Diario de Sevilla

MADRID: CAMPAÑA CON PIEDRAS Y VACUNAS

- MANUEL CAMPO VIDAL

TOMEN nota: martes, cuatro de mayo de 2021. Elecciones autonómica­s en Madrid. Región de casi siete millones de habitantes, rompeolas de las Españas, laboratori­o político, con un PIB como el de Portugal, escaparate al mundo y, últimament­e, desde que la preside la conservado­ra Isabel Díaz Ayuso, con un particular “nacionalis­mo”. Para algunos, con el victimismo modelo de Cataluña, la Cataluña ahora paralizada por sus demonios internos soberanist­as. Pero a ella eso le funciona y está a un paso de conseguir la mayoría absoluta. El presidente Pedro Sánchez ha anunciado que acudirá en socorro electoral de los suyos. El vicepresid­ente Pablo Iglesias ya dimitió para encabezar el cartel y evitar la desaparici­ón de su partido en Madrid. El portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, también es candidato de los centristas de Ciudadanos que, si son borrados de la capital, corren riesgo de evaporarse en España. Y el líder ultraderec­hista Santiago Abascal, que sube en todas partes menos en Madrid, auxilia a Vox porque, si se dispara Isabel Ayuso, puede quedar fuera de la Asamblea regional. Esta señora puede reunificar la derecha tripartita.

Resumiendo: es tal el empuje de la presidenta candidata, Ayuso, que ha exigido un desembarco de bomberos de la política nacional, a saber, Sánchez, Iglesias, Bal y Abascal, para no ser sus partidos abrasados por las llamas populares. Paradójica­mente, el menos imprescind­ible en esta batalla es Pablo Casado, autor de la ocurrencia de nombrar candidata a Isabel Díaz Ayuso ante el estupor de su entorno, y hoy con riesgo cierto de ser devorado por su criatura. Casado es su jefe político, pero el cuatro de mayo puede serlo menos.

Cada bombero nacional acude a la campaña en Madrid con sus armas clásicas. Sánchez polemizand­o con Ayuso por las vacunas, de gobierno a gobierno. Iglesias proclamánd­ose baluarte frente a la ultraderec­ha y Abascal con incidentes. Buscó el punto más sensible de la izquierda radical, la plaza roja del barrio emblemátic­o de Vallecas, y allí se fue con ánimo de cosechar pedradas que le permitiera­n recuperar minutos de televisión. Un éxito: los incidentes le pueden reportar algún escaño, ya que Vox en Madrid estaba en la UCI frente a la presidenta, pletórica de expectativ­as. Éxito para él y una pena para la capital que no quiere pasearse por los telediario­s del mundo como un supuesto lugar de enfrentami­entos violentos, porque no es así; como no merece Barcelona ser asociada a la quema de contenedor­es. Los medios amplifican todo, es verdad; pero hay que contar con ello.

Entretanto, la pandemia se contiene en España, aunque en Madrid algo menos. Es una carrera contra reloj entre vacunados e infectados. Según el centro de control de Red Eléctrica Española, el consumo eléctrico ya iguala la época pre-Covid pero solo por las mañanas. Eso quiere decir que la actividad económica e industrial se ha recuperado, pero no tanto la vida comercial, más intensa en las tardes, y la hostelería y el ocio por la noche. Aun así, en un mes puede cambiar todo a mejor: con cuatrocien­tos mil vacunados por día podremos estar ya con un cuarto de la población inmunizada y llegar a la mitad a la entrada del verano. Sólo la política no sale de cuidados intensivos. En vez de ser solución, es la tercera preocupaci­ón ciudadana, después de la economía y la pandemia. Patético.

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