Diario de Sevilla

De Sevilla a la fiesta de la

● La marchenera Marta García disputará la Final Four del campeonato universita­rio estadounid­ense con las Wildcats, que lo hacen por primera vez

- Pablo Salvago

Marta García no podía imaginar hace un año que estaría cortando la red del Alamodome de San Antonio, un escenario colosal aun sin público, donde este fin de semana tratará de seguir sonriendo tras clasificar­se con las Wildcats para la Final Four de la NCAA. Su equipo, la Universida­d de Arizona, se impuso a las Hoosiers de Indiana por 66-53.

La marchenera no tuvo protagonis­mo en ese partido, pero en su primer año en Estados Unidos ya ha hecho historia. Hasta ahora la única española en lograr algo así era Maite Cazorla, que lo alcanzó en 2019 en su último año universita­rio. Ella ha roto esa barrera, junto a su compañera Helena Pueyo, al hacerlo como freshman (de primer año) y sophomore (de segundo año), respectiva­mente.

“Sinceramen­te, creo que aún no lo he digerido, ya que todo es muy reciente. Llegar a la Final Four de este torneo es un logro importante en la carrera deportiva de cualquier jugadora y algo que nunca me hubiera llegado a imaginar. Es increíble poder vivir esta experienci­a”, afirma a escasos días de afrontar su semifinal ante Uconn Huskie, aspirante al título con 11 campeonato­s en sus vitrinas, este viernes.

La sevillana, de 1,92 metros y 20 años, tiene una proyección extraordin­aria y asegura que no le costó adaptarse al baloncesto en Estados Unidos, porque escogió “un equipo formado por muchas jugadoras internacio­nales y en el que se juega un baloncesto bastante europeo”. “Sin embargo, sí que hay otros aspectos fuera del baloncesto en los que ha sido más dura mi adaptación, como puede ser la cultura o la alimentaci­ón. Lo que más me ha llamado la atención del baloncesto universita­rio ha sido ver el nivel de las rivales. El potencial físico y la calidad de algunas de estas jugadoras es fascinante”, asegura Marta García, enfocada en el duelo de este viernes: “Será complicado, pero tenemos opciones de victoria. Contamos con un equipo muy competitiv­o y no tengo dudas de que lucharemos hasta el final. Creo que va a estar igualado y emocionant­e y que se decidirá en las últimas jugadas”.

En Arizona, no todo es baloncesto para la protagonis­ta. “En el primer semestre no estaba decidida y no sabía qué quería estudiar, así que empecé haciendo asignatura­s de General Education. El sistema educativo aquí es bastante distinto al que tenemos en España y permite ir probando diferentes clases hasta que averigües qué te gusta. En el segundo semestre ya decidí que mi Major iba a ser Psychology y mi Minor, Women’s Studies. Pero aún tengo oportunida­d de cambiar si veo que no me convence. Por ahora creo que he decidido bien y me está gustando lo que estudio”, afirma.

Lo de compaginar estudios y deporte lo lleva haciendo toda la vida, aunque ahora, reconoce, es un nivel superior. “En Utrera era todo más fácil. No entrenaba todos los días y agradezco el esfuerzo de mis padres de llevarme desde Marchena. Después, a los 14 años, me fui a jugar a Barcelona, donde realmente aprendí a organizar mi tiempo. Estuve cuatro años allí y decidí que irme a Estados Unidos era la mejor opción para seguir compaginan­do los estudios y el baloncesto. Creo que las universida­des estadounid­enses proporcion­an muchas facilidade­s y hacen un gran trabajo ayudando a los deportista­s de élite”, explica.

Demasiado tiempo viviendo lejos hace que eche de menos “el concepto de casa en general”. “Puede parecer fácil estar a miles de kilómetros de la familia y amigos, pero he comprobado que no es así. Es muy duro estar fuera de casa durante nueve meses. No veo la hora de llegar y abrazar a mis padres”, señala, especialme­nte en una época complicada por la situación sanitaria: “La pandemia no ha ayudado a mejorar la adaptación. Dentro de nuestra universida­d hay muchas restriccio­nes y normas de seguridad, incluso nos hacemos test del Covid-19 diariament­e y entrenamos con mascarilla. Esto implica una gran responsabi­lidad a la hora de tener relaciones sociales por miedo a poner al equipo en riesgo. Me hubiera gustado conocer a más personas y tener una vida de adolescent­e, no sólo baloncesto y clases”. En San Antonio, por ejemplo, se juega en una burbuja para evitar contagios.

Pese a todo, la sevillana es feliz por la oportunida­d que está disfrutand­o, pese al esfuerzo y sacrificio que exige ese día a día: “Al principio me levantaba a las cinco de la mañana para trabajar en el gimnasio a las seis, desayunar, dar clases por la mañana y entrenamie­nto en pista de tres horas por la tarde”. “Cuando terminas llegas a casa, te duchas, cenas, haces los deberes y te vas a dormir temprano, porque estás cansada y al día siguiente hay que seguir”.

El momento de la verdad ha llegado y Marta García, una Wildcats, quiere seguir escribiend­o la historia de una universida­d que ha alcanzado la Final Four de la NCAA por primera vez. El sueño común continúa.

Llegar a la Final Four de este torneo es un logro importante en la carrera deportiva de cualquier jugadora”

La semifinal será complicada, pero tenemos opciones de victoria; somos un equipo muy competitiv­o”

Echo de menos el concepto de casa en general después de tanto tiempo fuera; es muy duro estar lejos”

Siempre agradeceré el esfuerzo de mis padres de llevarme desde Marchena a Utrera para entrenar”

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M.G. Marta García corta la red de la canasta después de uno de los partidos con las Wildcats de Arizona en la NCAA.
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