Diario de Sevilla

ISABEL III DE LOS MADRILES

- FRANCISCO CORREAL

DENTRO justamente de una semana se cumplirán noventa años de la proclamaci­ón de la II República y comienza el Ramadán. Para los coleccioni­stas de eslóganes, pueden agitar en la misma coctelera el España ha dejado de ser católica de Azaña con el España, mañana, será republican­a. Bueno, el 14 de abril además de todo eso es también la festividad de San Tiburcio y cumple años Santiago Abascal, el líder de Vox, nacido el 14 de abril de 1976, el año del gol de Panenka, de la peluca de Carrillo y cuando salen a la calle los periódicos El País y Diario 16. Curiosidad­es del calendario, porque por ejemplo Enrique Santiago, diputado de Unidas Podemos y secretario general del Partido Comunista de España, nació un 18 de julio. No un 18 de julio cualquiera, sino el de 1964, el del gol de Marcelino a la Unión Soviética y de los mal llamados y malhadados XXV años de Paz, con números romanos para que el Comandantí­n se sintiera emperador.

Isabel Tercera de los Madriles y las dos Sicilias es católica y monárquica. Algo tiene el agua cuando todos la maldicen. Desde aquella villa manchega como llamaba Azorín a Madrid, esta mujer sin pedigrí público ha convulsion­ado el damero político. Los dos socios del Gobierno de coalición se han echado al monte, Pablo Iglesias en primera persona; Pedro Sánchez, haciendo de primo de Zumosol del candidato Gabilondo ahora que se recuperan los anuncios antiguos. Para un

La próxima semana se cumplen noventa años de la República y empieza el Ramadán

observador foráneo, sería lógico que con una pandemia que ha causado en España más de cien mil muertes, la mitad de ellas en las residencia­s de ancianos, las dos primeras bajas en ese Gobierno de intereses creados fueran las de los titulares de Sanidad y de Asuntos Sociales. Que España es un país enfermo, con los parámetros del ejemplo y el coraje por los suelos, lo demuestra que efectivame­nte Salvador Illa y Pablo Iglesias han sido los dos primeros ministros en abandonar el barco, pero no por errores en su gestión, sino para abanderar a sus respectivo­s partidos en las elecciones catalanas y madrileñas, respectiva­mente. El asunto territoria­l parece más urgente que el sanitario.

Agitarán los fantasmas del fascismo y del comunismo, las dos hidras que crujieron las entrañas de Europa, en una performanc­e falsa, porque el virus ha demostrado que la dialéctica no es izquierda-derecha y mucho menos monarquía-república. Es un debate de superviven­cia. Esas antigualla­s quedan para los nuevos casinos de las tertulias radiofónic­as y los lugares comunes de los mítines con afines desafinado­s. Podemos tiene que agitar el espantajo de la extrema derecha porque si no existe el veneno se les caducan sus antídotos, que es la razón de su existencia. Quieren por narices que los molinos de Abascal sean gigantes de Mussolini y hay gente que sigue creyéndose a pies juntillas los nuevos libros de caballería­s. Hay una extrema que gana enteros en España, la extrema ridiculez, que vive de la propaganda, el griterío y el mesianismo de copistería. Algún molino terminará siendo gigante por arte de birlibirlo­que en una campaña que cada vez huele peor. “Huele, Sancho, y no es a ámbar”.

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