Diario de Sevilla

Muere el poeta y arquitecto Joan Margarit, Premio Cervantes de 2019

● El Premio Cervantes fallece a los 82 años a causa del cáncer ● El creador, que fue también un reconocido arquitecto, logró entre otras distincion­es el Nacional de la Crítica y el Reina Sofía

- Héctor Mariñosa (Efe)

“Un buen poema, por más bello que sea, será cruel”. Esta frase resume la concepción poética calculadam­ente realista de Joan Margarit, un arquitecto de formación que buscó en la poesía la “casa de la misericord­ia” para refugiarse de las experienci­as dolorosas de la vida y construir versos emotivos y descarnado­s que interpelan al lector para que ref lexione sobre sus propias vivencias. Una obra que dejó como legado ayer, cuando falleció a los 82 años a causa del cáncer, menos de dos meses después de que los reyes le entregaran en Barcelona el Premio Cervantes, que la pandemia impidió que recogiera, como es habitual, en el Paraninfo de Alcalá de Henares.

Poeta vocacional de inicio tardío y pausado, con un período de silencio de una década, Margarit alcanzó la plenitud de su obra en la edad madura, cuando escribió sobre el paso inexorable del tiempo, de las heridas que va dejando la vida y de la necesidad de dejar constancia de la propia existencia, con los sentimient­os, experienci­as y reflexione­s que provoca.

La poesía de Margarit resulta pues un antídoto contra el olvido, una forma de dejar constancia del sentimient­o de un instante, un ansiolític­o que calma la angustia por el carácter fugaz de la vida. Una vida que abandonó ayer y en la que le tocó transitar por la sórdida e infeliz posguerra, en el seno de una familia pertenecie­nte al bando perdedor y alejado en diversos períodos de sus padres por motivos laborales, con frecuentes cambios del domicilio familiar –Sanaüja, Rubí, Girona, Barcelona, Tenerife– que le abocaron a un cierto desarraigo y a una introspecc­ión en su infancia y juventud.

Muy pronto conoce también los duros golpes de la vida –cuando tiene cuatro años muere su hermana Trini de una meningitis– y posteriorm­ente pasa por el trance de ver fallecer a dos hijas: Anna, a los pocos meses de edad, y Joana, aquejada por el síndrome de Rubinstein-Taybe, a los 30 años a causa un cáncer.

Margarit traslada todo ese mundo interior a unos versos austeros, depurados, desprovist­os de ornamentos superf luos y que interpelan directamen­te a quien los lee, pues sus poemas salen al encuentro del lector, que es quien le dará una nueva dimensión. “Yo cuando escribo un poema salgo de mí buscando al otro, al que después vendrá y leerá mi poema”, llegó a reconocer.

En 1968 consigue su cátedra de Arquitectu­ra al tiempo que se convierte en uno de los más relevantes arquitecto­s de esos años en España, desde su estudio de arquitectu­ra en Sant Just Desvern, que a partir de 1980 compartió con su colega Carles Buxadé. Entre sus trabajos destaca el Estadio y Anillo Olímpico de Montjuïc (1989), o sus colaboraci­ones con el equipo director de las obras de la Sagrada Familia de Barcelona.

Tal vez sea esa formación técnica la que le lleva a construir unos poemas de sólida base con una arquitectu­ra de versos concisos y palabras precisas, que huye de la retórica y no deja material sobrante. Margarit decía que la poesía “es la más exacta de las letras, en el mismo sentido que la matemática es la más exacta de las ciencias”, y por ello buscaba el equilibrio necesario a la hora de expresar sus emociones mediante su capacidad expresiva.

Con ello encontraba también la claridad y la transparen­cia expresiva, evitando oscurantis­mos artificios­os, pues para Margarit un buen poema debe ser entendido por los lectores sin hacer especial esfuerzo.

Entre los libros destacados de su trayectori­a están Crónica (1975), Aguafuerte­s (1998), Estación de Francia (1999), Los motivos del l obo (2002), Joana (2002), El primer frío, en el que reunió su poesía entre 1975 y 1995 (2004) y Cálculo de estructura­s (2005).

Uno de los aspectos que hacía de Joan Margarit un poeta único era su condición de creador bilingüe, de poder proyectar una voz poética expresada en dos lenguas. Empezó escribiend­o poesía en castellano, se decidió después por el catalán, su lengua materna, y acabó componiend­o en los dos idiomas, que no traduciénd­olos, según advirtió en más de una ocasión, pues aseguraba que los escribía casi a la vez en ambas lenguas.

Su relación con el castellano empezó de forma tortuosa, pues en su infancia el franquismo se lo impuso “a patadas”, según afirmó él mismo, si bien nunca lo llegó a rechazar, lo hizo suyo y decía que nunca pensó en “devolverlo”. Y es que una de las más reconocibl­es constantes de la obra de Margarit es la de apropiarse de todo aquello que le causó daño o pesar en la vida, destilarlo en su interior y convertirl­o en poemas cargados de pureza poética para el deleite de sus lectores.

Premio Nacional de Poesía 2008 por su libro Casa de Misericord­ia, en edición bilingüe cata

En su obra habló del paso inexorable del tiempo y las heridas que va dejando la vida

Margarit escribió unos versos despojados de artificio que interpelan a quien los lee

lán-castellano, había recibido anteriorme­nte los premios Nacional de la Crítica, el Rosalía de Castro y el de Poesía de la Generalita­t de Catalunya.

En 2019, el jurado del 28º Premio Reina Sofía de Poesía Iberoameri­cana, le concede el galardón, en un fallo que le define como “el gran artífice de la poesía como instrument­o moral”.

El 14 de noviembre de 2019 fue galardonad­o con el Premio Cervantes de las Letras, máximo reconocimi­ento de las letras hispanas, un premio que se entrega el 23 de abril, día del libro, pero que en 2020 debido a la pandemia del coronaviru­s, su ceremonia de entrega quedó pospuesta. Esto no impidió que amigos y compañeros l e homenajear­an con un emotivo vídeo en el que le califican y destacan como “la dignidad hecha poesía”.

Finalmente, el 21 de diciembre de ese año los reyes se desplazaro­n a Barcelona de forma privada para hacerle entrega del premio en un acto de carácter “íntimo y familiar”, que tuvo lugar en el Palacete Albéniz y en el que Margarit leyó sendos poemas en castellano y catalán.

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EFE / BALLESTERO­S El poeta depositó en 2019 su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes.
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JOSÉ JIMÉNEZ / EFE Felipe VI entregó a Margarit el Premio Cervantes el pasado diciembre.

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