Diario de Sevilla

LUCES DE LA CIUDAD

- JUAN RUESGA NAVARRO

SEVILLA es una ciudad atractiva que a partir de estas fechas del año acostumbra­ba a estar iluminada. Y esas luces eran el mejor aviso de que se acercaban los mejores momentos de la temporada. Luces de bellas mañanas y luminosas tardes. Luces de altares de culto, de cirios y candelabro­s de cola. Luces de bombillas y farolillos y de candilejas teatrales. Luces de escaparate­s y marquesina­s de bares y restaurant­es. Y así hemos sido durante décadas, así somos y así seremos. No debemos dudar sobre nuestras mejores capacidade­s y una de ellas es el indudable atractivo que tiene esta ciudad, lo que comercialm­ente llaman la fuerza de la marca Sevilla. Cualquier profesiona­l o empresario sevillano que ha asistido a un congreso en el resto de España o en Europa sabe que en esos momentos, cuando se elige la sede de la próxima reunión, si surge la opción de Sevilla, enseguida conquista numerosos adeptos. Y ahora tenemos capacidade­s que antes no teníamos (aeropuerto de gran afluencia, palacios de congresos y auditorios y centros de reuniones de amplio aforo). Sabemos que el Ayuntamien­to está haciendo esfuerzos para que estemos bien situados en la recuperaci­ón de visitantes y recursos creando nuevos atractivos cuando, en términos del informe Funcas, se desembalse­n los capitales ahorrados por las familias españolas y europeas durante estos largos meses de pandemia. Les es

Una de nuestras mejores capacidade­s es el indudable atractivo que tiene esta ciudad

taremos esperando preparados y mejores que antes.

Pueden ustedes pensar: ¿no se está usted pasando con tanto elogio? Porque tenemos problemas, y grandes. Claro que sí, pero hoy tocan las luces, ya hablaremos de las sombras entre nosotros. Desde la Atenas de Pericles y Demóstenes, el elogio de la ciudad era parte obligada de los discursos de salutación y agradecimi­ento, hasta constituir una pieza retórica con entidad propia. Hoy, como siempre, quiero elogiar las ciudades como lugar para vivir. Y Sevilla como lugar para el encuentro y el disfrute, poniendo por delante nuestro atractivo para las actividade­s económicas, las tradiciona­les como el turismo y las nuevas como el desarrollo tecnológic­o y los servicios de nueva generación que los fondos europeos se encargan de fomentar. Claro que tenemos que mantener el pulso firme para resolver todo lo que necesitamo­s: igualdad de accesos a los servicios públicos; combatir la desigualda­d, pobreza y marginalid­ad; mejorar la movilidad y cultura, para ser lugar del conocimien­to, la innovación y las oportunida­des; mantener los espacios simbólicos y facilitar la vida en barrios con identidad.

Mantengamo­s las luces de las calles encendidas para alumbrar los mejores aspectos de nuestra vida y hagamos partícipes al mayor número posible de sevillanos y forasteros. Hay otras formas de iluminar las calles, con la luz de las hogueras de vehículos y contendore­s incendiado­s, pero creo que no nos lo podemos permitir. Las ciudades actuales plantean muchos problemas, pero siguen albergando la cultura y la civilizaci­ón. Y Sevilla, además, lo muestra y disfruta.

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