Diario de Sevilla

75 años del mayor hito en la historia del Sevilla

- J. Alba

Posiblemen­te deba ser la efemérides más importante en la historia del Sevilla. Habrá títulos, muchos gracias al crecimient­o que ha experiment­ado la entidad en el presente siglo, pero ninguno alcanza la dimensión de un campeonato de Liga. El club nervionens­e celebró ayer las Bodas de Platino de su único título liguero, 75 años de un hito imborrable –y también incomparab­le– en la historia de la entidad.

El 31 de marzo de 1946 en Las Corts (Barcelona), el Sevilla se proclamaba campeón de Liga tras empatar (1-1) con el equipo azulgrana. Un gol de Juan el Pato Araujo a los siete minutos de juego que después igualaría Bravo fue suficiente para que los de Ramón Encinas se proclamara­n los reyes del balompié nacional.

Arza, que acabó como pichichi con 29 goles, ya había avisado al Barcelona con un disparo que repelió el meta Velasco, pero a los siete minutos de juego Araujo conectó un cabezazo tras un centro a media altura de López que daba una ventaja valiosa a los sevillista­s, a los que les valía el empate para ser campeones ante un rival que también tenía opciones. El Barcelona tenía 34 puntos, uno menos que los blancos.

Con el 0-1 se llegó al descanso, pero el asedio culé se esperaba en la segunda parte, donde, efectivame­nte, el equipo entrenado por Samitier se volcó sobre el área sevillista. El extremo zurdo Bravo logró la igualada en el minuto 63 y el Barcelona buscó con ahínco la remontada ante un equipo que sacó a relucir su casta y pundonor y que soportó las acometidas de los locales.

Al final, los nervionens­es aguantaron y estallaron de júbilo al pitar Pedro Escartín el final. Los llantos, los abrazos y las risas fueron la nota común en una vuelta al campo ante el reconocimi­ento del público de Las Corts, que despidió con una ovación cerrada a los campeones y reconoció así su espíritu de lucha.

Ramón Encinas, con lágrimas en los ojos, estaba contagiado de la euforia a la hora de elogiar a los suyos. “Se lo merecen todo; han dado una lección de caballeros­idad deportiva y de amor a sus colores. La afición del Sevilla puede estar orgullosa de ellos”.

El presidente de la entidad, el marqués de Contadero, también confesó sentirse emocionado por la gesta: “Han jugado como auténticos jabatos”.

Aquel histórico día se alinearon Busto; Joaquín, Villalonga; Alconero, Antúnez, Eguiluz; López, Arza, Araujo, Herrera y Campos.

La prensa catalana destacó el papel clave desempeñad­o por el entrenador sevillista en su planteamie­nto. Uno de los titulares ref lejaba que “el mejor jugador del Sevilla fue... Moncho Encinas”, valorando “la espléndida labor defensiva exhibida por el equipo campeón”.

El viaje de regreso fue un acontecimi­ento allá por donde pasó el autobús, que tuvo que parar en cada localidad para festejar con los vecinos el acontecimi­ento. La parada en Carmona fue apoteósica, ya que se acercaron cientos de aficionado­s que acompañaro­n en el trayecto al equipo hasta la Puerta de Jerez. El Ayuntamien­to pidió a los sevillanos que engalanara­n los balcones con banderas en toda la Avenida de la Constituci­ón hasta la Plaza Nueva.

Los campeones recibieron el trofeo, así como una réplica en miniatura para cada jugador, en un amistoso celebrado en Ner vión la semana siguiente ante el Granada.

Un gol de Araujo ante el Barcelona en Las Corts (1-1) dio a los de Encinas el título de Liga

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ARCHIVO RUESGA BONO Los sevillista­s posan con el trofeo de campeón de Liga en Nervión en un amistoso ante el Granada.

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