“Nos tratamos a nosotros mismos como si fuéramos productos”
● La autora narra en ‘Días de euforia’ una historia distópica pero muy cercana, marcada por la omnipresencia de la tecnología y la fragilidad de los vínculos
La entrevista de la semana neutros, ni tampoco son suficientes para dirigir sus vidas.
–¿Qué representan los personajes de su novela, qué ha querido mostrarnos con ellos?
–Los personajes son, por una parte, arquetipos de distintas posiciones ante los males que nos aquejan: el avance de la tecnología, la mercantilización de todos los aspectos de la existencia, la creciente incertidumbre acerca del sistema económico o del hundimiento ecológico. Tenemos desde un personaje que tiende a las teorías de la conspiración a otro que se dedica a la búsqueda del placer inmediato a todo coste. Pero, y esto fue sorprendente para mí, sus voces son también muy singulares. Cuando escribí el libro, eran tan fuertes que me costó mucho mantener la estructura de novela coral, todos querían dominar el discurso sin escuchar demasiado a los
Vivimos en un mundo en el que no se le teme tanto a la muerte o a la enfermedad como a la sensación de fracaso”
demás. En esto también se parecen mucho a nosotros.
–Como en Las ventajas de la vida en el campo, su anterior obra, el entorno condiciona la historia, y muy especialmente a los personajes...
–Los elementos materiales que nos rodean son esenciales para determinar quiénes somos y cuáles serán nuestras reacciones. Por otro lado, encuentro que la ambientación es esencial para la construcción de la trama. En Las ventajas de la vida en el campo tenía tanto peso que funcionaba casi como un personaje más. Quizá en Días de euforia su papel no es tanto de personaje sino de ancla y guía de la acción.
–Expone en Días de euforia nuestra manifiesta incapacidad para mostrarnos, no querer vernos, y también no querer asumir nuestros errores o carencias. –Cuanto más mostramos en las redes sociales, más ocultamos. Hemos interiorizado la lógica perversa de la publicidad: si tú tienes que vender un producto que es muy sabroso, por ejemplo, pero que aumenta el riesgo de producir diabetes o de empeorar la enfermedades coronarias, lo que vas a mostrar es obviamente su magnífico sabor y vas a ocultar el resto de sus propiedades que quedarán bajo de la alfombra causando problemas de forma soterrada. Creo que eso podría servir de símil de lo que nos pasa, nos esforzamos en mostrar lo que la sociedad considera adecuado, lo positivo, y a ocultar el resto de cosas que nos suceden hasta que son inasumibles. Nos estamos tratando a nosotros mismos como si fuéramos productos.