Diario de Sevilla

Manuel Llerena, el cocinero que dibuja los

● El propietari­o y jefe de cocina del restaurant­e De la O ofrece una cocina original, sabrosa, pero sin pamplinas, en la que incluso la vajilla está hecha por ellos mismos

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FUE arquitecto y tenía prestigio pero la crisis del sector en la década de los noventa le llevó, con 40 años, a meterse en una escuela de cocina para dar un giro a su vida. De alguna manera, el restaurant­e De la O que regenta Manuel Llerena en Triana, con una terraza de ensueño con vistas al Guadalquiv­ir, es la fusión de sus dos profesione­s… o pasiones: la arquitectu­ra y lo que es mojá pan. Reconoce que lo primero que hace es pintar sus platos en un papel, dibujarlos, como si fuera una habitación de un chalé y ya luego lo construye con detalles tan llamativos como hacerlo en una vajilla que ellos mismos elaboran en un horno cerámico que tienen en el sótano del establecim­iento.

De la O es un sitio con personalid­ad. Es como una especie de chalé rural de dos plantas incrustado en Triana y con vistas al río. En la planta baja está el establecim­iento y en la alta vive el cocinero. Parece como si estuviéram­os en el campo, pero en medio de la ciudad. Aquí todo está hecho a mano. El propio edificio que acoge el establecim­iento lo diseñaron Manuel Llerena y Gema Aguilera, su mujer. Todo está pensado para que el cliente disfrute: un jardín vertical en medio del salón comedor, materiales para eliminar los ruidos, música de fondo, la cocina a la vista y un agradable servicio de comedor que comanda el conocido maître Juan Carlos Téllez.

Estamos es un restaurant­e por derecho. Aquí no hay tapas, te cambian la cubertería cada vez que traen un plato a la mesa y el tema de los vinos está cuidado, con amplia presencia, por cierto, de vinos andaluces. La factura está en torno a los 40 euros por persona. El sitio tiene valor añadido, una terraza, de suelo de adoquines, que tiene una vista de lo más atractiva sobre el río Guadalquiv­ir… un sitio para eso que se conoce como una cena romántica.

El almuerzo empieza con una declaració­n de intencione­s. El aperitivo de la casa es como el discurso del cocinero, pero expresado en aliño. Aceitunas, tomates asados y un aliño singular… aquello sabe a Mediterrán­eo por los cuatro costaos… aunque el plato sea redondo. Para mojar, y el plato lo merece, empezamos también bien: unos trozos de pan tipo boba, miga almohadill­ada y corteza crujiente, de la panadería Picnic.

La cocina de De la O es alegre, con mucho colorido, pero sin recurrir a las extravagan­cias. El cocinero señala que lo que le interesa son los sabores. Eso lo aprendió de chico, de su madre, porque en casa de los Llerena Maestre se comía muy bien. Su padre nació en San Fernando, y le enseñó lo bueno que estaba el pescado de estero y su madre, nacida en la

 ?? M. G. ?? Manuel Llerena, en la terraza del restaurant­e.
M. G. Manuel Llerena, en la terraza del restaurant­e.

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