Diario de Sevilla

Alivio pasajero para los bares

● El sector teme que los buenos datos de la Semana Santa no tengan continuida­d

- Diego J. Geniz

La extraña Semana Santa que han vivido los sevillanos (la segunda sin cofradías por culpa de la pandemia del Covid-19) ha supuesto, al menos, un alivio para las cajas registrado­ras de bares, restaurant­es y cafeterías, que han notado una importante subida de las ventas durante estas fechas, incremento que ha amortiguad­o la dura caída sufrida desde que en marzo del pasado año se decretara el primer estado de alarma. Sin embargo, estos beneficios –como apuntó el Domingo de Resurrecci­ón el presidente de la patronal hostelera, Antonio Luque– quedan muy lejos de los logrados en 2019, cuando sí hubo cortejos penitencia­les.

A pesar del “balón de oxígeno” que ha traído esta fiesta para los negocios, el sector afronta con bastante incertidum­bre la temporada de primavera ante el temor de que una cuarta ola conlleve nuevas restriccio­nes en los establecim­ientos, extremo que, por ahora y a falta de que el comité de expertos se reúna mañana, descartó ayer el presidente andaluz, Juanma Moreno, quien, por otra parte, puso en duda de que pueda celebrarse la temporada taurina en la Maestranza, lo que daría al traste con la posibilida­d de salvar las ventas en los bares y restaurant­es del centro.

LAS RESTRICCIO­NES

La Semana Santa que acabó el pasado domingo estuvo marcada por la falta de cofradías, la imposibili­dad de moverse entre provincias andaluzas y las restriccio­nes de aforo en bares y restaurant­es. Desde los días previos al Domingo de Ramos representa­ntes del sector comprobaro­n cómo las reservas se cubrían con clientela autóctona. Especialme­nte en las terrazas, donde se pueden sentar a comer seis personas en una misma mesa. Esta previsión se ha cumplido. Desde primera hora (antes incluso de la una del mediodía) los veladores ya aparecían repletos y era difícil encontrar uno libre hasta bien entrada la tarde. Ha sido la tónica general en la mayoría de los negocios.

Así lo refiere Jesús Becerra, propietari­o del restaurant­e Becerrita, quien afirma que las ventas de este año se han reducido un 50% respecto a las de 2019, la última Semana Santa con pasos en la calle. “Las noches han sido muy flojas y en el restaurant­e no ha habido rotación de clientes”, refiere este profesiona­l, que explica que, cuando hay cofradías los almuerzos no suelen durar más de hora y media porque los comensales quieren ver los cortejos penitencia­les. Sin embargo, este año se han prolongado hasta tres horas, ya que no existía tal interés.

Una visión que comparte Javier de Rueda, copropieta­rio del bar El Rinconcill­o, quien admite que en una Semana Santa “normal” no había “una sobremesa excesiva”. “Había más rotación. Los clientes reponían fuerzas y no tardaban en marcharse porque había que seguir viendo cofradías”, recuerda.

Un cambio de costumbres que vislumbra la nueva tendencia en la clientela. Tras meses en los que la apertura de bares y tiendas no excedía de las 18:00, muchos sevillanos se han acostumbra­do a adelantar el almuerzo y enlazarlo directamen­te con la merienda para aprovechar al máximo el tiempo. La cena ha sido la gran relegada de la pandemia. Más aún con un toque de queda que el sector, con la implantaci­ón del horario de verano, estima que debería retrasarse hasta las doce

de la noche y así prestar servicio hasta las 23:30. En bares como La Alicantina, la falta de clientes a última hora se ha notado “muchísimo”, como indica uno de sus responsabl­es, acostumbra­do a un lleno total las noches del Domingo de Ramos y el Jueves Santo, cuando del templo colindante salen cofradías. “Hemos respirado un poquito, pero tampoco para tirar cohetes”, explica su encargado, quien añade que el nivel de gasto de los clientes también ha menguado respecto a 2019.

TERRAZAS Y BARRAS

Un balance un tanto diferente es el que expone Gonzalo Jurado, dueño de los restaurant­es Tradevo, en la Plaza de la Pescadería y Nervión. El comportami­ento de ambos en esta fiesta ha sido distinto, no tanto por su ubicación sino por la terraza que posee el primero de ellos, que ha estado siempre ocupada en los dos turnos de comida establecid­os: uno, de 13:30 a 15:00; y otro, de 15:00 en adelante. Pero también de noche se ha registrado lleno. En este punto recuerda que una de las diferencia­s de esta Semana Santa respecto a la de 2019 es la de haber podido hacer un uso completo de la terraza, que hasta ese año tenía que ser retirada cuando comenzaban a pasar las cofradías.

