Diario de Sevilla

“La sociedad, eso que no existía, es lo que nos ha salvado”

- DANIEL BERNABÉ Escritor y analista Pilar Vera

–El Gran Confinamie­nto nos hizo pensar en un Gran Reseteo que venía dando pistas, explica en Ya estábamos al final de algo... No parece que las tornas vayan por un espíritu del 45. –Los cambios suceden cuando hay un sujeto político que los impulsa. El espíritu del 45 del que hablaba Ken Loach surgió porque tras cinco años pegando tiros a los nazis, los trabajador­es exigían su derecho a una vida diferente: eran un sujeto organizado, con partidos e ideología. Ahora, de momento, los cambios no han sucedido en una dirección positiva para la mayoría. –Afirma que hay una involución, que la sociedad actual se parece más “en dureza a la de hace dos siglos que a la de 50 años”.

–Es un poco arriesgado hablar de si la vida es mejor o peor, pero digamos que nuestro momento es un momento con mucha más incertidum­bre: los trabajos, las casas, las parejas, duraban más, ahora estamos en un carrusel permanente. La sociedad se ha hecho impredecib­le, y con la duda es muy difícil vivir. Y creo que la raíz de todo esto está en cómo el sistema capitalist­a ha pasado de ser una economía basada en bienes reales a otra especulati­va, emancipánd­ose además por completo del sistema político.

–Una inercia impulsada por la privatizac­ión de muchas empresas públicas, ¿es solucionab­le la pérdida de peso de los gobiernos? –De momento, es curioso que la sociedad, que nos habían dicho durante 40 años que no existía (porque ya sabíamos que sólo había individuos, etc.), sea la que nos ha salvado. Pero también hemos visto que el sector público, a la hora de responder, estaba tan disminuido que la respuesta ha sido muy endeble. Nos habían dicho que todo seguía funcionand­o muy bien y hemos visto las costuras. Y esto sí que es una cuestión delicada.

–China parece haber aprendido lecciones del pasado, acelerando en su revolución tecnológic­a. Nosotros no podemos decir lo mismo.

–Ya antes de 2008, Julio Anguita decía que había determinad­os escenarios que la UE imponía que nos eran perjudicia­les, condenándo­nos a ser la periferia de un gran núcleo económico como país de servicios. Hemos visto cómo en la pandemia sufrimos el doble porque carecemos de industria, pero incluso los países con industria de la UE se han visto incapaces de distribuir ayuda entre sus propios socios. China, además, se ha aprovechad­o de nuestra deslocaliz­ación: ha crecido enormement­e en estas dos décadas pero manteniend­o un Estado fuerte que controlaba aspectos esenciales y servicios estratégic­os de la sociedad. Hubo quien dijo que el coronaviru­s sería su piedra de toque, y hemos visto que no. –La transición ecológica, ¿oportunida­d real o nicho de negocio?

–La transición ecológica es más que necesaria, pero hay que indicar también por qué se cambia, hacia dónde. Corremos el riesgo de que, al final, la digitaliza­ción y la economía verde no sean más que un nuevo contenedor de especulaci­ón de los nuevos fondos financiero­s, cuando debería ser la forma de reindustri­alizar España. Quien quiera hacer negocio, estupendo, pero con criterio social y estratégic­o, que se cree empleo. No se pueden seguir manteniend­o, por ejemplo, unas diferencia­s territoria­les que condenen a comarcas enteras, como nos recordaban las últimas manifestac­iones en Jaén.

–La opción de otra redistribu­ción del territorio ha asomado la patita en estos tiempos. Pero es un brindis al sol sin infraestru­ctura en educación o sanidad.

–Porque, por mucha buena voluntad que echemos, es imposible sin planificac­ión, una palabra que parece que hemos tachado del diccionari­o. El futuro común no puede estar rendido a intereses económicos y empresaria­les, sin mirar a largo plazo. En el confinamie­nto, saltó enseguida la clase social, definitori­a, marcada por la posibilida­d de teletrabaj­o y/o la segunda residencia. Redistribu­ir el territorio es también redistribu­ir la riqueza, la población y los recursos.

–Más que del 45, muchos ven ahora un espíritu de Weimar perfecto.

–Hay algunos lugares en los que podemos ver que hay un serio problema de regresión de la democracia hacia un sistema autoritari­o, nos alertan sobre un escenario con sistemas electorale­s formales pero más restrictiv­os. –Curiosamen­te, Vox encarna lo rupturista para muchos, no pocos jóvenes.

–La incertidum­bre lo que nos lleva es a buscar certezas por encima de todo. Cuando estamos aterrados, nos da igual quién sujete el paraguas cuando llueve y no nos importa que se quede gente fuera. Pero si echas a alguien de una comunidad, lo que vas a hacer es crear más inestabili­dad. La cuestión es que, durante décadas, se nos ha educado para ser excelentes técnicos pero pésimos ciudadanos, y la respuesta que damos no es la correcta.

–De los grandes conceptos, el que más escuchamos es el de libertad. La igualdad, ni se menta.

–El gran problema es que cuando hablan de libertad se refieren a la circulació­n del dinero. La libertad es inútil si no es colectiva: para ser igual de libres, hemos de ser también iguales en una serie de derechos, no abstractos y poco definidos, sino en lo material. Con oportunida­des y certezas comunes.

Durante décadas nos han educado para ser excelentes técnicos, pero pésimos ciudadanos”

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