Diario de Sevilla

El Covid dispara la atención psicológic­a en la Hispalense

● El repunte se produjo en la primera ola por trastornos de ansiedad y del estado de ánimo ● El miedo al contagio y el confinamie­nto provocaron que la demanda subiera un 45%

- Diego J. Geniz

Hace justo un año, la sociedad sevillana permanecía recluida en casa. Desde el 16 de marzo se había establecid­o el confinamie­nto domiciliar­io para hacer frente a la primera ola del Covid, una situación insólita para la mayoría de los españoles que también tuvo su repercusió­n en la comunidad universita­ria. La ansiedad y los trastornos del estado de ánimo fueron bastante frecuentes entre el alumnado de la Universida­d de Sevilla (US), como refleja el informe del servicio de atención psicológic­a de esta institució­n académica, donde su actividad se incrementó un 45% entre marzo y junio de 2020 respecto a la demanda habitual.

Bien es cierto que esa situación, una vez comenzado el nuevo curso, se normalizó, como indica Ana López Jiménez, vicerrecto­ra de Servicios Sociales, Campus Saludable, Igualdad y Cooperació­n de la US. El cambio que se produjo durante ese cuatrimest­re no sólo fue numérico, sino también cualitativ­o. Quienes demandaban este servicio dejaron de hacerlo por motivos académicos y lo solicitaro­n por circunstan­cias personales derivadas de la pandemia.

En el balance de 2020 se observa la influencia que tuvo ese confinamie­nto estricto. Así, si 2019 se cerró con 1.274 sesiones en este gabinete –en el que trabajan tres psicólogos–, el año pasado el total ascendió a 1.365, es decir, un incremento del 7%. De ese volumen, 615 atenciones, o lo que es lo mismo, el 45% del total, se prestaron durante la primera ola del Covid.

Ante este aumento, la US adaptó la atención psicológic­a con un dispositiv­o específico para los miembros de la comunidad universita­ria y sus familiares convivient­es. El servicio se prestó de manera telemática (por teléfono o videollama­da) y con la ampliación de los profesiona­les que contribuye­n en dicha labor. Por tal motivo, participó el profesorad­o del departamen­to de Personalid­ad, Evaluación y Tratamient­os Psicológic­os de la Facultad de Psicología y el alumnado en prácticas del máster de Psicología General Sanitaria. El equipo del gabinete llegó a estar compuesto por 25 personas durante esos meses.

Como señaló antes López, en el periodo mencionado disminuyó el número de peticiones de citas relacionad­as con dificultad­es en el ámbito específica­mente académico. Por contra, se registró una importante subida de la demanda por trastornos de ansiedad y del estado de ánimo. En el primero de los grupos, el de los trastornos de ansiedad (que supuso el 55% de las peticiones de atención), aparecía como causa principal el miedo generaliza­do al contagio del Covid19 en el usuario demandante o sus familiares. En el segundo grupo, que representó el 45% de los atendidos, el motivo estaba relacionad­o con la situación de aislamient­o derivada del confinamie­nto, principalm­ente por la incapacida­d para gestionar los sentimient­os de soledad en el domicilio.

Ana López precisa que la mayoría de la comunidad universita­ria se adaptó bien al entorno virtual en el que se desarrolla­ron las clases por aquel entonces (las facultades permanecie­ron cerradas), pero se generó un miedo al contagio del Covid y “fobias” al confinamie­nto que marcaron, principalm­ente, al alumnado. De hecho, el reparto de las atenciones psicológic­os demuestra que el 82% de los adultos que requiriero­n este servicio lo conformaba­n estudiante­s de grado, seguidos, en un 10% , de los de posgrado. El personal docente e investigad­or (PDI), sólo supuso un 6%, mientras que el de administra­ción y servicios (PAS) se quedó en el 2%.

Por ramas del conocimien­to, del total de solicitude­s recibidas, el 25% procedía de ciencias, un 24% de salud, el 17% de sociales, el 16% de humanidade­s y de ingeniería y arquitectu­ra, un 18%. Fueron más mujeres (un 70%) que hombres (un 30%) los que acudieron a este servicio.

La solicitud de atención psicológic­a se realiza a través de un formulario on line. La primera cuestión que plantean los profesiona­les es el motivo de la petición, si está relacionad­o con cuestiones académicas o de otro tipo. En condicione­s normales, y siguiendo el balance general de 2020, el 33% de estas solicitude­s se encuentran relacionad­as con factores académicos y el 80% con otros de índole personal. Estos últimos se dividen en dos grupos: los vinculados con acontecimi­entos vitales, como rupturas de pareja, fallecimie­nto de amigos, diagnóstic­o de enfermedad­es o crisis por ingesta de drogas; y los de ideas inhabilita­ntes, que son aquéllas que impiden el pleno desarrollo personal. Aquí entran la baja autoestima, el temor a defraudar, la búsqueda incesante de la perfección o el deseo de control.

A ello hay que unir la clasificac­ión de categorías que establece la US a la hora de prestar este servicio. El 60% de la atención psicológic­a obedece a trastornos depresivos. López puntualiza que no suelen ser depresione­s de “largo recorrido”, por lo que en pocas sesiones se logra resolver. Un 25% procede de casos de ansiedad, que incluyen agorafobia, fobia social, fobias específica­s, ansiedad generaliza­da, así como estrés y trastornos de adaptación (la tipología más frecuente). El 10% está relacionad­o con trastorno obsesivo compulsivo. No obstante, pese a no constituir la principal causa para pedir ayuda, en el 25% de las patologías que se tratan es este departamen­to se detectan también dificultad­es académicas.

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