba, que fueron capturados posteriormente, fueron decisivas para el desmantelamiento de la banda asesina en los años siguientes. –Al hilo de ello, es muy crítico con la actitud de Francia.
–Sí, dedico un capítulo en el libro a ello. Y me pregunto que cómo es posible que durante 12 años siete ciudadanos franceses (los que componían el comando itinerante de Parot) sembraran de sangre y dolor las ciudades de España y las autoridades francesas no movieran un solo dedo para detenerlos y ponerlos a disposición de la Justicia.
–Para mí ha sido fundamental la labor de la Guardia Civil, sin olvidar a la Policía Nacional y los jueces y fiscales de la Audiencia Nacional. Me podrían decir que también los políticos y yo digo que hicieron lo que pudieron. Pero los que tenían la información, los que iban desarticulando comando a comando, los que se metieron en el alma de la organización terrorista fueron los agentes del Ser vicio de Información de la Guardia Civil. Estoy hablando del comando itinerante de ETA, de los años de plomo. De los años 90 para acá no hablo. Era el tiempo cuando la colaboración con Francia era cero. Teníamos una democracia consolidada y, sin embargo, Francia, con un Gobierno socialista, no quiso colaborar, pese a que España tenía, también, otro socialista. Francia fue hipócrita y siguió mirando el conf licto vasco como que eran unos perseguidos políticos…
–Porque no quiero que quede en el olvido y para que no se banalice la violencia. Creo que ha habido una amnesia colectiva en España con el tema del terrorismo. A lo mejor la ha habido también con la violencia de género y otras cuestiones, pero estamos hablando de terrorismo. Y eso le estaba haciendo un daño a las estructuras del Estado. Las víctimas tienen que tener su lugar, no se las puede banalizar. La equidistancia no es buena en un tema tan importante y donde ha muerto tanta gente.
La declaración de Parot detallando cada asesinato con esa frialdad me impactó para siempre”
Creo que ha habido una amnesia colectiva en España en los últimos tiempos con el tema del terrorismo”
–Tres años antes de que capturaran a Parot, el comando segó la vida de cinco niñas en la casa cuartel de Zaragoza. –¿Por qué ha escrito usted este libro 30 años después de la detención? –Hace un reconocimiento a la labor policial y judicial en la lucha antiterrorista.
–Termino mi narración escribiendo unos versos... El último párrafo dice “El olvido es el consuelo de los equidistantes sin alma. ¡No olvidemos a estas niñas en sus hornacinas blancas!”. –Hay otros hitos importantes en su trayectoria al mando de unidades operativas en las tres especialidades de Investigación relacionados con la delincuencia organizada...
–Participé en el esclarecimiento del asesinato del hermano de El Lute y en la recuperación, en los 90, de las metralletas y pistolas del puesto de la Guardia Civil en Bilbao, que se pensó que había sido ETA y finalmente fueron delincuentes. En Algeciras, participé en la detención de una organización, cuyos miembros se hacían pasar por guardias civiles, que quedaban con traficantes de droga y tabaco para estafarlos.