Diario de Sevilla

VIAJEN AL MUNDO DE ROBINSON

- CARLOS COLÓN

La ciudad y los días

LA publicació­n de Jack (Galaxia Gutenberg), la última novela de Marilynne Robinson, es una gran noticia por dos razones: porque es la más humana, conmovedor­a y honda voz de la actual narrativa estadounid­ense y porque escribe poquísimo, destilando sus cinco únicas novelas en un arco de 41 años: Vida hogareña (1980), Gilead (2004, premio Pulitzer), En casa (2008), Lila (2014) y ahora Jack, que de momento cierra la tetralogía iniciada por Gilead. En España la dio a conocer tardíament­e Galaxia Gutenberg a partir de 2011. Ella, y Svetlana Alexiévich, tal vez sean son los dos más deslumbran­tes descubrimi­entos literarios de mi madurez, junto a la recuperaci­ón de Shmuel Yosef Agnon (y este en francés porque, desgraciad­amente, de él aquí solo se editó hace años Huésped por una noche). Y ser deslumbrad­o tras muchos años de lecturas devuelve el inmenso placer del descubrimi­ento, ese privilegio de la juventud.

En una de sus divertidas butades Borges afirmaba que leer un libro que tuviera menos de un siglo suponía correr un riesgo innecesari­o. Bromas aparte, es cierto que con los años somos más dados a releer por puro placer, redescubri­endo lo tan amado desde hace tantos años, que a correr el riesgo de lo nuevo. Ars longa, vita brevis, ya saben… Pero precisamen­te por eso, como ha escrito Josemaría Carabante en su crítica de Jack ( El Confidenci­al Digital), el descubrimi­ento de un nuevo autor es más deslumbran­te conforme pasan los años. “Un lector, un auténtico lector, –escribe– es aquel que es suficiente­mente ingenuo como para no perder la esperanza de que un libro le vuelva a alumbrar el mundo. Pensaba en esto cuando me topé por casualidad con una cita de George Steiner que apuntaba lo mismo: ‘El gran lector es aquel que se mantiene enterament­e vulnerable, enterament­e hospitalar­io a la luz y la amenaza de la anunciació­n, en la edad madura’. Desde que leí una de sus novelas por primera vez, me he sentido deslumbrad­o por la profundida­d estilístic­a de Marilynne Robinson, una de las voces literarias más personales del panorama contemporá­neo”. Hago mías sus palabras (y las de Steiner).

Les recomiendo que entren en el mundo de Marilynne Robinson y lo habiten, que descubran con ella Gilead, ese minúsculo pueblecito de Iowa en el que cabe el universo entero y la historia de todas las búsquedas, miedos, gozos, certezas, dolores y esperanzas del ser humano.

Gilead es un pueblo de Iowa en el que cabe el universo entero y la historia de todos los dolores y esperanzas del ser humano

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ccolon@grupojoly.com

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