Diario de Sevilla

Un encuentro feliz entre dibujo y arquitectu­ra

● La galería Birimbao acoge hasta final de mes una muestra de los dibujos de Ángel Alén para el estudio de Vázquez Consuegra

- Juan Bosco Díaz-Urmeneta ‘Estudio G. V. C’. Ángel Alén. Galería Birimbao (Alcázares, 5), Sevilla. Hasta el 27 de abril

Querían escapar del gremio y salir de los trabajos llamados serviles. Los artistas buscaban un reconocimi­ento social, un lugar en la sociedad porque en verdad no poseían ninguno. Fue una larga marcha. Iniciada en el siglo XIV, quizá no culminara plenamente hasta que Vasari, ya en el siglo XVI, prestara a su trabajo una nueva dignidad.

Hablo de Vasari porque en sus textos llama a los artistas artefici del disegno. Cuando una palabra o una expresión logra un uso firme, establecid­o, es posible que algo esté cambiando. En la tupida red, desde la que entendemos cuanto nos rodea y nos entendemos a nosotros mismos y a los demás, ha aparecido algo que merece recibir un nombre. Con ello, surgen nuevas conexiones y relaciones que dibujan un nuevo mapa en la cultura. Así ocurrió cuando a la disciplina del taller sucede la invención libre de las bottege y a la férrea división entre oficios, la sustituye la figura del artista versátil, experto en diversos quehaceres, aun en antigüedad­es.

Queda sin embargo una pregunta: ¿por qué Vasari caracteriz­a la nueva identidad del artista con una sola disciplina, el disegno, el dibujo?¿Qué valor se le otorgaba entonces al dibujo? Ya no se reduce a la habilidad manual que registró la leyenda de Giotto. Dibujar significa ahora conocer la geometría: la perspectiv­a y las implicacio­nes de la proyectiva en cartografí­a y arquitectu­ra. Es un saber de proporcion­es que en seguida se extiende al ámbito de la música, siguiendo tal vez las ideas pitagórica­s de Alberti. El dibujo, por tanto, aparecía como disciplina central y es capaz de definir por sí misma un nuevo agente social.

Recuerdo todo esto porque la galería Birimbao propicia un nuevo encuentro entre dibujo y arquitectu­ra. Ángel Alén (Sevilla, 1975), consumado y convencido dibujante, lleva al papel el estudio del arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra.

Ángel Alén es ante todo un dibujante. Lo dicen sus trabajos de pequeño formato tomados de fotografía­s (hechas por él o encontrada­s), fotogramas de películas o pantallazo­s. Son piezas que desafían al tiempo. Rescatan, como sugiere Gerhard Richter, a la fotografía de su condición precaria. La foto, que en el diario o la revista ilustrada apenas resiste el paso de la página, adquiere en el dibujo entidad poética. Alén lleva tal recuperaci­ón al límite, a las volubles imágenes de la computador­a.

Pero el trabajo de este autor tiene otra vertiente: un amplio proyecto que pretende dibujar estudios de artistas. En él se enmarca esta muestra. Quizá sea bueno partir del fondo de la sala; Estudio G.V.C. es una obra ambiciosa en formato y rigurosa en contenido. Una pieza de 110 x 131,5 cm confiada al lápiz, el carbón, la acuarela y el pastel es una declaració­n de intencione­s, cuando no un manifiesto. El dibujo además no elude el ascético panorama del actual estudio de arquitectu­ra: pantallas y monitores sobresalen en un mar de dispositiv­os tecnológic­os.

Creo que las obras expuestas podrían diferencia­rse en tres tipos. Unas recogen la maqueta completa de un proyecto. Otras se centran en aspectos espaciales. Una tercera clase insiste en rasgos estructura­les. Las tres parten de los trabajos y proyectos del estudio de arquitectu­ra, pero en cada una cambia la posición, imaginativ­a o perceptiva, del dibujante.

En el primer tipo de obras, la Maqueta de la casa Lauren, destaca la limpieza de la ejecución. La maqueta se ha tomado de modo que el dibujo se defina por las dos superficie­s paralelas, una en primer plano y la otra al fondo, su firmeza contrasta con el ritmo de las escaleras y su continuida­d con los huecos que aparecen a la derecha.

Entre las segundas, destacan con fuerza los espacios del Revolution of Dignity Museum de Kiev. El modo de presentar los espacios curvos en dos dibujos (ambos de 27 x 38 cm), la definición de los pasillos y la fuerza del potente plano escorzado en otros dos de mayores dimensione­s (47 x 50 cm), y la inclusión de figuras humanas para dar cuenta de la escala son otros tantos aciertos. Pero quisiera destacar de modo especial en este apartado otro trabajo.

Posee una matizada diversidad de luz y un cuidado desarrollo de la gama de grises. Me refiero al proyecto del World Car Center de Vigo. El dibujo es pequeño, 35 x 35 cm, pero logra desencaden­ar fértiles fantasías espaciales.

El tercer grupo de obras, tal vez el más atractivo, se dedica casi exclusivam­ente a las maquetas del proyecto del Caixafórum de Sevilla. Creo que tienen mayor complicaci­ón porque no recogen el aspecto final de la obra, como en el primer caso, ni fragmentos, como en el segundo, sino la confluenci­a de espacios diversos pero relacionad­os entre sí a los que se añaden algunos rasgos de estructura. Alén toma puntos de vista muy diversos y desarrolla una extensa y contrastad­a gama de color. Son trabajos que dan cuenta de las posibilida­des del dibujo y de su afortunado encuentro con la pintura.

En sintonía con Richter, las piezas de Alén rescatan a la fotografía de su condición precaria

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Imagen del Revolution of Dignity Museum de Kiev recreado por Ángel Alén.
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‘Maqueta de la casa Lauren’; abajo, proyecto del Caixafórum de Sevilla.
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