FERIA 141
RECIENTEMENTE he sabido, a través de una red social, que en el número 141 de la calle Feria, allá donde su acera impar se encuentra a punto de culminar en los Altos Colegios, trata de emerger un estudio de tatuaje y tienda de discos. Una iniciativa empresarial a la que de antemano deseo suerte en una época tan difícil como la presente y que se asienta en el local en el que hasta hace medio año desarrolló su andadura el Sacramento, pintoresco bar que seguramente contribuyó a la fortuna de las farmacéuticas especializadas en tratamientos contra el colesterol, con su carta repleta de grasientas carnes y suculentos quesos.
Ha sido éste uno de los muchos establecimientos comerciales sevillanos devastados por la pandemia, cuyos efectos se vieron potenciados en su caso particular por un par de desmedidas multas en relación a sus supuestas faltas administrativas.
Fue el alma del Sacramento un arrollador e inconfundible personaje que responde al nombre de Jorge García, bien conocido por la rebelde y prolífica fauna urbana que pulula en sus calles vecinas. Con su incuestionable simpatía y don de gentes logró concentrar, en torno a una amplia iconografía pop en la que destacaban poderosamente carteles de películas y actuaciones de Raphael, a una amalgama de amigos de la amena barra y la buena mesa, de estéticas, gustos, conductas y tendencias de lo más dispar.
Entre los méritos atribuibles a este irreverente y espigado rockero, cabe apuntarle el rodearse en su día de una tropa de joviales camareras, capaces a un tiempo de encandilar a una parte de la clientela y de empatizar con la otra, en un espontáneo ejercicio de natural diplomacia. Plantilla inicial que cedió su sitio en los últimos tiempos a unos sobrios y competentes sucesores, cuya labor me veo obligado a reconocer con igual justicia.
Más allá de lo meramente culinario, ejerció el Sacramento durante algo más de un lustro como foco de agitación cultural. Entre sus muros, se vendieron discos y artículos promocionales de distintos grupos musicales, así como entradas de conciertos, en lo que constituía una actitud de apoyo a los artistas, de la que estos se encuentran ahora huérfanos, en unas horas dramáticas en las que su actividad no puede desarrollarse normalmente y las demandadas ayudas públicas no llegan.
En una vertiente muy personal, siempre me he sentido en deuda con Jorge por haberme permitido celebrar allí, en una ocasión y a puerta cerrada para no perturbar a los parroquianos habituales, una tertulia literaria cuyos integrantes nos encontrábamos necesitados de albergue. Ejercicio de magnanimidad propio de un espíritu libre que anduvo siempre por encima de los envidiosos que trataban de buscar las vueltas al abanderado de aquellos prodigiosos lomos bañados en manteca.
Forma desde su cierre el Sacramento parte de la reciente historia sentimental de la zona norte del casco antiguo, en la que convive un casticismo popular de honda raigambre con el espíritu libertario de varias generaciones de díscolos hispalenses.
Ejerció el Sacramento durante algo más de un lustro como foco de agitación cultural