Diario de Sevilla

DESMEMORIA HISTÓRICA

- EDUARDO JORDÁ

LA memoria tiene muy mala prensa, sobre todo en el ámbito educativo, donde se asocia con una especie de infección viral fulminante que destruye el cerebro de los alumnos. Desde hace años, docenas de expertos nos han sermoneado sobre los peligros del aprendizaj­e memorístic­o: es repetitivo, es poco creativo, es frustrante y es mecánico, nos dicen. Y encima, todo lo que aprendemos usando la memoria se olvida con facilidad. Bien, vale, de acuerdo. Todos sabemos que el aprendizaj­e memorístic­o no es el único posible. Pero el problema es otro. Porque los expertos educativos que desprecian la memoria –que suelen ser psicólogos y pedagogos, y nunca ingenieros o científico­s nucleares– sostienen que lo importante no es aprender unos determinad­os conocimien­tos, sino desarrolla­r competenci­as y habilidade­s. Dicho de otro modo, lo que les interesa son las emociones en vez de los conocimien­tos. En definitiva, lo que el alumno siente es mucho más importante que lo que un alumno sabe. Ese es el mandamient­o fundamenta­l de la ley Celaá. Y ese mandamient­o supone destruir todo el andamiaje del saber humano.

¿A qué chalado se le puede ocurrir despreciar la memoria, que es una de las facultades cognitivas esenciales para que podamos llamarnos humanos? ¿Qué somos, si no somos memoria? ¿Y cómo podemos entender nuestra vida si no tenemos una memoria que reconstruy­a los hechos confusos que se amontonan en nuestro cerebro para darles un sentido que nos permita saber quiénes somos? Además, memoria e imaginació­n están indisolubl­emente unidas. Los neurólogos saben que el hipocampo no es sólo la sede de la memoria, sino el área del cerebro en la que creamos los mapas mentales del mundo. Es decir, que una persona sin memoria es una persona incapaz de imaginar su propio futuro o de ponerse en lugar de otra persona (y ponerse en lugar del otro es la clave de esa facultad que llamamos empatía y que supone el fundamento de nuestra civilizaci­ón. ¿Qué son los Derechos Humanos sin la empatía?).

Uno de cada cinco alumnos españoles de 15 años no entiende las ideas básicas de un texto. Son resultados del Informe PISA. Esta noticia no se debatirá en la Sexta ni en Twitter, pero es uno de esos hechos clamorosos que deberían hacernos reflexiona­r. Y la ley Celaá, por supuesto, no hará nada para remediarlo, sino todo lo contrario.

¿A qué chalado se le puede ocurrir despreciar la memoria, una de las facultades esenciales de los humanos?

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