La belleza como bálsamo contra el horror del siglo XX
Dice Xavier Farré, el traductor español de Zagajewski, que con su muerte desaparece “uno de los últimos poetas contemporáneos que defendían la búsqueda de la belleza como un antídoto contra los horrores que han surgido a lo largo del siglo XX, sin olvidar en ningún momento esa aflicción, esa destrucción, esa derrota de un humanismo”. Hombre tímido y de pocas palabras, Zagajewski formó, junto a Zbigniew Herbert, Czeslaw Milosz y Wislawa Szymborska, el Olimpo de la poesía polaca moderna. “Una de las palabras que se van a asociar siempre con su obra es fervor”, dice Farré sobre el autor de En defensa del fervor (2004), Deseo (2005), Dos ciudades (2006), Antenas (2007) o Asimetría (2017). nombre por el que puedan ser llamadas. Y sus temas son los temas de siempre, los temas sobre los que escribía Safo hace 2500 años y sobre los que escribirán los poetas del siglo XXIII si sigue habiendo –cosa dudosa– vida inteligente en este planeta: el amor, el paso del tiempo, la muerte, la soledad, la memoria. “Has visto a refugiados con rumbo a ninguna parte,/ has oído a verdugos que cantaban con gozo./ Deberías celebrar el mundo mutilado./ Celebra el mundo mutilado,/ y la pluma gris que un tordo ha perdido,/ y la luz delicada que yerra y desaparece/ y regresa”.
Zagajewski nació en la ciudad de Lwów, que ahora es ucraniana pero que en 1945 era todavía polaca, y que a lo largo del tiempo se ha llamado Leópolis, Lemberg, Lwów, Lvov y Lviv, ya que ha pertenecido al Imperio Austro-Húngaro, a Polonia, a la URSS y a la Ucrania independiente. A los cuatro meses, gracias a esos eficientes agentes de viajes que fueron Hitler y Stalin, la familia de Zagajewski tuvo que trasladarse a vivir a una ciudad de Silesia que antes había sido alemana (Gleiwitz) y que al final de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en polaca con el nombre de Gliwice. El mundo
Para él la poesía debía ser celebración y gratitud mucho más que protesta y rebeldía
que conoció Zagajewski en su infancia fue el mundo mutilado por la Segunda Guerra Mundial y las terribles matanzas de judíos que ocurrieron a lo largo de Centroeuropa. Después, Zagajewski creció en la Polonia comunista donde toda disidencia estaba prohibida. Cuando empezó a escribir, en los años 60, Zagajewski