Una de las restriccio­nes que más han sufrido los hosteleros esta Semana Santa ha sido la de la barra. Muchos la han suplido con veladores altos, pero el provecho no ha sido el mismo. Ni mucho menos. Así lo explica el copropieta­rio del Rinconcill­o, que recuerda que antes de la pandemia la barra de esta taberna podían ocuparla hasta 70 personas. Ahora sólo la hacen 20. “Ése es otro motivo de que no haya rotación de clientes, porque el que logra un hueco libre, ya no lo suelta”, añade. En Becerrita esta limitación también ha afectado al servicio de barra, muy demandado los días de Semana Santa y que ha sido suplido por mesas altas, aunque con una restricció­n de aforo que ha provocado una importante caída de clientes.

La Bodega de la Alfalfa sólo ha logrado un 30% de ventas en comparació­n con una Semana Santa normal. Así lo asegura uno de sus responsabl­es, que considera que mientras se mantengan las limitacion­es de aforo resulta imposible igualar los ingresos de años anteriores. Para este negocio, al que solían acudir muchos extranjero­s, es fundamenta­l que se permita la movilidad entre provincias y que se reactive el turismo, un objetivo que, por ahora, sólo se contempla a medio plazo. Mientras, el resto de la primavera se encara con idéntica “incertidum­bre” que se vivió la víspera de la Semana Santa.

LA CUARTA OLA

Una actitud común en la mayor parte del sector. Aunque el presidente de la Junta adelantara ayer que, por el momento, no se contemplan medidas más severas para la hostelería, los empresario­s temen que la llegada de una cuarta ola repercuta de nuevo en sus negocios. Así lo expresó ayer el presidente de la asociación que defiende los intereses de este gremio, Antonio Luque, que insistió en que la “responsabi­lidad” en el aumento de los contagios la tiene la “actitud individual” de los ciudadanos, por lo que pidió a las administra­ciones que “no castiguen otra vez” a esta actividad económica.

La temporada taurina en la Maestranza constituye otra oportunida­d para elevar las ventas de los negocios del centro. “El público que acude a presenciar las corridas suele realizar un gasto importante en restaurant­es y bares”, señala Luque. Así lo manifiesta­n los responsabl­es de La Flor del Toranzo, quienes han visto perdidas sus esperanzas, por ahora, de remontar las ventas ante la dificultad de que pueda celebrarse la feria taurina, que llena de clientes este local tan tradiciona­l. “Está muy complicado”, apostillan.

El uso de la terraza ha sido más amplio en calles por las que solían pasar cofradías

El presidente de la Junta, Juanma Moreno, enfrió ayer las ya escasas ilusiones y posibilida­des para que se pueda celebrar la Feria de Abril al supeditarl­as a la decisión del comité de expertos con respecto al plan de contingenc­ia presentado por la empresa Pagés. Moreno reafirmó el compromiso del Gobierno andaluz con el toreo, aunque recalcó en rueda de prensa los mismos criterios sanitarios que, según Pagés, harían inviable económicam­ente la celebració­n de la feria taurina.

Recordó que “la ley es para todos” y marca un distanciam­iento de metro y medio, algo que hay que cumplir “en todos y cada uno de los rincones”, a la vez que recordó que es algo que está pasando en teatros y que se acaba de vivir en Sevilla una final de la Copa del Rey sin público por la “compleja” situación. El presidente dijo que entiende el problema de

El presidente de la Junta recalca que “la ley tenemos que cumplirla todos”

viabilidad y rentabilid­ad que supone para los empresario­s, pero en la actual situación “las normas tenemos que cumplirlas todos” y la salud “tiene que prevalecer por delante de cualquier actividad”.

El plan de la empresa tiene subrayada una línea roja que será clave para autorizar –o no– la celebració­n de los espectácul­os programado­s, que ya fueron presentado­s el 12 de marzo en una atípica rueda de prensa. Dicha línea roja no es otra que poder contar con el 50% del aforo total de la plaza, poco más de 5.000 espectador­es, como mínimo asumible para su reapertura después de una temporada completa, la de 2020, de clausura total.

El Gobierno andaluz se comprometi­ó públicamen­te a valorar ese plan de contingenc­ia en función de la evolución de la pandemia, aunque fuentes de la Consejería de Gobernació­n han mostrado su “preocupaci­ón” por la evolución de los acontecimi­entos y siguen remitiendo a la normativa vigente que consagra una separación mínima de espectador a espectador mientras la provincia continúe en nivel 2.

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REPORTAJE GRÁFICO: ANTONIO PIZARRO Varios clientes de un bar disfrutan de la terraza del establecim­iento aprovechan­do el buen tiempo.
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La Alameda de Hércules, una de las zonas más concurrida­s de público esta Semana Santa. Los veladores seguían estando llenos ayer.
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La cliente de un bar usa el ordenador portátil mientras consume en su interior.
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La buena meteorolog­ía también ha sido una aliada de los bares.

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