DE LIBROS
● Ignacio Romero de Solís publica la última entrega de la trilogía ‘Palmagallarda’, culminación de un ciclo ineludible que señala una cumbre de la narrativa vinculada a la materia de Andalucía
la hambruna, la tuberculosis o el piojo verde. El bien ganado ascenso del doctor Valverde, hombre íntegro de impecable profesionalidad y nobles inclinaciones humanitarias, preocupado por la miseria y la insalubridad de los corrales, se opone a los turbios manejos de los contertulios de El Rinconcillo, amigos y socios de Jerónimo –en la finca y almazara de La Vapora, de la que tomaba su título la entrega anterior– que aprovechan las restricciones del racionamiento para lucrarse con el mercado negro: viejos conocidos como el falangista Cala, antiguo mozo de comedor de los Monsalves; el comisario Méndez, elevado a gobernador civil; el sinuoso e intrigante anticuario Paneque o el rehabilitado doctor Mariani. A través de ellos, que no son personajes planos sino complejos, perfectamente caracterizados, ejemplifica Romero de Solís la mezcla de pragmatismo, codicia e inmoralidad de l as nuevas fuerzas vivas.
Pautando el tiempo de la narración, el curso de la Segunda Guerra Mundial se manifiesta a
Las tragedias íntimas tal vez deriven, como se sugiere, de la incapacidad de amar
través de diálogos en los que interlocutores de parecidas o diferentes afinidades comentan sus evoluciones, cada vez más desfavorables para Alemania. La campaña de Rusia, en particular la participación de los aviadores españoles de la llamada Escuadrilla Azul, desempeña un papel relevante en la trama, por la que de nuevo asoman personajes históricos como el periodista Víctor de la Serna, Serrano Suñer y su círculo germanófilo o el cineasta Orson Welles –a quien se debe, como ha contado Romero de Solís, la idea seminal del ciclo– y su entonces mujer Rita Hayworth, de visita en España. “El vendaval de la guerra destruyó y derribó vidas y haciendas, pero también fomentó la aparición, al principio lenta y contradictoria, de nuevos valores y asimismo de personas”, constata el doctor Valverde. Entre los damnificados, pese a su elevada posición, se cuentan los Palmagallarda, heridos también por tragedias íntimas que tal vez deriven, como sugieren sus propios amigos, de la incapacidad de amar. Aunque el linaje no se pierde, queda claro que los herederos, después del vendaval, vivirán una realidad muy distinta.