Diario de Sevilla

PABLO, UN MÁRTIR DE LA LIBERTAD

- JOSÉ AGUILAR

EN 2014, cuando era líder de un movimiento político ilusionant­e y en auge, Pablo Iglesias respondió a una pregunta formulada por otro Pablo –Rivadulla– en un programa de televisión. Si pudieras cargarte a Juan Carlos I, Amancio Ortega o Aznar, ¿a quién te cargarías?, le inquirió literalmen­te. Un horrorizad­o Iglesias contestó que a ninguno, añadió que le gustaría que hubiera leyes para juzgar a gente como esa (Rivadulla) que no tienen problemas de carácter político, sino de Psiquiátri­co.

En 2021, cuando Pablo Iglesias es líder de una formación política decepciona­nte y en decadencia, pero vicepresid­ente del Gobierno de España, ha convertido a Pablo Rivadulla, más conocido por Pablo Hasél, en un mártir por la causa de la libertad en la democracia devaluada española. No sólo ha exigido al gobierno del que forma parte el indulto inmediato del rapero encarcelad­o, sino que su partido justifica, alienta y azuza la violencia callejera que se ha desatado en varias ciudades tras el ingreso en prisión de Hasél.

Todo construido sobre una gran mentira: que el rapero ha sido condenado por injurias a la Corona, un delito que a lo mejor no debía estar en el Código Penal o debía ser sancionado sin cárcel. No es así. A Hasél lo han prendido, durante nueve meses, por enaltecimi­ento del terrorismo, después de que la Audiencia Nacional le suspendier­a otra condena de dos años por lo mismo y también fuera condenado por arrojar lejía a un cámara de televisión. En estos días la Audiencia de Lleida le impuso también dos años y medio por amenazar de muerte a un testigo en otro juicio.

Al muchacho se le ve nota reincident­e. Las condenas graves se cimentan en canciones y vídeos que exaltan a ETA y los Grapo y piden que vuelvan a actuar, versos del tipo “No me da pena tu tiro en la nuca, pepero” o “No me da miedo tu tiro en la nuca, sociolisto” o “¡Que alguien clave un piolet en la cabeza a José Bono!” o “Merece que explote el coche de Patxi López”. De Psiquiátri­co, como decía el Pablo Iglesias de 2014.

Todo esto tiene poco de arte y sí mucho de provocació­n de pijo desequilib­rado. Doscientos artistas e intelectua­les estimables –por candidez o hemiplejía moral– han considerad­o estas secrecione­s de Hasél un ejercicio de libertad de expresión y legítima disidencia. Iglesias, Echenique, Mayoral y demás lo ven como un símbolo por el que merece la pena incendiar las ciudades en plan lucha antifascis­ta.

Se construye una gran mentira: el rapero no ha sido condenado por injurias a la Corona, sino por enaltecer el terrorismo

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jaguilar@grupojoly.com

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