Diario de Sevilla

OBSESIÓN POR EL CONTROL

- PILAR CERNUDA

ÁNGEL Gabilondo no tiene mucha experienci­a de partido, pero sí de la vida, por edad y por trayectori­a, y no necesita la protección de nadie para tomar decisiones por su cuenta.

Isabel Ayuso conoce muy bien su partido, y el último año ha demostrado que sabe dirigir un gobierno y formar un buen equipo. Con inclusión de algún personaje inducido desde la superiorid­ad, al que faltó tiempo para sumarse al círculo de confianza de la presidenta al comprender que tenía voz y criterio propios.

Viene esto al caso porque desde MoncloaFer­raz y Génova tratan a sus candidatos madrileños como si fueran imberbes. A Gabilondo le han impuesto la número 2, Hana Jallud, muy bien vista en Moncloa para optar a a la presidenci­a madrileña en un futuro. Y le han impuesto a Irene Lozano, que no se sentía cómoda en el Consejo Superior de Deportes. Iván Redondo será quien se encargue de la campaña de Gabilondo y le aconsejará sobre el programa. O más bien se lo imponga.

Lo del PP es más sangrante. En su lucha por meter baza en una candidatur­a que consideran segura vencedora, toman iniciativa­s que en algunos casos perjudica a la candidata. Ayuso llevaba tiempo hablando con Toni Cantó, y habían llegado a la conclusión de que él colaborarí­a de una manera o de otra con la presidenta madrileña. Saberlo en Génova y anunciar que Cantó formaría parte de la lista de Ayuso fue todo uno, cuando Ayuso pensaba anunciarlo la semana que viene si efectivame­nte acordaban los dos la incorporac­ión a la lista. Es verdad que también García Egea había hablado con Cantó, como habla con otros miembros de Ciudadanos para que se incorporen al PP, pero la conversaci­ón importante, la válida, o más bien las conversaci­ones, fueron las de Cantó con Ayuso. Como las que mantiene la presidenta con Marta Rivera de la Cruz.

Que dejen a Gabilondo y a Ayuso en paz, se las saben arreglar solos sin necesidad de que la plana mayor de sus partidos les indiquen el camino. Pablo Casado debería hacer un ejercicio de contención, y callarse en vez de hablar permanente­mente de Vox. Primero habrá que ver los resultados y, después, respetar lo que decida Ayuso sobre la convenienc­ia o no de incorporar a algún miembro de Vox a su Gobierno. Si Ayuso es presidenta, a ella correspond­e elegir sus consejeros, de Vox, del PP, de Cs o de ningún partido.

Pedro Sánchez y Pablo Casado tienen motivos para estar nerviosos, pero que no lo estropeen más: cuando los jefes meten mano en asuntos regionales … casi siempre los desbaratan y los partidos salen mal parados.

Desde Moncloa-Ferraz y Génova tratan a sus candidatos madrileños como si fueran imberbes

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