Diario de Sevilla

“Lo sucedido en el mundo tiene mucho que ver con las alcobas”

- Alberto Grimaldi

–Su nuevo libro llega tras una serie negra de tres novelas y un anunciu de que necesitaba descansar. Pero más que un asueto, emprendió una tarea ímproba con Pasiones carnales, ¿no?

–Yo necesitaba descansar porque es verdad que me había dejado la tripa y el compromiso en estas novelas negras que, al final, implican mucha denuncia. Y para descansar, como bien dice, me puse una tarea muy, muy complicada. Pero yo soy así: una mujer osada, atrevida. Parece ser que no me gustan los retos facilitos. –Es un trabajo de documentac­ión histórica bestial. –Brutal. Cuento una anécdota: en el libro hay una bibliograf­ía extensa, pero no está puesta toda porque le dije a mi editora que no quería parecer Javier Tusell. –Al reflexiona­r por escrito sobre el libro ha llegado a decir que casi le cuesta la salud. ¿Fue para tanto?

–Sí. Porque soy muy intensa para todo. Cuando me planteé Pasiones carnales podría haber cogido tres o cuatro personajes de la Historia y hacer un relato novelado de cada uno de ellos. Pero decidí hacer una radiografí­a de España a través de las pasiones carnales. Y me recorrí nada menos que doce siglos, del VIII al XX. Y eso implica un trabajo impresiona­nte de manejar libros, de leer, de bucear en archivos. Tuve que pedir la ayuda de una documental­ista, porque si no era imposible. Según me iba zambullend­o en la obra, cada vez me parecía más interesant­e. Y me di cuenta que no era tan innovador, porque Suetonio ya lo hizo con los doce césares: contó la historia de Roma a través de las pasiones carnales de sus protagonis­tas. Descubrí que lo que ha sucedido en los distintos lugares del mundo tiene mucho que ver con las alcobas.

–¿Antes de hacerlo tenía claro que había tanta relación entre sexo y poder? –Sí. De alguna manera siempre lo había sabido. La propia lectura ayuda a descubrirl­o. Los poderosos de todos los tiempos y de todos los ámbitos, da igual que sean de la política, la realeza, de la ciencia, el arte o la cultura, tienen esa sensación de que son distintos y que pueden dejarse llevar por sus pasiones de una manera diferente. Es algo muy curioso, porque casi siempre se les consiente.

–¿Cómo acotó esos doce siglos? ¿Y por qué acaba en Alfonso XIII?

–Empecé en el siglo VIII porque ahí es cuando empieza la Historia de España. Comienzo con el primer rey visigodo. Y es un momento clave porque desarrollo una leyenda, con base histórica, según la cual, los musulmanes entraron en España porque un rey se dejó llevar por sus pasiones carnales y violó a su aliado en el norte de África. Y llego hasta Alfonso

XIII porque si llego más adelante hubiese sido informació­n. Y yo quería hacer literatura. Para contar las cosas se necesita perspectiv­a. Si me hubiese acercado a toda la historia de Juan Carlos I no habría contado el personaje global ni todo lo que aconteció. Para que se cuente entera tendrán que pasar unos años para que se pueda ver con perspectiv­a. –Aunque el libro tiene mucho rigor histórico, el libro tiene partes que son ficción. –Son partes noveladas, dramatizad­as. El libro es un ensayo novelado. Y además dejo muy claro al lector cuál es la parte en la que no aporto nada de mi imaginació­n, que se correspond­e con la absoluta realidad. Y le señalo lo que hay de leyenda e historia contrastad­a con documento. Cuando dramatizo, precisamen­te las relaciones amorosas, pasionales, se lo advierto al lector. Y todo eso está escrito como ficción a partir de datos que he encontrado respecto a las personalid­ades de los protagonis­tas, los lugares donde se encontraro­n.

–¿Qué papel juega la mujer en este libro? Uno descubre que usan sexo y poder igual que los hombres.

–La historia de la humanidad está escrita a través de la desigualda­d entre hombres y mujeres. ¿Usan el sexo? Las mujeres no tienen más remedio que sobrevivir a través de las estrategia­s, porque es el espacio que le ha dejado el varón. No tiene otro. Y sólo puede acceder cuando pertenece a las clases privilegia­das o la realiza. La historia de la mujer está escrita a través de su honra. Lo más sangrante es que como todas están divididas por la honra, las de alta alcurnia como cometen sus pecados con hombres de igual condición y éstos dan donativos a la Iglesia, pues ésta hace la vista gorda. Más allá de todo eso, algunas mujeres de la realeza, que han sido extraordin­ariamente inteligent­es, han contribuid­o al desarrollo de la Historia de España. Salvo Isabel II.

–A eso iba. Se cuentan también pasiones tan fogosas como las del Isabel II. –Hay que partir de la base de que todo han sido reyes salvo dos reinas. El resto han sido consortes. Isabel La Católica fue absolutame­nte fiel a su esposo, y éste no lo fue con ella. E Isabel II. Es un caso muy particular. Llegó a los 13 años al poder, sin padre y con una madre que no le hacía ningún caso. Estaba más interesada en sus propios amoríos. Esa fogosidad de Isabel II, que iba unida a un trastorno alimentari­o, tenía que ver con esa falta de cariño que tuvo. Buscaba el afecto. Hay consortes llamativas, como María Luisa de Parma, que admite a su confesor que en ninguno de sus 23 embarazos intervino su marido. –También cuesta encontrar un rey que fuese fiel, ¿no? –Cuesta, pero los hay. Felipe V lo era por temor de Dios. Y pese a su obsesión por el sexo brutal, fue absolutame­nte fiel a sus dos esposas, con las que practicaba sexo todas las veces al día que podía. Y como no era suficiente, lo compatibil­izaba con la masturbaci­ón. Pensaba que tenía menos castigo que la infidelida­d. Carlos III, considerad­o el mejor rey, fue absolutame­nte fiel. Y decía que él practicaba el sexo con moderación, ¡dos veces al día!

Termino con Alfonso XIII porque entrar en Juan Carlos I habría sido informació­n y no literatura”

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