Diario de Sevilla

¡NARANJITOS, SALTAD LA REJA!

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@diariodese­villa.es

ESTÁN como los caballos apretados en los cajones de salida antes del comienzo de la carrera, corceles ansiosos por ponerse al galope. Los ves y tardan dos segundos en soltártelo, te llegan los mensajes de desesperan­za, como viajeros del Titanic que se santiguan antes de tirarse al último bote. Los naranjitos buscan plaza en el PP como Tarzán y su señora madre buscaban piso en Alcobendas. ¿Cuántos cargos de Ciudadanos no están a punto de saltar la reja para abrazar el casadismo? Por mucho cordón andaluz que hayan puesto el pastor Bendodo y la oveja Marín, hay fuerzas, inercias o corrientes que no se pueden parar. Se están celebrando entrevista­s, encuentros, llamadas, ofrecimien­tos, guiños... El repertorio es variado. ¿Acaso no le vendría mal al PP la incorporac­ión de un tipo como Álvaro Pimentel, portavoz municipal en Sevilla, de una estirpe reconocida en el partido de centro-derecha, donde tiene su sitio natural? En San Telmo habrán dicho que no se aceptan ahora los pases al PP, pero allí pueden decir misa, que por cierto en tiempos se celebraban, y muchas, en la preciosa capilla de que preside la Virgen de los Mareantes, pues Génova ya ha proclamado que las puertas de la casa están abiertas. Y quién dice Pimentel, dice también algunos cargos de la Junta. ¿O no le ven ustedes cara del PP a la consejera Rocío Blanco, la más eficaz de los naranjitos? Yo la veo, la veo. ¿Y qué me dicen del solvente portavoz parlamenta­rio Sergio Romero? Ya me dirán dónde van todos si el bueno de Edmundo, el gondolero veneciano, encalla en las elecciones madrileñas. La cosa se ve clara a todos los niveles. Por ejemplo, pretendes tomar un café con la presidenta provincial del PP, Virginia Pérez, ya conocida como la Thatcher del Sur, o con el secretario general, señor De la Rosa, y es que tienen la agenda cogida con entrevista­s con naranjitos. ¡Es imposible! A ver si para septiembre me reciben. Lo del retorno de los naranjitos a la casa común me va a recordar a la Madrugada de 2000, la primera y esperemos que única en la que presencié cómo regresaban corriendo los nazarenos del Silencio que acababan de marcharse a casa, pero que fueron sorprendid­os por una segunda oleada de estampidas. Cuando alguien vio que se metían en el atrio gente del público se oyó la orden: “¡Cierra, cierra la puerta!”. Nunca se me olvidará la cara de una señora aterrada pero tranquila ya entre tanto nazareno de negro: “Esto no lo había soñado en mi vida”. Señora, no estaba previsto, pero las cosas ocurren de vez en cuando. Recuerden, habrá que cerrar la puerta. O elevar la reja.

Se mueven, se mueven ya los de Ciudadanos a la búsqueda de huecos en el PP, sobre todo tras los comicios del 4 de mayo

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