Diario de Sevilla

LO QUE ENTRA POR LOS OJOS

- ccolon@grupojoly.com CARLOS COLÓN

EN la página web del Ayuntamien­to de Sevilla puede leerse: “El delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo, Antonio Muñoz, ha anunciado la intención del Ayuntamien­to de Sevilla, a través de la Gerencia de Urbanismo, de acometer una reordenaci­ón de los rótulos y elementos publicitar­ios que, bien sobre las fachadas de los edificios o instalados directamen­te en las vías públicas, se localizan en el Centro Histórico de la ciudad, afectando de manera negativa a la imagen y al paisaje urbano de éste. El delegado ha destacado la responsabi­lidad del gobierno municipal en la preservaci­ón de los valores patrimonia­les y paisajísti­cos del centro histórico de Sevilla, a los que la presencia de elementos claramente disonantes e inadecuado­s afecta de forma directa”.

Hace tiempo que se viene hablando de esto, que se anuncia, que se dice, que se inicia… Para poco o nada. El ejemplo más reciente es la tienda que ha abierto sus puertas en calle Cuna ofreciendo gofres con forma de eso que Leonardo Dantés decía que tiene nombres mil y eso otro que también designa a los altramuces: allí usted puede degustar un vergofres o un chochofre. Nada que objetar.

Allá cada cual. La cocina y la repostería erótica tienen una larga historia referida tanto a sus valores afrodisíac­os, que aquí evidenteme­nte no entran, como a sus formas de genitales. El problema está en sus rótulos y elementos publicitar­ios que agreden directamen­te la imagen y el paisaje urbano del centro histórico que la Gerencia parece tan decidida a proteger y reordenar. No acaba de entenderse que, si van a proceder contra lo ya hecho para rectificar­lo, obligando a cambiar rótulos y elementos publicitar­ios ya instalados, autoricen este despliegue de colorín hortera. ¿No se presentan proyectos? ¿No se actúa preventiva­mente y solo se hace a horterada consumada?

Insisto en que me refiero solo al diseño de rótulos y elementos publicitar­ios, no a lo en ellos representa­do ni a lo que allí se venda. A la antigua Grecia nos podemos remontar si seguimos la pista de los dulces con forma de órganos sexuales. Y a Cernuda si se quiere asociar a un refinado erotismo incluso la repostería conventual: “al morderlo parecía como si mordiéramo­s los labios de un ángel” escribe en Ocnos de las yemas de huevo hilado y polvorones de cidra o de batata “obra de anónimas abejas de toca”. No se trata de lo que entre por la boca, sino por los ojos.

Viendo la ‘pollería’ de calle Cuna, que no vende pollos, se pregunta uno por las normas del Ayuntamien­to

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